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Realmente había creído que el interrogatorio a Agatha le brindaría alguna solución, no importaba si mágica o lógica, tan solo necesitaba una. Pero no fue así, mientras más intentaban indagar, más confundían a la anciana, por lo que no llegaron demasiado lejos. De la noche a la mañana, Agatha parecía haberse vuelto más inestable, y solo se dedicaba a hacer máscaras y atrapa sueños. A veces, se preguntaba si lo hacía apropósito para no tener que enfrentarse a su pasado, aunque aquel pensamiento desaparecía cuando notaba los estragos que la enfermedad le provocaba. Finalmente, fue el incendio que destruyó la cocina lo que la obligó a mudarse con Maggie. Agatha había llenado el lugar de velas, que luego olvidó apagar, y aquello había terminado convirtiéndose en un infierno en llamas. Afortunadamente, ella y Bonnie lograron salir. Pero fueron obligadas a ver, impotentes, cómo parte de la casa que siempre habían amado, era reducida a cenizas.
—Noc, noc —dijo Abbie entrando a la habitación con el teléfono en la mano—. Es papá, quiere hablar contigo.
Le pasó el teléfono y volvió a salir.
—¡Hola papá! ¿Cómo te trata Japón?
—Hola, Rach —dijo de buen humor devolviendo el saludo.
Hablaron por unos quince minutos. No sabía lo mucho que había extrañado a su padre. Se lo notaba contento, más suelto y hablador, algo que nunca pasaba cuando estaba en casa. Le contó que había vuelto al hogar de su infancia y que, revolviendo entre viejos álbumes de fotos, se sorprendió al darse cuenta de lo parecido que se había vuelto a su propio padre.
—Te encantaría estar aquí —dijo él desde el otro lado del teléfono—. La naturaleza es increíble.
—Apuesto a que sí —contestó ella.
Su padre hizo una pequeña pausa.
—Rachel, sé que he estado fuera demasiados días. Tu madre me ha pedido que vuelva antes, pero la razón por la que todavía no lo he hecho es porque Yoko nos ha dejado una importante suma de dinero y aún sigo entre abogados —comentaba Shin, despertando el interés de Rachel—. Podríamos finalmente brindarle a Sam todo lo que necesita y tu madre podría tener su propio centro, si así lo desea. Por otro lado, hemos heredado una reserva que pertenecía a mamá, pero también le ha dejado parte a algunos familiares lejanos de Francia.
Rachel recordó la carta de Mei en la que mencionaba al hermano adoptivo de su abuela, Ryo, quien se había mudado allí.
—Uau... —solo pudo decir.
—Tu madre ha estado muy inquieta, pero ya sabes cómo se pone, entonces quería preguntártelo a ti. ¿Debería volver? Mi viaje de regreso está programado para llegar el día del cumpleaños de Sam. Pero de ser necesario, podría ir antes.
Ella lo meditó. Habían pasado varios días sin que sucediera nada extraño. Ni llamadas, ni regalos, nada. Por otro lado, el oficial Martínez le había dado su número particular por si algo sucedía, ya que habían vuelto nuevamente a la comisaría para ver si había novedades del caso.
—No, no es necesario —dijo finalmente—. Estamos bien, y supongo que podemos esperar unos días más.
—¡Genial! —exclamó aliviado—. Abbie sonaba preocupada por aquellos documentos de tu abuela, pero sé que se llevará una gran sorpresa cuando vuelva y le diga que ahora podrá hacer grandes cosas para Sam, y también para ella misma.
—Estoy segura de que sí —sostuvo Rachel, aunque no estaba del todo convencida.
—Bueno, debo irme. Mañana temprano me reuniré con los parientes de Francia.
—Papá.
—¿Sí?
—¿Podrías preguntarles algo por mí? Estoy haciendo un proyecto sobre una leyenda japonesa llamada "La niña bañada por la Luna"...
Hizo una pequeña pausa por temor a que él la conociese y comenzara con todo aquello de la obsesión de su abuela.
—¿Ahá...?
Por suerte su padre parecía no tener idea sobre el tema.
—Y me gustaría saber cuál es la versión que ellos conocen.
Le prometió que les preguntaría y luego se despidieron. Esperaba que ellos pudieran brindarle algo más. Ya no sabía a quién recurrir, su investigación se había estancado y lo único que podía hacer era esperar a que Vynx terminara las traducciones. Afortunadamente, dos días después, recibió un email. Ya no se juntaban en el Pink Palace por motivos de seguridad, así que la colorada había accedido a enviarles las traducciones. Se acercó al monitor pegándose a la pantalla.

El Lobo está viniendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora