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Habían estado deambulando por el bosque un tiempo que les pareció una eternidad. El frío se hacía sentir, pero la caminata las había hecho entrar en calor. Caminaban animadas, moviendo los haces de luz de un lado para el otro mientras alumbraban el camino.
—Odio los mosquitos —se quejó Vynx tratando de aplastar uno en su brazo.
Luego intentó atrapar otro y tropezó con una roca.
—¡Hey! —se quejó Lonnie cuando la empujó sin querer—. ¿Puedes, por favor, dejar de matarlos? Y prestar atención por donde vas.
—Lo estoy intentando —dijo mientras continuaba sacudiéndose.
—Pues caerás y te romperás el cuello si sigues haciendo eso.
—¡Ja! Mira quién habla... —ironizó Ava—. Con el rostro así, no creo que puedas dar consejos de seguridad a nadie.
Rachel se mordió el labio, no podía entender cómo las demás todavía no se habían dado cuenta. Por supuesto que Lonnie, quien había comenzado a refunfuñar con los dientes apretados, les había dicho que los golpes habían sido el resultado de una tarde de práctica en el parque.
—Me encanta el bosque de noche... —comentó Rachel para cambiar el rumbo de la conversación.
—Estoy de acuerdo, es maravilloso —sostuvo Ava levantando los brazos al cielo.
—Pero solo cuando no hay arañas... —musitó Bonnie.
—No lo sé, es algo aterrador si lo piensas un poco —reflexionó Lonnie.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Ava en un tono menos feliz.
—Quiero decir que alguien podría estar acechando en la oscuridad en este preciso instante y ninguna se daría cuenta —agregó con suspenso.
—¿Qué fue eso? —interrumpió Rachel de pronto.
Por supuesto que no había escuchado nada, pero todas dejaron de caminar y dirigieron su atención hacia el haz de luz de su móvil. Lonnie le hizo un gesto cómplice.
—También lo oí —dijo uniéndose a ella.
—¡¿Qué es?! —preguntó Bonnie pegándose casi por completo a Rachel.
—Yo no he escuchado nada —indicó Vynx con el ceño fruncido.
Rachel le guiñó un ojo a Bonnie y ella lo comprendió enseguida. Un búho comenzó a ulular.
—¡Creo que también lo escuché! —exclamó Ava alterada.
—¡Solo es un búho, Ava! —rezongó Vynx.
Simulando valentía, Vynx se acercó unos pasos hacia adelante apuntando su linterna hacia los arbustos. Lonnie parecía haberse esfumado entre las sombras, pero ellas ni siquiera lo habían notado.
—Viene de ahí —indicó Bonnie actuando asustada.
Un ruido fuerte y claro se escuchó detrás del lugar al que apuntaba Vynx, y por primera vez, Rachel pudo notar el miedo en su rostro. Ava se adelantó y la tomó del hombro justo cuando una silueta apareció saltando sobre ellas.
—¡Ahhhh!
El rostro perturbado de Vynx dio paso a la ira cuando vio de quién se trataba. Se acercó rápidamente y le dio un buen golpe en el brazo.
—¡No fue gracioso!
Rachel y Bonnie intentaban esconder su risa.
—Fue demasiado fácil —se rio Lonnie.
—¿A dónde se fue Ava? —preguntó Rachel dejando de reír.
La encontraron unos metros más adelante. Había huido tan rápido de la escena, que ninguna se había dado cuenta.
—A veces te aborrezco —le dijo a su amiga, todavía agitada.

...

El sonido del río cada vez con más intensidad. Lonnie les indicó que estaba cruzando el pequeño arroyo que tenían enfrente. Una a una, fueron pasando sobre las rocas para no mojarse. Descubrieron con sorpresa lo ágil que era Bonnie, quien parecía saltarlas sin ninguna dificultad.
—Es una pequeña salvaje —musitó Vynx asombrada.
El río se extendía hasta desaparecer en la oscuridad y miles de estrellas podían apreciarse en el cielo nocturno. Mientras Ava y las demás armaban un buen lugar para descansar, Lonnie se acercó a Rachel.
—Ten. —Tomó su mano y le devolvió la pulsera de Maddie.
—Pero... —dijo Rachel todavía con la palma abierta.
—No quería que se ensuciara —dijo sin darle demasiada importancia—. No podía pedirte que te la quites, así que tuve que improvisar.
Rachel la miró a los ojos. El último atisbo de rencor que sentía hacia ella acababa de derrumbarse como las torres de cartas de su hermano.
—¿Dejaste que me enojara contigo solo para evitar que la ensucie?
—¿Estabas enojada conmigo? ¡Ni siquiera lo había notado! —bromeó. Pero luego se puso algo más seria—. Sé lo que es extrañar a alguien.
—Yo... —comenzó a decir sin saber cómo terminar la frase.
En ese momento, mientras se miraban, sintió ganas de...
—¡Hey, Lonnie! Este lugar es genial. ¿Cómo lo encontraste?
Bonnibel se había acercado a ellas, interrumpiendo el momento.
—Salvada por la campana... —creyó oír decir a Lonnie por lo bajo.
Le dedicó una mirada rápida y luego Bonnie comenzó a arrastrarla del brazo.
—Solíamos venir aquí con mi hermano cuando éramos pequeños —indicó sentándose con las demás—. Este lugar tiene la mejor vista.
Ella tenía razón, al apartarse del pueblo, las estrellas podían apreciarse en todo su esplendor, lejos de la contaminación lumínica.
—Hay un montón de estrellas —indicó Bonnie—. Creo que aquella es Canopus, la más brillante.
—Esa es Venus, y en realidad es un planeta —aclaró Vynx—. La estrella más brillante es Sirio, y es aquella.
—¡Uau! ¡Sabes muchas cosas sobre el espacio! —exclamó sorprendida la niña.
—Por supuesto que sabe —sostuvo Lonnie—. ¿De dónde crees que viene?
—¡Miren, una estrella fugaz! —exclamó Ava señalando el cielo.
El sonido proveniente del río parecía llevarse sus palabras, así que debían estar muy cerca para oírse mutuamente. Mientras sus amigas observaban las estrellas, Rachel había estado todo ese tiempo pendiente de la Luna, como si la hipnotizara, sostenía el collar de su abuela cerca del corazón. Cuando salió de su estupor, se dio cuenta de que las demás estaban calladas y atentas.
—¿Qué es eso? —susurró Lonnie.
—No voy a caer de nuevo —dijo Ava, aunque también se reincorporó sobre la manta.
—Hay alguien ahí...
Divisaron un haz de luz entre la espesura del bosque. Su corazón comenzó a acelerarse mientras observaban en silencio una silueta que se acercaba al río, ni siquiera se había percatado de que ellas estaban a unos cuantos metros. Vestía con ropa oscura y se encontraba de espaldas sobre una gran roca. ¿Qué estaba haciendo allí por la madrugada? ¿Acaso debían hacerle notar que estaban relativamente cerca? Ninguna parecía saber qué hacer, por lo que continuaron en silencio. La silueta pareció sacar algo de su bolsillo y abrirlo, luego de contemplarlo por unos segundos, lo arrojó al agua.
—¿Qué es lo que está haciendo? —murmuró Ava.
Era imposible que él la haya escuchado, pero aun así se dio la vuelta. Rachel logró ver que llevaba puesta una capucha antes de que las cegara alumbrándolas directamente a la cara.
—¿Hola? —dijo Lonnie tratando de sonar amistosa, pero su voz denotaba nerviosismo—. Lo siento, amigo, no quisimos asustarte.
La silueta continuaba en el mismo lugar, impidiéndoles que pudieran ver su rostro y sin decirles ni una palabra. ¿Por qué no hablaba? Ni siquiera había respondido al saludo. Aquello disparó una señal de alerta, esa persona no tenía buenas intenciones.
—¿Por qué no contesta? —preguntó Vynx inquieta.
—Bonnie... ¡Levántate! —le susurró Ava tomándola del brazo.
Las demás también lo hicieron. A pesar de los intentos de Lonnie, el hombre solo parecía mirarlas. De repente apagó su linterna. Lonnie se giró rápidamente hacia las demás y les gritó:
—¡Corran!
Todo lo que sucedió a continuación ocurrió al mismo tiempo. Las cinco se echaron a la carrera a la vez que el hombre se lanzaba hacia ellas con una velocidad feroz. Rachel corría tropezándose constantemente, podía ver el cuerpo de Vynx que se movía a toda velocidad delante de ella, mientras que Ava y Bonnie corrían de la mano tan solo unos metros más atrás. No podía ver a Lonnie ni al hombre. La respiración se le entrecortaba y la adrenalina, producida por el miedo, la hacía contraer involuntariamente los músculos. Cuando finalmente se acostumbró a la oscuridad, se percató del cruce de agua por el que habían pasado antes y le avisó a las demás. Sin detenerse, Vynx dio un ágil salto y lo pasó sin problemas, luego fue el turno de Ava y Bonnie, quienes pasaron chapoteando por encima del agua. Rachel esperó unos segundos hasta que vio venir corriendo a Lonnie, quien la tomó de la mano y la arrastró consigo.
—¡¿Todavía nos sigue?! —gritó Rachel mientras se movían a toda velocidad.
—¡No lo sé!
Continuaron corriendo, arañadas, golpeadas y asustadas hasta llegar al Pink Palace. Cuando Vynx cerró la puerta con llave comenzaron a hablar todas a la vez.
—¿Están bien? —preguntó Rachel.
—¡¿Qué demonios fue todo eso?! —exclamó Lonnie.
—¡Necesitamos llamar a la policía! —chilló Ava—. ¿Y si nos ha seguido hasta aquí?
—No podrá entrar —indicó Vynx acelerada—. La puerta tiene llave y las ventanas del piso de abajo son blindadas.
—¡¿Y si entra por el piso de arriba?! —se aterrorizó Ava.
—¿Y cómo llegaría hasta ahí? —espetó Lonnie.
—De acuerdo... —dijo Rachel tratando de poner un poco de orden—. Calmémonos por un segundo.
Se tomaron un momento para recobrar el aliento y apaciguar sus pensamientos.
—Tenemos que llamar a la policía para que nos acompañe a casa —sugirió Ava finalmente.
—No. Eso tan solo nos traería problemas, ya sabes cómo es Maggie, y si despierto a Ray a estas horas de la madrugada va a matarme... —se apresuró a decir Lonnie—. Además, Vynx dice que es seguro.
Ava la miró con mala cara mientras se cruzaba de brazos.
—Estamos solas en el medio del bosque. Por supuesto que no estamos seguras. ¿Y desde cuándo estás de acuerdo con Vynx?
—¿Creen que él podría volver? —murmuró Bonnie.
—Ava... está bien tener miedo, pero estaremos bien aquí dentro —minimizó Lonnie.
—¿Prefieres ponernos a todas en peligro solo para evitar una riña? —le recriminó Ava—. ¡No puedo creerlo!
Bonnie miraba a una y luego a otra, mientras discutían.
—Si Maggie y la abuela se enteran, no me dejarán volver aquí —apremió—. No debemos decirles nada.
La muchacha de cabello turquesa estaba cada vez más enojada.
—¿Estás feliz ahora? —preguntó en dirección hacia la rubia—. Has manipulado a una niña.
—Ava... —comenzó a decir Lonnie.
Rachel trató de leer su rostro. Creía haber vislumbrado algo de temor en sus ojos, pero estaba segura de que no era por el hombre del bosque, sino por su propio padre. Se puso en medio de ambas tratando de cortar la tensión.
—¿Por qué no lo sometemos a votación? Sería lo más democrático —Las miró una por una y luego preguntó—: ¿Quién prefiere que llamemos a la policía?
Ava levantó la mano, pero se dio cuenta de que había sido la única.
—¿Vynx...? —inquirió indignada.
La muchacha colorada se mantuvo impasible.
—A veces, es menos seguro ir a casa —expresó algo misteriosa.
Rachel llegó a percibir aquella rápida mirada hacia Lonnie, y tuvo el presentimiento de que Vynx lo sabía.
—Pero la policía nos acompañaría... —Ava parecía no comprender.
Se la notaba dolida por la falta de apoyo de sus amigas.
—¡Bien! Me iré a dormir...
Y dicho aquello, desapareció por las escaleras, seguida por Bonnie, quien parecía sentirse algo culpable.
—Si pasa algo extraño, cualquier cosa, llamaremos a la policía —prometió Lonnie a las demás.

...

Se aseguraron de revisar cada rincón y ventana antes de irse a dormir. El segundo piso era amplio y mucho menos ornamentado, contaba con dos literas incrustadas, una al lado de la otra, y cuatro lámparas adosadas. Bonnie y Ava dormían juntas en una de las camas de arriba, mientras que Vynx que se había acomodado debajo de ellas, llevaba puesto un antifaz para dormir y permanecía boca arriba, rígida. El silencio se apoderó de la habitación mientras Rachel trataba de conciliar el sueño. Había pasado, más o menos, una hora y seguía sin poder dormir, giraba para un lado y para el otro, al contrario de Lonnie, quien se encontraba en la litera de arriba de ella y no se había movido ni una vez. Cuando por fin se sumergió en la oscuridad, una serie de imágenes horribles, en las que se mezclaban la silueta del bosque y aquel ser de la cueva, la hicieron despertar con un grito ahogado. Tenía la respiración agitada y los músculos contraídos. Todavía era de noche, podía oír los leves ronquidos de Ava y la ventana que rechinaba por el viento.
—¿Pesadilla? —susurró Lonnie asomando la cabeza.
—Sí —contestó agotada.
—¿Tienes miedo?
—No...
—Mentirosa.
Comenzó a moverse en la cama de arriba y luego bajó procurando no hacer ruido.
—Muévete —le indicó recostándose junto a ella.
—¿Tampoco puedes dormir? —inquirió Rachel.
—Estoy haciendo guardia.
—Mentirosa...
Lonnie sonrió y Rachel pudo notar el pequeño corte oscuro que estaba en el costado de su labio. Corrió la mirada, avergonzada por estar admirando su boca.
—Duerme —le indicó Lonnie—. Queda poco tiempo antes de que amanezca.
—¿Y tú?
—Estaré aquí —murmuró corriéndole un mechón de cabello oscuro de la cara.
Rachel bostezó y apoyó la cabeza sobre su hombro, quedándose dormida al instante. Lonnie tomó de su bolsillo un objeto brillante, se escuchó un ruido metálico y luego la navaja negra se desplegó.
—No te vayas... —susurró Rachel casi inconsciente.
—No lo haré —le aseguró mientras comenzaba a tallar silenciosamente sobre una de las maderas de la cama. 

El Lobo está viniendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora