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Durante la clase no lograba concentrarse. Mientras su mente divagaba, su mano se movía inconscientemente dibujando a un cordero siendo devorado por un lobo. En ese momento, una mujer canosa entró al aula y se acercó a la profesora Smith, quien se encontraba llenando el pizarrón con datos incomprensibles. La mujer le dijo algo por lo bajo y ella asintió rápidamente con el rostro preocupado, luego se acercó a Edgard, quien estaba intentando descifrar aquel enredo tipográfico.
—Edgard, me temo que tu madre ha sufrido un accidente... —escuchó que le decía discretamente—. Ella está bien, pero se encuentra en el hospital.
Pudo ver la angustia reflejada en el rostro de Eddie, que se paró casi de un salto y se marchó rápidamente junto con la mujer canosa. Rachel contuvo la necesidad de salir tras él.
—¿Qué le pasó a su madre? —preguntó Winona a la profesora.
La había encontrado más de una vez observando tímidamente a Eddie, pero al parecer todavía no se animaba a hablarle.
—Se ha tropezado y ha sufrido unos cuantos cortes —contestó la Srta. Smith.
Winona le dirigió a Rachel una rápida miradita preocupada, pero enseguida corrió la vista.

...

Se sintió inquieta el resto de la mañana, y para la hora del almuerzo todavía no tenía respuesta de Eddie. Mientras comía sola en la mesa, ensimismada en sus pensamientos, Winona se acercó con una bandeja de comida.
—Hola —saludó algo tímida—. ¿Puedo sentarme?
—¿Le has pedido permiso a Sarah primero? —preguntó con desdén.
—Quería pedirte disculpas —indicó la joven sentándose frente a ella—. Sé que no me comporté bien contigo pero Sarah y yo siempre hemos estado juntas, algo así como tú y Maddie.
—Solo que ella no es una idiota —añadió Rachel enojada.
Winona sonrió comprensivamente.
—Sarah es... una persona difícil. No es mala, pero a veces hace cosas despreciables sin pensar —concluyó—. En ocasiones pienso que los humanos no somos tan sencillos de comprender después de todo.
Aquel comentario le recordó a la conversación que había tenido con Eddie.
—Sí, entiendo... —indicó jugando con su tenedor—. Entonces supongo que no soy tan mala persona por haberme alegrado de que se haya caído en el lavado.
Winona comenzó a reír.
—Para nada, fue un poco gracioso a decir verdad.
Ambas se miraron divertidas.
—No es por defenderla, pero creo que solo te tiene envidia —añadió Winona tomando un poco de jugo.
—¿Envidia? —preguntó asombrada—. ¿De qué?
—Le gustas a Daniel...
Rachel se sorprendió al oír aquello, pero fingió restarle importancia.
—Pues puedes decirle que a mí no me gusta.
—Bueno... no solo por eso —comenzó a decir Winona—. ¿Te acuerdas aquella vez que Mike te recitó un poema de amor en clase? A Sarah le gustaba. Lloró casi una semana entera.
—Teníamos como once años...
—Lo sé... pero se siente insegura, y se vuelve mala cuando está insegura —añadió Winona mientras pinchaba una de las albóndigas que tanto le gustaban.
En ese momento, el móvil de Rachel vibró sobre la mesa.
—La madre de Eddie ya se encuentra en casa —informó leyendo el mensaje —. Se lastimó bastante el rostro, pero por lo demás está bien.
—¡Eso es un alivio! —exclamó la muchacha de lentes sonriendo—. Me sentí tan mal por Eddie, siempre es tan amable. Yo quería decirle algo pero es que...
—Te gusta demasiado.
Las mejillas de su amiga se tornaron bordó.
—¿Se me ha notado mucho?
Prefirió, por el momento, evitar el tema de las flores y el dibujo. No quería decir algo que pudiera volver a poner distancia entre ellas.
—No demasiado —mintió—. ¿Por qué no se lo dices?
—Me da miedo —admitió—. Ni siquiera hemos tenido la oportunidad de estar a solas, creo que solo me conformo con estar cerca de él.
—¿Por qué no salimos los tres? —ofreció sin pensarlo demasiado—. Podríamos ir al cine, luego yo me iría temprano y así podrían conocerse mejor.
—¿De verdad harías eso? —preguntó emocionada.
—¡Claro!
Sarah estaba en otra mesa repleta de chicas y miraba de reojo su conversación. A Rachel le pareció extraño no haber vuelto a ver a Daniel en toda la mañana, no se encontraba con Sarah ni tampoco en la mesa con La Roca y los demás.

El Lobo está viniendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora