—¡Ella mató a su hermana! —chilló Ava, desconcertada.
—No puedo creerlo —expresó incrédula Maddie.
—Bueno... Leda tampoco era ningún ángel —intervino Lonnie.
—Pero, aun así, dejó que su hermana muriera —sostuvo Rachel, sombría.
—¡Leda la traicionó! —exclamó la rubia—. Se la entregó al Cazador en una maldita bandeja de plata.
—Quizá tú también lo hubieses hecho de tener un arma apuntándote a la cabeza —volvió a justificar Rachel—. Las personas pueden llegar a hacer cosas impredecibles cuando tienen miedo.
—Y cosas aún peores cuando se sienten traicionadas —retrucó la joven alta—. Y no, aun así, yo no lo hubiese hecho.
Todas guardaron silencio por un momento.
—Vynx tenía razón —dijo Ava, finalmente—. No hay nada que diga cómo detener la maldición.
—Necesitamos el otro collar —indicó Maddie—. Leda nunca dijo dónde lo había guardado.
—Y si lo tuviésemos... —comenzó a decir Rachel decepcionada—. Ni siquiera sabríamos qué hacer con él.
En ese momento, deseó que Vynx estuviera allí, necesitaba toda la ayuda posible y ella era muy buena analizando las cosas, pero aquella noche había dicho que estaba ocupada y no había dado señales de vida. Rachel se levantó de su asiento, se sentía cansada y realmente frustrada.
—Todo esto es demasiado... —soltó agotada mentalmente—. Necesito pensar. Hablaremos luego.
Sin esperar a que le contestasen se desconectó. Las lágrimas comenzaron a bajar por sus ojos mientras su móvil vibraba salvajemente. Lo ignoró y se sentó en el suelo mientras Gemma, que estaba a su lado, intentaba lamerle el rostro. Se sentía desesperanzada. Finalmente, se había dado cuenta de que no había nada que pudiese hacer. Nadie podía controlar a la muerte ni saber cuándo aparecería golpeando detrás de tu puerta. Esa era la verdadera maldición. Se levantó secándose el rostro y salió al pasillo. Encontró a su hermano y a su madre durmiendo en la habitación de sus padres. Se recostó a su lado mientras el cansancio la envolvía como si fuese un capullo. Aquella noche los tres durmieron juntos....
Al día siguiente volvió a faltar al instituto. Ni siquiera había tenido que inventar una excusa, su madre la había dejado dormir hasta tarde. Se había despertado agitada, pero cuando encontró a Abbie y a Sam en la sala comiendo wafles y helado, se unió a ellos.
—Papá volverá mañana —comunicó su madre—. Pensaba que se había casado con una Geisha y que tal vez estaban viviendo en un hotel cápsula, pero resulta que no es así.
Aquello la hizo sonreír.
—Regresa solo porque está huyendo de la mafia —indicó uniéndose al juego.
Abbie sonrió y le sirvió helado. Aquel viernes los tres se recluyeron en la seguridad del hogar, y a pesar de la ansiedad, Rachel intentó disfrutar del momento sin pensar demasiado.
—¡Sam! Mira lo que tengo —dijo levantando una gran caja envuelta en papel.
Había decidido darle su regalo un día antes, solo por las dudas. Se sentó a su lado en la alfombra y lo desenvolvió. Su hermano solo se fijó en él cuando las piezas cayeron desparramadas sobre el suelo.
—¡Uau! ¿Cuántas piezas tiene eso? —exclamó su madre sorprendida.
Rachel levantó un puñado con sus manos y las lanzó al aire como si fuesen monedas de oro.
—Mil.
—Van a pasarse toda la tarde armándolo.
Ella había acertado. Sam estaba encantado de buscar y encajar las piezas, por lo que en un par de horas, tuvieron armada la primera sección del rompecabezas en donde comenzaban a formarse coloridos peces. En ese momento, alguien llamó a la puerta. Ava, Lonnie y Vynx aparecieron en la entrada. La sala estaba completamente desordenada, había platos y vasos sucios en la mesa y las piezas del rompecabezas estaban por doquier.
—¿Qué están haciendo aquí? —preguntó sorprendida.
—Vinimos a ayudar —indicó Ava con una sonrisa.
Las muchachas se pusieron manos a la obra. Vynx insistió en ponerse a limpiar, Ava había sacado unos bocadillos y le estaba pasando la receta a su madre, mientras que Lonnie ayuda a Sam a armar el rompecabezas, aunque realmente no era muy buena. Al llegar la noche, Abbie sugirió ver una película y todas se apiñaron en el sillón. Pidieron comida y decidieron quedarse ahí hasta que fueran las doce. Sam terminó quedándose dormido en brazos de su madre, mientras aún sostenía con fuerza una pieza del rompecabezas. Ava era la única que estaba interesada en la comedia romántica que habían puesto, las demás estaban pendiente del reloj, incluyendo a Abbie, que lucía cansada aunque parecía igual de nerviosa que el resto. Faltaba una hora para que fueran las doce, pero en una hora podían pasar demasiadas cosas. Eso es lo que su cerebro le recordaba constantemente. Su pierna se sacudía nerviosa, Lonnie la tocó suavemente, aun así no logró calmarse. Su madre finalmente había caído rendida ante los brazos de Morfeo y aunque ambas estaban igual de cansadas, Rachel no podía quitar su mirada del reloj.
—¿Has hablado con Maddie? —le preguntó Lonnie para tratar de distraerla—. Sonaba preocupada luego de que te fuiste anoche.
Había hablado con ella hacía unas horas, pero se había olvidado completamente de que debía volver a llamarla cerca de la medianoche.
—Si no te conociera me sentiría indignada —exageró bromeando Maddie cuando finalmente la llamó.
—Lo siento, no he dormido bien y me siento terrible.
Quería decirle que se moría de miedo, pero no lo hizo.
—Todo estará bien, no te preocupes, verás que no pasará nada —añadió comprensiva su amiga—. Y mañana tendrás la excusa perfecta para salir a festejar.
Casi se había olvidado de la fiesta del Milk. La habían relevado de sus obligaciones al verla tan alterada y ella se había desligado casi por completo del tema. Se apoyó sobre el marco de la puerta de la cocina, en la sala la película continuaba.
—Supongo que sí... —musitó e intentando despejar su cabeza, cambió de tema—: ¿Cómo has estado tú? He estado tan pendiente de Sam que casi no hablamos.
—Mmm... A decir verdad, me he estado sintiendo algo sola.
Aquella confesión la sorprendió un poco.
—¿De verdad? Pero dijiste que Nueva York era fabuloso. ¿Qué pasó con tus nuevos amigos?
—No son mis amigos realmente, solo salimos algunas veces, no es lo mismo.
—¿Y qué me dices de Ryan?
—Rompimos hace algunos días —indicó Maddie—. Aunque está bien, supongo. No teníamos demasiado en común.
—¡¿Qué?! —exclamó Rachel—. ¿Por qué no me lo dijiste?
—¿Y aburrirte con normalidades mientras tenemos que luchar contra una maldición? —inquirió riendo—. ¡Nunca!
—Prometo compensarte —se apresuró a decir—. ¡Mañana tendremos el mejor y más divertido avistamiento de eclipse que jamás hayamos tenido!
—Ahora solo me estás dando miedo...
Hablaron por un rato más hasta que se percató de que la película estaba terminando.
—Faltan cinco minutos para las doce —informó Maddie.
Ella ya lo sabía.
—¿Puedes dejarme al teléfono?
Gemma movía la cola alegre mientras los rostros preocupados apuntaban hacia el reloj.
—¡¿Por qué tarda tanto?! —exclamó Lonnie ansiosa.
—Pasaría más rápido si no estuviéramos mirándolo —contestó Vynx, aunque ella también lo observaba.
Los ojos de Rachel se movían con el segundero, casi podía oírlo moverse. Samuel continuaba plácidamente dormido en los brazos de su madre, mientras ninguno de los dos se percataba de nada.
"5... 4..." Comentó a contar en silencio. "3... 2... 1..." de pronto la aguja llegó a las doce y ella contuvo la respiración. Ocho pares de ojos se movieron del reloj hacia el pequeño niño que ahora tenía once años.
—¡¿Qué ha pasado?!
La voz de Maddie resonó en la habitación. La aguja se movió una vez más y Rachel exhaló en forma de suspiro.
—¡¿Hola?!
Abbie se levantó sobresaltada, pero notó el ambiente ligero y el buen humor.
—Ha terminado, ¿verdad? —preguntó Ava mirándolas ansiosa.
Rachel asintió con la cabeza y luego miró a Lonnie, quien le dirigía una gran sonrisa. La presión de su pecho desapareció y fue entonces que comenzó a reír.
—¿Ya son más de las doce? —preguntó somnolienta su madre mirando el reloj.
—Sí —aseguró ella mientras le daba un beso en la frente a su hermano—. Feliz cumpleaños, Sam.
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El Lobo está viniendo
Gizem / GerilimSaga "El Lobo" Libro 1 "El Lobo está viniendo" La fina línea que separa la realidad de la fantasía se vuelve borrosa cuando Rachel, una chica de diecisiete años, comienza a convencerse cada vez más de que su hermano pequeño morirá antes de su próxim...