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—¿Y ahora qué se supone que hagamos?
Ava se mostraba superada ante la situación y la ansiedad comenzaba a apoderarse de ella.
Rachel acaba de tener una experiencia extrasensorial, y cuando les contó lo ocurrido, ella simplemente supo que estaba diciendo la verdad.
Aunque aquello no la hacía sentir mucho mejor.
Junto a Agatha, las tres jóvenes habían discutido sus opciones, pero ninguna de ellas era fácil.
La primera era retener a Eddie hasta que hubiese un segundo eclipse total de Luna, mientras intentaban descifrar cómo encerrar a ambos Lobos dentro de la piedra y buscaban los collares.
La segunda consistía en destruir el cuerpo material del Lobo Negro, eso les daría tiempo para encontrar la manera de "exorcizar" a Rachel y luego tal vez destruir los collares.
Pero aquello implicaba matar a un ser humano, y por supuesto que no harían tal cosa, aunque ese ser humano sea Eddie.
Por lo que decidieron intentar retenerlo el tiempo suficiente para que Agatha averiguase cómo funcionaban los collares, aunque con su enfermedad, no tenían idea si ella podría lograrlo.
Una hora más tarde, las tres muchachas se encontraban en casa de Maggie.
—Si Eddie se encuentra cerca, necesitamos protección —decía Vynx haciendo una lista de cómo debían proceder—. Eso me lleva al punto número cuatro...
—¿Han sabido algo de Lonnie? —preguntó Rachel pensativa.
Ambas movieron negativamente la cabeza.
Se suponía que iría a una entrevista para un trabajo de medio tiempo, pero luego se reuniría con ellas. Ava notó la decepción en el rostro de su amiga, ambas parecían haberse hecho muy cercanas en aquel último tiempo.
La observó por un momento, analizándola.
Su aspecto luego del ataque era casi el mismo, ya que sus cicatrices permanecían ocultas debajo de su ropa, pero su ojo...
"¿Acaso el Lobo Blanco no solo tenía un solo ojo...?".
Esperaba que no terminara por pudrírsele y se le cayera de la cuenca.
Desechó rápidamente aquella imagen de su cabeza.
Rachel había pasado, en menos de tres meses, por más cosas horribles de lo que ella misma había pasado en toda su vida. Había muerto y resucitado milagrosamente, al igual que Jesús.
En ese momento casi pudo escuchar la voz de Maggie riñéndola por hacer aquella comparación.
Hani se subió en brazos de la joven de cabello largo mientras Vynx intentaba que Rubi no se restregara en sus piernas.
—¡Ava! —gritó ella indignada—. ¡Lo está haciendo otra vez!
Tomó a la gata entre brazos.
—¿Cómo vas a luchar contra El Lobo si ni siquiera puedes con un simple gato? —le dijo volteando los ojos.
En ese momento Bonnie se acercó a saludarlas.
Maggie había acompañado a Agatha a una cita en el hospital, por lo que solo ella se encontraba en la casa.
—Ava... ¿Crees que Maggie me deje tener un perro? —preguntó repentinamente.
—No lo creo —indicó negando con la cabeza—. Tenemos demasiados animales, además, Chester y Rubi odian a los perros.
El rostro de Bonnie mostró decepción.
—¿Qué te ha pasado en el rostro? —le preguntó Rachel.
Se percató de que la niña tenía varias marcas rojas que se extendían desde la barbilla hasta el cuello.
—Sam me lastimó hoy.
—¿Mi hermano?
Rachel pareció ruborizarse.
—Lo siento... —comenzó a excusarse—. Él a veces hace eso. ¿Te encuentras bien?
—Tic tac... —indicó Vynx con cara de pocos amigos—. No tenemos tiempo para esto.
—¿Qué están haciendo? —preguntó Bonnie observando la pizarra—. ¿Puedo quedarme con ustedes?
—Tal vez más tarde —se apresuró a decir Ava.
El rostro decepcionado de la niña le rompió el corazón.
Desapareció por las escaleras justo cuando Lonnie llamaba a la puerta.
Generalmente, su carga energética era tan fuerte, que cualquiera que estuviese a su alrededor podía contagiarse de su alegría, pero cuando se encontraba de mal humor...
Y esta vez Ava casi podía ver la nube negra que rondaba sobre su cabeza.
—¿Cómo te fue en la entrevista? —le preguntó.
—Genial... —ironizó ella.
Rachel le contó todo lo que había pasado y ahora las cuatro se encontraban en su habitación. Lonnie había escuchado sin decir palabra y con el rostro serio, cuando finalizó su relato, la muchacha rubia se levantó y se acercó a ella.
—¿Qué pasa? — preguntó Rachel.
—¿Realmente crees en todo esto? —inquirió mirándola a los ojos.
—Sé cómo suena, pero... sí.
Se volteó y enfrentó a Vynx.
—¿Y tú?
Vynx se alisó una arruga en su pollera verde al tiempo que contestaba.
—Sí, lo creo.
Lonnie abrió incrédula los ojos.
—Podía esperarlo de Ava. ¿Pero de ti...? —dijo negando con la cabeza—. ¿Qué demonios les pasa a ustedes dos? ¿Por qué siguen con todo esto?
Luego se acercó a Rachel y la tomó de la mano.
Ava entrecerró los ojos, aquello le resultó algo extraño, de alguna manera le pareció algo demasiado íntimo.
—Necesito hablar contigo —anunció arrastrándola hacia la puerta.
—No —se opuso ella frenando en seco—. ¿Por qué estás actuando así? Solo están tratando de ayudar.
El temperamento de Lonnie pareció encenderse ante ese gesto.
—¡¿Estás bromeando?! —soltó incrédula—. ¡Te están llenando la cabeza de estupideces! Rachel..., no existe ninguna maldición.
Tomó aire y luego trató de hablar en un tono más calmado.
—Sé que te han pasado cosas horribles, y lo siento mucho por eso —expresó ella sinceramente—. Pero créeme, no quieres adentrarte en ese lugar... No puedes comenzar a perder la cabeza ahora.
Rachel la miró por un momento.
—No lo hago, pero... —comenzó a replicar—. ¿Cómo explicas las muertes de los niños de mi familia y lo que le pasó a Agatha? ¿Y qué me dices de lo que hoy me pasó a mí? Tiene sentido.
Ava posaba los ojos primero en una y luego en la otra, Vynx en cambio, miraba al suelo.
—¡¿Sentido?! —exclamó—. ¿Siquiera te estás escuchando?
Se volvió nuevamente hacia Vynx y la increpó.
—Tú tienes la culpa de todo esto —le dijo enojada—. ¿Por qué no dejaste el asunto en paz?
Ella se levantó con la barbilla en alto y los ojos entrecerrados.
—Yo no tengo la culpa de que seas tan tonta como para no darte cuenta de que esto va más allá de nuestra comprensión —soltó cruzándose de brazos.
Ava también se levantó.
—Bueno, bueno... —intervino utilizando su cuerpo como una barrera entre ambas—. ¿Por qué no nos calmamos un poco?
Pero Lonnie estaba hecha una fiera.
—Quizá solo seguiste con el tema porque buscabas una excusa para llamar la atención — escupió—. Sino, ¿cómo alguien podría querer pasar más tiempo contigo?
—¡Lonnie! —la regañó Ava.
¿Cómo podía ser tan cruel?
Observó la mirada de desaprobación de Rachel, ninguna comprendía por qué actuaba de aquella manera.
—Déjala —dijo la colorada implacable, aunque supuso que aquello le había dolido.
Se acercó y luego la miró a los ojos.
—No eres más que una cobarde —musitó sin pestañar—. Rachel por lo menos quiere hacer frente a sus problemas. ¿Y qué me dices de ti? Estás tan asustada que lo único que haces es escapar de ellos. ¿Cómo piensas ayudarla si ni siquiera puedes ayudarte a ti misma?
Ava no entendió a qué se refería, pero aquel comentario hizo que se fuera de la casa con el rostro contraído y sus puños apretados.

El Lobo está viniendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora