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      La mañana siguiente comenzó algo tensa. Rachel fue la primera en llegar, seguida de Daniel, que la saludó con un vago movimiento de cabeza y un simple "Hey". Cuando el silencio se tornó molesto, Winona apareció para descomprimir el ambiente. Traía una pollera violeta y su semblante parecía haberse desinflado, se la veía desilusionada.
—¡Winona! —exclamó alegre de verla, aunque la sensación no duró demasiado—. Supongo que lo de ayer no resultó como lo planeamos.
—No lo sé —contestó encogiéndose de hombros—.Después de que te fuiste, estuvo callado y solo hablamos del ensayo. Pensé que quizás había pasado algo mientras estaba en el lavado...
Por el rabillo del ojo pudo ver a Daniel con la mirada fija en el móvil, aunque sabía que probablemente estaría escuchando.
—Solo una pequeña discusión —dijo Rachel intentando restarle importancia— ¿Podemos hablar luego? —pidió haciéndole una señal para que comprenda que quería hablarlo a solas.
—Claro, en el almuerzo.
Winona captó el mensaje enseguida y luego se ubicó en su asiento, unos cuantos pupitres delante. Rachel se agarró la cabeza consternada. Ya no podía postergar esa pequeña e incómoda charla con su amiga."Hoy va a ser un gran día", pensó amargada. Afortunadamente, aquella mañana no compartía ninguna de sus asignaturas con Eddie. No podría haber soportado estar en la misma habitación con Winona, Daniel y Eddie, hubiera sido demasiado. Suspiró y apoyó la cabeza en la mesa. No recordaba cuándo las cosas habían comenzado a complicarse tanto.

...

Para la hora del almuerzo no tenía hambre, así que aún continuaba con la vista clavada en su comida cuando Winona se sentó a su lado.
—Parece que hoy no tienes apetito —comentó con una sonrisa amigable.
—No realmente. Mira, Winona, últimamente tengo demasiadas cosas de las que preocuparme y no quiero que nuestra amistad sea una de ellas, así que solo te diré lo que pasó.
El rostro de la muchacha se volvió expectante.
—Bueno... —balbuceó.
Le contó todo, lo de las flores, el dibujo y la declaración. Ella no parecía muy feliz, pero fue comprensiva.
—Sabía que yo no le gustaba —reflexionó algo triste—. No te preocupes, solo tratabas de ayudarme.
Por alguna razón, su reacción bondadosa la había hecho sentir peor.
—Rachel, ¿puedo hablar contigo un momento? —preguntó Eddie apareciendo súbitamente junto a ellas.
Era a la persona a la que menos deseaba ver aquella mañana.
—Sí..., claro —contestó sin demasiadas ganas.
Winona los siguió con mirada compungida mientras se alejaban por el pasillo.
—Lamento si me precipité ayer. A veces puedo ser algo intenso.
Se notaba incómodo y avergonzado.
—Está bien, yo tampoco reaccioné de la mejor manera —dijo Rachel suspirando—. Me agradas, Eddie, pero solo como amigo.
—Me siento como un idiota —soltó él esquivando su mirada—. He arruinado las cosas entre los dos.
Llevaba una remera gris desteñida y parecía que no había dormido demasiado. Sintió pena por él, así que se acercó y le agarró cariñosamente el hombro.
—No digas eso —trató de animarlo —. Todo es igual que antes, no me iré a ningún lado.
Él asintió con la cabeza, no del todo convencido.
—Eddie... ¿Puedo preguntarte algo?
—Puedes preguntarme lo que quieras.
—¿Qué es lo que realmente pasó la noche de la fiesta?
—¿Qué quieres decir? —preguntó confundido.
—¿Te cruzaste con Daniel y él comenzó a golpearte así sin más?
—Ya te he dicho qué fue lo que pasó —dijo frunciendo el ceño—. Pensó que había sido yo quien llamó a la policía y luego solo... estalló.
—¡Maldito mentiroso!
En ese momento Daniel apareció por arte de magia.
—¡¿Por qué no le dices la verdad?! —bramó.
—¿Acaso nos estabas espiando? —lo acusó Eddie, luego se dirigió a la joven—. ¿Qué está pasando?
Sorprendida por la intromisión, Rachel se dirigió hacia el recién llegado.
—¿Qué estás haciendo...?
—Me aseguro de que diga la verdad. Y no lo está haciendo...
Se acercó con dos lagos pasos y quedó a pocos centímetros de la cara de Eddie, pero el joven no retrocedió.
—¡Hey! ¡Basta! —gritó Rachel separándolos.
Dos chicas que pasaban por allí los miraron curiosas.
—¿Por qué no le dices que te gusta mirar a los niños en el parque...? —Increpó Daniel con su ira en aumento—. ¡Mejor aún! ¡Dile por qué demonios estabas escondido en la habitación de mi hermana! ¡Maldito pervertido!
—¡Daniel! ¡Basta ya!
Rachel le dio un fuerte empujón intentando que retrocediera, pero él estaba encolerizado, nunca lo había visto así.
—¡Bien! —exclamó Eddie mientras lo miraba con odio—. Tiene razón. Estaba en la habitación de su hermana. Pero no es lo que piensas.
Ella lo miró estupefacta.
—¡Al fin lo dices! —desafió Daniel.
—Decidí ir a la estúpida fiesta solo para ver si Rachel se encontraba allí. Cuando llegué, tus amigos no me dejaron pasar así que decidí buscar otra entrada —dijo bajando la cabeza, avergonzado—. Me metí por la única ventana que encontré abierta, pero luego me encontraste y supe lo idiota que había sido y lo mal que eso se veía, así que no supe que decir.
Se produjo un momento de silencio, algunas estudiantes se habían detenido en sus casilleros para presenciar el espectáculo.
—Eres un mentiroso de mierda... —negó Daniel con la cabeza.
—Solo fue un malentendido, lo lamento.
—¿Por qué no me lo dijiste? —preguntó Rachel sin saber qué pensar.
Eddie comenzó a reírse amargamente.
—¿Hablas en serio? —preguntó incrédulo—. Ayer te confesé que me gustabas y saliste corriendo. ¿Cómo hubieras reaccionado si te decía que me metí por la ventana de una casa solo para saber si estabas ahí?
Ella bajó la mirada.
—Entiendo.
—¡¿Qué?! —Daniel parecía no podía creer lo que escuchaba— ¡¿Realmente crees esa basura?! ¡Está mintiendo!
—Por favor, para ya —le pidió Rachel—. Estás haciendo una escena.
—¡¿Yo?! ¡¿Estás bromeando?! —El temperamento del muchacho volvía a ir en aumento y comenzaba a exasperarla—. ¡Nos está mintiendo en la cara!
—Acaba de explicarnos lo que sucedió, ¿no puedes solo dejarlo pasar?
—No puedo creerlo... —dijo él con una risita cínica.
Eddie, quien había permanecido en silencio, clavó sus oscuros ojos en los de Rachel.
—¿Cómo sabías que había mentido?
—¿Qué?
—¿Cómo lo sabías? —volvió a preguntar serio—. ¿Él te lo dijo?
Daniel volvió a aproximarse a él, pero esta vez se acercó a su oído.
—Se lo dije ayer, cuando estábamos juntos en casa —soltó buscando herirlo.
Los ojos de Eddie se abrieron de par en par, miró primero a uno y luego al otro.
—Dijiste que tu madre te había pedido que cuidaras a tu hermano...
Rachel comenzó a hablar, pero él no la escuchaba.
—Ya veo... estabas hablando de él, ¿verdad? —dijo con una sonrisa amarga mientras su mente iba atando cabos—. Así que, esa no era realmente tu madre en el teléfono.
—Por favor, déjame explicarte... —rogó.
La miró como si ella le hubiera clavado un puñal por la espalda, traicionado.
—Parece que no soy el único mentiroso después de todo...
Dio media vuelta y se perdió entre la multitud. Daniel lo observó alejarse con desagrado mientras que Rachel dio un paso en su dirección, pero luego se detuvo, él tenía razón, ambos eran mentirosos.
—Eso no ha salido para nada bien —estableció acongojada—. Pobre Eddie, debe sentirse horrible.
—No. De alguna manera ha dado vuelta las cosas —sostuvo Daniel, incrédulo— Nos ha pasado la culpa y él ha quedado como un mártir —rió amargamente—. No te preocupes... apuesto a que se siente increíble.

El Lobo está viniendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora