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"... De todas las perturbadas personas que venían a visitar a mi padre, él fue el peor. Recuerdo la primera vez que atravesó nuestra puerta, la abrió de golpe, sin siquiera llamar primero. Traía puesto un tapado de piel y tenía aquella arrogante sonrisa suya tan desagradable. Henri pareció olerlo antes que ninguna de nosotras se percatase y esperó con la mirada clavada en la puerta hasta que esta se abrió. El hombre se presentó como Levi Velkan Lazar, pero nosotras lo apodamos: el Cazador. Quiso estrechar la mano de mi padre, pero él ni siquiera se movió, hacía mucho tiempo que había perdido aquellos gestos que lo hacían parecer humano. Con su mano allí colgada, pude notar que llevaba un gran anillo con extraño símbolo en él. El hombre ni siquiera se mosqueó por su descortesía, en cambio, se sentó en el lugar que solía ocupar mi madre tan solo unos años atrás, y como nosotras habíamos aprendido a leer a aquel ser en que ahora se había convertido nuestro padre, con tan solo una mirada supimos que debíamos dejarlos solos.
Levi, magnate de la industria de los rifles, había escuchado la noticia del naufragio de Henri y había viajado desde muy lejos para conocerlo. Era invierno y Leda estaba enferma nuevamente debido al frío, ya que la casa en donde los cuatro habíamos pasado grandes momentos juntos ahora se caía a pedazos, pero gracias a ello pudimos escuchar el eco de las palabras que él le decía. Su conversación fue corta, aunque llamarla conversación podía no ser el término correcto, ya que solo uno de ellos era quien hablaba. Las palabras que salían de los labios del señor Lazar eran en una lengua desconocida para nosotras, pero ni siquiera nos preguntamos si nuestro padre podía entenderlas, sabíamos que era así. Nunca supimos qué fue lo pactado en aquella habitación, pero luego de esa noche, el Cazador nos llevó a los tres a vivir con él".

Rachel se había salteado una clase y estaba leyendo el tercer diario de Agatha en una de las computadoras de la biblioteca del instituto. Daniel no había aparecido aquella mañana ni había dado señales de vida desde que ella había llenado su casilla de mensajes. Pero ahora su mente se encontraba perdida en la época en que Agatha tenía catorce años, sus ojos se deslizaban a la velocidad de la luz a través de las palabras y casi podía sentir que estaba siendo transportada mágicamente hacia el pasado.
La casa de campo del Cazador era una antigua mansión francesa atendida por varios criados, de los cuales las gemelas pasaron a formar parte, debiendo encargarse de mantener las habitaciones limpias y quitar el polvo entre otros tantos quehaceres. Descubrieron prontamente que tenían prohibido entrar a la gran habitación del ala este, solo el ama de llaves y algunos de los criados más antiguos podían prepararla para lo que ellas creían que eran fiestas organizadas por Levi. Cuando los invitados empezaban a llegar, ellas se recluían en su habitación y no salían en toda la noche a pesar de escuchar toda clase de cosas extrañas. Solo se animaban a espiar por la ventana mientras soñaban con robar alguno de aquellos autos de lujo que eran traídos por sus invitados y que debían de pertenecer a personas sumamente adineradas como lo era el propio Levi.

"... Celine y yo rápidamente nos hicimos amigas. Ella y su hermana habían comenzado a trabajar para Levi hacía unos años atrás, por lo que tenían más conocimiento de las cosas que sucedían dentro de la mansión. Ella me contó que aquellas fiestas se trataban de encuentros religiosos, pero su hermana mayor, Babette, quien era mucho más reservada, nos advirtió que no debíamos husmear en las cosas del "amo", como ella lo llamaba. Casi nunca veíamos a Henri, pero sabíamos que lo acompañaba en sus viajes de caza, y posteriormente, también nosotras tuvimos que hacerlo, ya que Levi nos informó que a partir de ese momento también debíamos encargarnos del bienestar de los sabuesos".

Rachel no pudo evitar que su estómago se revolviese con las descripciones de la cacería y de los animales que eran atrapados y destrozados por los perros.

"... La pieza de caza de la que más presumía Levi era un gran oso pardo disecado que estaba colocado sobre la amplia biblioteca. Decía que lo había matado con sus propias manos, y aunque yo no creía que aquello fuera cierto, me di cuenta de lo mucho que a Levi le encantaba ser el centro de atención. Una tarde, cuando nos encontrábamos de viaje, envió a uno de los criados a recoger lo que quedaba del animal que habían atrapado los sabuesos. Levi juró que había sido un accidente, pero en cuanto el hombre se agachó a recogerlo, una explosión abrupta se oyó en el aire... el Cazador le había disparado por la espalda. Fue a partir de ese momento que las cosas empezaron a cambiar. Levi comenzó a juntarse con viajeros que estaban de paso, borrachines del pueblo y mujeres de dudosa procedencia. Solía invitarlos a cenar y pasaban largas noches bebiendo, fumando y riendo. Una mañana, mientras preparábamos a los perros para salir, Babette nos ordenó que no los sacásemos del canil, así que pensé que quizá la salida se habría cancelado debido a la presencia de los invitados. Sin embargo, no fue así. Nos dirigimos al bosque con dos de los nuevos "amigos" de Levi, unos hombres bastante desagradables y de poca educación. Los sabuesos no nos acompañaron y no había señales de Henri, lo cual nos resultó extraño. Deambulamos por el bosque, ni siquiera sé por cuanto tiempo, solo escuchaba a Levi alardear sobre su viaje a Sudamérica y haber tenido la oportunidad de presenciar un entretenido juego entre los niños locales. Uno de los hombres, cansado ya de caminar, le preguntó hacia donde nos dirigíamos, pero él no le contestó, en cambio, comenzó a silbar entusiasmado aquella molesta melodía de siempre que decía: "Un juego tan antiguo que nadie recuerda su proveniencia, sin embargo, todos parecen conocerlo". En ese momento, vi el rostro asustado de mi hermana, y a pesar de que ella no solía hablar en público, tomó mi mano y me susurró: "Pase lo que pase, no me sueltes...". Levi continuó diciendo "Por lo que me dije que tenía que probarlo, hacer mi propia versión del juego...". Pero el hombre más corpulento, que estaba borracho, lo interrumpió: "Si con todo el dinero que tienes prefieres andar divirtiéndote con juegos de niños en vez de con una mujer, debes ser un idiota". Los dos hombres comenzaron a reírse, mientras que Levi solo se quedó allí mirándolos. Pensé que iba a usar su escopeta con alguno de ellos, pero solo comenzó a canturrear aquella horrible canción: "Jugaremos en el bosque mientras el lobo no está, porque si el lobo aparece, a todos nos comerá". Luego apuntó su escopeta al cielo y se escuchó un estruendoso ¡Bum! Lo siguiente que supe fue que estábamos corriendo y que Leda me guiaba a través de los árboles".

El Lobo está viniendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora