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Tenía la vista clavada en el techo, no podía dejar de pensar en todo lo que acababa de leer. ¿Qué le habría ocurrido a Leda? ¿Cómo Agatha había logrado salir finalmente de aquel horrible lugar? ¿Dónde estaba el otro collar? ¿En qué demonios se había convertido Henri? Los pensamientos la invadían, parecían dar vueltas en su cabeza... Agatha, Leda, Levi, "L", el Lobo... Sam.
—¿No puedes dormir?
—No...
—¿Sigues pensando en la maldición?
—Sí —confesó ella—. ¿Sigues pensando en el dinero?
—Sí.
Aunque su cama era amplia, estaban tan cerca que podía sentir el calor que irradiaba su cuerpo. Esa no era la primera vez que dormían juntas, pero sí era la primera vez que se encontraban completamente solas. Se quedaron en silencio por unos segundos y entonces Rachel comenzó a ponerse nerviosa. Se puso de espaldas a ella por miedo a que pudiera sentir los descontrolados latidos de su corazón. Lonnie se acercó y le rodeó la cintura con su brazo. El sentir sus dedos acariciando suavemente su piel despertó todos sus sentidos.
—¿Te molesta...? —le preguntó, sintiendo su tensión.
Rachel se había quedado en blanco, demasiadas cosas pasaban por su cabeza en ese momento y más aún por su cuerpo. ¿Por qué nunca podía dejar de pensar?
—No te preocupes, me comportaré —le dijo al no obtener respuesta.
Apartó su mano y apoyó nuevamente la espalda sobre la cama. En ese momento, algo se apoderó de Rachel y dejó que su cuerpo tomase el control. Era como si su cerebro se hubiese suspendido y por primera vez simplemente siguiera a su instinto. Se dio vuelta y se acercó a su oído. Le susurró tres simples palabras:
—No lo hagas...
La muchacha no dudó demasiado, con dos movimientos rápidos, la inmovilizó y arrinconó contra la cama.
—Esperaba que dijeras eso —musitó complacida.
Y mientras la besaba, Rachel pudo sentir su cuerpo encima del suyo, enredándose, fundiéndose y encendiendo cada parte de su ser.

...

Un pitido comenzó a sonar, era su móvil. Se despertó de un salto, asustada de que algo le hubiese sucedido a Sam, pero solo era la aplicación que pedía actualizarse, la que casi la mata de un infarto. Faltaba una hora para que sonara su despertador, pero no creía poder volver a dormirse. Lonnie descansaba a su lado, así que salió de la cama sin hacer ruido. Gemma comenzó a mover la cola cuando se detuvo bajo el marco de la puerta de la habitación de su hermano, que dormía plácidamente. No quería despertarlo, por lo que solo se quedó allí, mirándolo por un momento. Al regresar a su habitación, se percató que la puerta de la habitación de su madre se encontraba entreabierta, y la vio dormida allí, entre miles de papeles y con la computadora portátil todavía en la cama. Reconoció los documentos de Yoko. En ese instante, se arrepintió de haberla involucrado, quizá tan solo la había vuelto más paranoica que antes, aunque si la maldición era real... necesitaría toda la ayuda que pudiese encontrar. Sus pensamientos se contradecían, así que lo único que podía hacer era volver al lado de Lonnie, que al parecer, era la única que podía brindarle algo de paz.

...

La clase parecía estar más llena que de costumbre, o quizá solo se sentía demasiado agobiada. Tamborileaba con los dedos, esperando que el número del reloj cambiase. Había chequeado la aplicación de Sam casi obsesivamente hasta que el profesor la había amenazado con quitarle el móvil. De repente, el número cambió y ella pidió ir al lavado. Su paso era rápido mientras avanzaba hacia las escaleras de emergencia. Daniel estaba esperándola.
—¿Por qué tardaste tanto? —ironizó al verla.
—No tenemos mucho tiempo así que... habla.
El joven estaba recostado contra la baranda, cruzado de brazos.
—Hoy no estoy de ánimos para discutir... está bien.
Se acercó a ella mientras echaba una rápida mirada hacia arriba de las escaleras para comprobar que allí no hubiese nadie.
—Bueno... Al principio pensé que se trataba de una broma. Era solamente una nota en mi casillero.
Metió la mano en su bolsillo y le entregó un papel que decía "te veo" con letras verdes. Rachel frunció el ceño.
—Algo estúpido, ¿verdad? Pero hay más.
Daniel sacó un libro de su mochila y lo abrió por la mitad. En su interior había una decena de notas: "mentiroso", "basura", "cobarde", "deberías morir". Los insultos seguían y seguían. Rachel tomó un papel.
—"Asesino".
—Y ahora Mimi ha desaparecido... y ya viste lo que le han hecho a mi casa
—¿Por qué te ha llamado "asesino"? —preguntó Rachel.
El joven parecía no escucharla.
—Y sé qué suena loco, pero a veces siento que alguien me observa desde afuera de casa —siguió diciendo apresuradamente—. Sé que eso suena...
—¡Daniel! —lo tomó de un brazo para que la mirase—. ¿Por qué dice "asesino"?
El muchacho se pasó la mano por el cabello y agachó la cabeza en silencio.
—Tuve un accidente mientras manejaba el año pasado —comenzó a explicar él, compungido—. Estaba oscuro y no vi la curva. Mi amiga, ella..., ella murió.
Rachel lo miraba sorprendida, aquello era a lo que se estaba refiriendo Sarah, y lo que a su propia madre había estado a punto de revelarle.
—Fue un accidente —dijo, con una voz casi inaudible—. La policía lo comprobó y no recibí ningún castigo... maté a Cat, sin embargo, pude continuar con mi vida así sin más.
Ya no sonreía juguetonamente como solía, ni representaba el papel de jugador idiota que a todos parecía gustarle. Se mostraba real, con un peso con el que la mayoría de las personas no deberían cargar nunca en su vida.
—Es por eso —indicó—. Soy un asesino porque la maté.
—Daniel, lo siento tanto...
El joven parecía perturbado.
—Todo se volvió un infierno después de su muerte, y no podíamos seguir viviendo en el mismo lugar, así que nos mudamos aquí.
—¿Quién más sabe esto? —inquirió.
—Sarah, pero ella no mandaría las notas —se apresuró a decir Daniel.
—Lo sé —concordó Rachel.
—Creo que ella se lo contó a Winona y que Winona se lo contó a alguien más... —relataba, con ira en aumento—. Y ese "alguien" me ha estado investigado muy bien.
—Crees que es Eddie... —soltó, cansada de que siempre volviera con lo mismo.
Él no le contestó, pero la miró intensamente.
—Luego de la muerte de Cat, alguien empezó a amenazarme y tuve que conseguir un identificador de llamadas. Un día, el auto de mi padre apareció destrozado y parcialmente incendiado, habían escrito en él la palabra "monstruo".
Rachel se mordió el labio, nerviosa.
—Descubrimos que se trataba del hermano de Cat, James. Nunca le agradé, y luego del accidente las cosas se pusieron peor. No quise denunciarlo pero él no paró, así que tuvimos que mudarnos.
—Quizá descubrió que estabas aquí —aventuró Rachel.
Daniel parecía cada vez más alterado, sus ojos estaban abiertos de par en par y tenía una sonrisa nerviosa.
—Lo pensaba al principio, así que fuimos a la policía —dijo rascándose la barbilla—. Pero ahí nos enteramos de que él ya no se encontraba en el país. Se había mudado a Inglaterra junto con su familia, hacía ya varios meses.
—Así que alguien lo ha estado imitando para meterse contigo —declaró Rachel.
—Exacto —dijo Daniel con una mirada cargada de resentimiento—. Puedo tolerar lo de las estúpidas notas, y tener que pintar mi casa mil veces, pero esta vez se ha llevado a Mimi.
—¿Cómo puedes estar seguro de que ha sido la misma persona?
Volvió a revolver en su mochila y extrajo un animal de peluche. Era un pequeño perro con moño amarillo que ella ya había visto antes.
—Apareció en mi puerta la mañana en que ella desapareció —reveló, tocando el moño con los dedos.
La campana sonó, había perdido el resto de la clase. Ambos salieron y se mezclaron entre la muchedumbre. Un mensaje de Vynx llegó en ese momento y la dejó con la boca abierta.
—Ahora es tu turno —le indicó Daniel—. ¿Por qué dijiste que alguien se estaba metiendo contigo?
—Lo lamento... —se excusó, apresurada—. Debo irme, prometo explicártelo luego.
Se alejó corriendo, dejando al muchacho con las manos en el aire y una expresión de confusión.

...

Las tres muchachas habían llegado al instituto cristiano, solo para mujeres, "St. Margaret". Esperaban afuera, sentadas cerca de unas flores. Rachel continuaba inquieta, habían salido antes de la última clase para llegar a tiempo a encontrarse con Vynx, que tenía la última traducción del diario de Agatha.
—¿Por qué no ha salido todavía? Toda la escuela ha salido antes que ella —gruñó Lonnie.
—Sabes que se toma su tiempo —expresó Ava, acomodándose la boina marinera.
En ese momento, su amiga vestida con un uniforme verde apareció por la puerta principal, seguida por una muchacha de cabello oscuro y cara de pocos amigos.
—¡Todavía estoy hablando! —exclamó, adelantándose unos pasos y tomando a Vynx por el brazo—. ¡¿Por qué lo hiciste?!
—Ya te lo he dicho, porque no era justo —oyeron decir a Vynx—. No hiciste tu parte del trabajo.
La joven la miró irritada.
—Ni siquiera quería hacerlo contigo en primer lugar, la profesora me ha obligado —se quejó—. Nadie quiere hacer nada contigo, por si no lo has notado.
Vynx la observó sin inmutarse. Rachel y las demás cruzaron miradas sin saber qué hacer.
—No sé por qué aún estamos teniendo esta conversación —sostuvo Vynx, negando con la cabeza.
—¡Hasta tu tema ha sido una mierda! ¿Juana de Arco? —espetó la chica, riéndose burlonamente—. ¿Podrías haber elegido algo más aburrido?
—¿Siquiera sabes algo acerca de ella? —inquirió la colorada—. Quizá si hubieras hecho tu parte, lo sabrías.
Ava miró a Lonnie con el ceño fruncido.
—¿Deberíamos intervenir?
—Espera... —dijo Lonnie, atenta a lo que pasaba a tan solo unos metros—. Esto se está volviendo interesante.
Ava puso los ojos en blanco, pero no se movió. La muchacha de cabello oscuro echaba chispas de sus ojos negros. Metió la mano en el bolsillo de su chaqueta y extrajo un encendedor.
—Sé que era una perra loca a la que nadie quería —dijo, acercándose—. Como que me recuerda a alguien...
Con un rápido movimiento de su dedo encendió el mechero y lo acercó a la cara de Vynx.
—Si no tienes cuidado, podrías acabar como ella —amenazó.
—¡Es suficiente! —exclamó Ava poniéndose de pie.
—¡Ava! —exclamó Rachel en un afán de detenerla, pero ella no le hizo caso y se acercó hacia la entrada donde estaban las dos estudiantes.
—Hola, disculpa... —anunció llamando la atención de la muchacha cerca de Vynx—. No es muy amable de tu parte el querer quemar la cara de mi amiga.
La joven del uniforme la miró sin entender.
—¿Qué?
—¿Qué crees que pensaría el niño Jesús? —preguntó Ava, señalando la enorme cruz grabada en la puerta del instituto.
La muchacha comenzó a reír.
—¿Quién carajo eres tú? ¿Y cómo demonios te han dejado salir vestida así?
La boca de Ava se ensanchó sin poder creer su impertinencia.
—¿Qué has dicho...?
—Oh, oh... Eso no puede ser bueno —indicó Lonnie mientras comenzaba a levantarse.

...

La pelea no pasó a mayores, aunque sí hubo varios insultos cruzados y un empujón por parte de Laura, así se llamaba la muchacha, que casi hace volar a Ava del otro lado de las escaleras.
—Te digo que podría haber acabado con ella —aseguró, acomodándose el cabello turquesa.
—Nunca has pelado con nadie en tu vida —comentó Lonnie.
—Tiró mi sombrero... ¿Acaso tiene diez años? —decía indignada mientras sacudía la boina y se la ponía nuevamente.
—¿Te molesta a menudo? —preguntó Rachel dirigiéndose a Vynx.
—No —aseguró—. Usualmente, nadie habla conmigo a menos que sea estrictamente necesario.
Rachel le dirigió una mirada significativa a Lonnie.
—Pero no me molesta —continuó—. Lo prefiero de esa manera.
—¡Oh, Dios mío! —exclamó Ava frenándose de repente.
Las tres casi dan un respingo.
—¡¿Qué?! —preguntaron Lonnie y Rachel al unísono.
—Esa perra hizo que perdiera mi tercer ojo —indicó tocándose la frente.
Cuando finalmente se subieron al autobús, se sentaron en los asientos de atrás.
—Entonces... ¿Tienes la última traducción? —preguntó Rachel.
—No, dije que había leído el último diario, no que tenía su traducción. Solo he llegado a hacer una pequeña parte, pero pensé que antes de hablar con Agatha, deberíamos conocer todos los hechos. Transcribirlo iba a llevarme demasiado tiempo, así que todo está aquí —informó tocando su cabeza con un dedo.
—¡¿Y has logrado encontrar algo más?! —exclamó Rachel sin poder contenerse—. ¡¿Sabes cómo detener la maldición?! ¡¿Lo sabes?!
Nunca sabían qué esperar por su expresión. Una vez, Ava había hecho una broma diciendo que Vynx podría ser la nueva Gioconda de Blackwood.
—No —dijo finalmente Vynx—. Pero he averiguado otras cosas.
El corazón de Rachel dio un vuelco. Todo había sido inútil, una pérdida de tiempo. Comenzó a sentirse mareada.
—¿Qué cosas? —inquirió Ava.
—Bueno... Para empezar, Leda y el Cazador están muertos.

El Lobo está viniendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora