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Cuando recobró el conocimiento se dio cuenta que se encontraba en el piso del Milk.
Los borrosos rostros comenzaban a volverse cada vez más nítidos.
—Tranquila... —decía Ava intentando calmarla—. Tuviste alguna clase de ataque. ¿Puedes hablar?
Asintió, pero no dijo nada.
—Traeré agua —indicó una de las meseras.
Cuando se reincorporó, se dio cuenta que todos los que se encontraban en la cafetería, ahora formaban un círculo a su alrededor.
—¿Has podido hablar con emergencias? —preguntó Lonnie al muchacho que miraba con el ceño fruncido su móvil.
—Todavía no —dijo él.
Rachel se reincorporó con ayuda.
—No es necesario, estoy bien —aseguró.
Alguien le alcanzó un vaso.
—Toma.
El agua ayudó a que se le abriera la garganta.
—Deberías ver a un doctor —sostuvo Vynx.
—No —dijo ella con convicción—. De veras, estoy bien.
Luego miró a Vynx a los ojos.
—Necesitamos hablar.

...

Se encontraban fuera del Milk para poder tomar algo de aire.
Allí les contó lo que había presenciado.
—Ella está viva... —musitó Vynx sorprendida.
—"L"... ¿Leda?
Lonnie frunció el entrecejo.
Lo había sugerido una vez sin darle demasiada importancia.
Rachel asintió.
—Está aquí... —comenzó a decir nerviosa Ava—. Ella le dio los regalos a Bonnie.
—Déjenme pensar por un momento —pidió Vynx como si aquella revelación le produjera alguna clase de dolor—. Enseguida vuelvo.
Se alejó unos cuantos metros y se quedó parada mirando hacia la nada.
—Si ella era quien tenía el otro collar... —comenzó a pensar Lonnie en voz alta—, y yo lo encontré en el arroyo...
Exactamente en el mismo lugar donde vimos a aquella silueta oscura, la cual ahora sabemos que se trataba de Eddie —remarcó Rachel—. Significaría que él debió tirarlo allí en algún momento.
—Y que lo consiguió gracias a ella, por lo que ambos estarían juntos en esto —aventuró Lonnie.
—¿Leda y Eddie? —inquirió Ava.
Se escuchó a Vynx exclamar en el aire.
—¡Por supuesto!
Se acercó a las demás con paso apresurado.
—¡Es su madre! ¡Violet!
Parecía extasiada.
—¿Pero cuál de las dos realmente es Violet...? —preguntó Lonnie.
—No lo sé todavía, pero me refiero a la mujer con el rostro vendado que se presentó ante Rachel como tal —dijo Vynx apresuradamente—. Su edad es similar a la de Agatha y Eddie dijo que las violetas eran sus flores preferidas.
—¿Aha...? —Ava parecía confundida—. ¿Y eso que tiene que ver?
—¡¿No se dan cuenta?! —exclamó la colorada—. Cuando Leda pasó a formar parte de la Manada, Levi lleno la mesa de las flores preferidas de Clémence: las violas odoratas.
Todas la miraron.
—Violetas —reveló.
Sus ojos mostraban un brillo que Rachel no le había visto nunca.
—Leda adoptó a Eddie y le habló acerca del Lobo, pero él no creía en eso hasta que...
—Se apoderó de su cuerpo —finalizó Rachel.
—Y es muy probable que se haya hecho pasar por su ama de llaves para no ser acosada por la policía y mantener alejada a la prensa.
La muchacha colorada asintió, su pálido rostro pareció resplandecer bajo la luz de la Luna.

...

Se encontraban dentro de la estación de policía, todas hablaban a la vez y el oficial Martínez parecía no entender qué demonios le estaban diciendo.
—¡Por favor! —exclamó con las manos en alto—. Necesito que hablen de a una a la vez.
Rachel tomó aire.
—Cuando estuve en casa de Eddie, conocí a su madre. Pero no era quien ustedes creen que es.
Ava le enseñó la imagen de su móvil.
—Es ella —señaló Rachel—. Y no se llama Violet ni Helenka, su nombre es Leda, y es hermana de la abuela de Bonnie.
—Creemos que fue ella, junto con Eddie, quienes enviaban las estatuillas —estableció Lonnie.
El oficial Martínez apenas podía procesar toda la información que las jóvenes acababan de soltarle.
—¿La hermana de Agatha...? —preguntó él con el ceño fruncido.
—Sí. Su hermana gemela —soltó Vynx algo irritada—. Puede comprobarlo entre las cosas que se llevaron. Hay una fotografía de ambas.
El hombre sostuvo su mandíbula como si la cabeza le pesara.
La comisaría estaba casi vacía, solo quedaban algunos policías al teléfono.
En ese momento Ray se acercó con un café en la mano.
—¿Qué está pasando aquí? —preguntó observando a cada una.
Rachel casi pudo sentir el odio en la mirada de Lonnie.
—Creo que deberíamos ir a hablar nuevamente con Helenka. La señorita Anderson dice que ella podría estar fingiendo su identidad —comenzó a decir serio—. Afirma que es la hermana gemela de Agatha Boucher.
Ray levantó una de sus gruesas cejas.
—¿Qué?
Martínez parecía ponerse nervioso a su alrededor, se percató de que su frente comenzaba a sudar.
—Si es así, podría estar relacionada con la desaparición de...
—¿Qué estupidez estás diciendo? Agatha Boucher no tiene ninguna hermana —lo espetó Ray.
El joven se puso completamente rojo.
—Si busca entre las cosas de Rachel, hay una fotografía que lo prueba —repitió Lonnie ignorando a su padre.
Ray soltó una risita socarrona.
—No había nada allí, yo mismo revisé todo —señaló el hombre.
El oficial Martínez las miró desconfiado.
—Estamos diciendo la verdad —dijo Ava seria—. Y creemos que ella tiene a Bonnie. Por lo menos deberían ir a comprobarlo. ¡Por favor!
—Estamos haciendo todo lo que está a nuestro alcance para... —comenzó a decir Ray.
Lonnie soltó un bufido y movió la cabeza indignada.
—De acuerdo, iré a ver —accedió Martínez.
El jefe Young lo miró por un segundo.
—No te preocupes, iré yo. Tu turno está por terminar.
El joven oficial se levantó de su asiento.
—No hay problema, mi casa queda cerca del matadero —señaló.
—Pero ella ya no se encuentra ahí —se apresuró a decir Rachel—. Debido a la prensa.
—Ha vuelto a su casa hace algunos días —reveló tomando sus cosas.
Las muchachas también se levantaron.
—Primero las llevaré a sus casas —estableció Martínez—. No deberían andar solas por la noche.
—Iré contigo —estableció repentinamente Ray—. Eres un novato, la mujer podría mentirte a la cara y probablemente no te dieras cuenta.
Intentaba ridiculizarlo.
Y aunque Martínez trató de disuadirlo, no pudo contra su testarudez.
Nadie quería subirse al auto con Ray, ni siquiera el joven oficial que lo trataba cordialmente mientras el hombre constantemente le faltaba el respeto.
Las cuatro se subieron en la parte trasera del viejo patrullero.
Nunca se había subido a uno, se percató que tenía rejas y que no podía abrirse desde el interior.
Detrás de la comisaría el callejón estaba oscuro.
Trató de enviar un mensaje a su madre, quien probablemente estuviese preguntándose en donde se encontraba, pero parecía no tener señal.
Viajaban callados, probablemente porque nadie quería dialogar con Ray.
—Le diré a Carol que llegaré algo más tarde —dijo Martínez desde el asiento del acompañante, como si quisiera alivianar aquel silencio.
Lo vio con la cabeza gacha mientras tipeaba, supuso que Carol sería su esposa.
Ray frenó en una calle desierta para esperar indicaciones.
—¿A dónde vamos primero? —preguntó.
Ninguna le contestó.
—Bueno, parece que no tengo señal —sentenció Martínez guardando nuevamente su móvil—¿Quién de ustedes es la que vive más cer...?
En ese instante, Ray lo golpeó con un movimiento rápido cerca del cuello.
—¡Hey! ¡¿Qué estás haciendo?! —gritó Lonnie.
Las demás tardaron un momento en procesar lo que había sucedido.
Ray se apresuró a desarmarlo y luego lo inmovilizó.
A los pocos segundos el joven volvió en sí.
—¡¿Qué demonios, Ray?! —gritó él tratando de moverse.
Rachel y Vynx, que se encontraban a ambos lados de las puertas, intentaron abrirlas en vano. Lo mismo hicieron con los vidrios de las ventanas, pero era inútil.
El auto comenzó a moverse nuevamente.
—¡Déjanos bajar! —comenzó a gritar Ava.
Rachel tomó su móvil y comenzó a marcar, las demás la imitaron.
—Ray... —comenzó a decir Martínez de manera calmada—. ¿Qué es lo quieres? ¿Eh? ¿Por qué no nos tranquilizamos todos y...?
Pero el hombre no parecía oírlo.
—¿Papá...? —comenzó a decir Lonnie con voz temblorosa—. ¿Qué estás haciendo? ¡Déjanos salir!
Los teléfonos parecían no funcionar por alguna razón, pero Rachel intentó fingir.
—Si no te detienes, llamaré a la policía —lo amenazó.
Lo vio sonreír desde el espejo retrovisor.
—Puedes intentarlo... —se burló él—. Pero no creo que mi amiguito te deje.
Le mostró un pequeño cuadrado negro.
—Es un inhibidor de señal —señaló Martínez—. Es por eso que no podía comunicarme...
Pero en vez de asustarse o gritar, intentó hacerlo reflexionar.
—Por favor Ray, son niñas. Y una de ellas es tu hija —comenzó a decir—. Tengo una esposa...
Ava comenzó a lloriquear del miedo.
—¿A dónde vamos...? —preguntó.
Él volvió a sonreír.
—¡Voy a matarte! —gritó Lonnie comenzando a sacudir salvajemente la reja que los separaba—¡Déjanos salir, maldita sea! ¡Voy a matarte...!

El Lobo está viniendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora