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Es domingo por la noche cuando finalmente me doy cuenta de que hay algo importante que olvidé decirle a Draco.

Inmediatamente le mando una lechuza para que pueda reunirse conmigo en la Sala de los Menesteres en diez minutos, porque sé que las cosas se pondrán mal si espero más para decírselo.

Afortunadamente, son solo las cuatro, así que tenemos tiempo antes del toque de queda.
No tengo intenciones de meterme en problemas con Carrows de nuevo.

Solo lo espero unos cinco minutos, y cuando llega, está sin aliento. Draco cierra la puerta detrás de él y corre hacia mí, agarrándome suavemente por los hombros.

Él pregunta entre jadeos,
—¿Qué pasa?

—Nada.—Le digo rápidamente, tocando sus brazos en un intento de calmarlo. Entonces recuerdo lo que tengo que decirle, y agrego con incertidumbre: Bueno, no nada, exactamente.

Draco me mira confundido y no lo culpo. Puedo decir que está a punto de hacer un comentario sobre lo extrañas que son las mujeres, así que tomo su mano y lo llevo al sofá.

Tan pronto como ambos estamos sentados, lo miro con una pierna debajo de mí. Está claro que Draco sabe que estoy molesta, mientras toma mis manos entre las suyas mientras espera pacientemente a que hable.

Respiro hondo y digo:
—No te conté todo sobre mi detención el viernes. Pasó algo más.

La cara de Draco se endurece, y de repente sé cómo debe sonarle eso. Rápidamente, continúo: Me preguntó algo justo antes de irme. Y no fue bueno.

Su rostro se ve más relajado ahora, y le da un ligero apretón a mis manos.
—¿Qué era?

Trago saliva, sabiendo lo que esto le va a hacer. Digo con la mayor calma que puedo:
—Me preguntó si tenía una relación contigo.

Hay un minuto de silencio mientras Draco me mira, claramente preguntándose si me ha escuchado mal.

Muerdo mi labio, sintiendo esta inmensa presión por romper el silencio y decir algo para que no parezca tan malo. Pero estoy aterrorizada de que empeore las cosas, así que me quedo en silencio todo el tiempo que puedo.

Draco suelta mis manos y se inclina hacia adelante, apoyando los codos en las rodillas. Mira fijamente a la chimenea vacía y dice en voz baja:
—Tienes razón. Eso no es bueno.

Me acerco a él y le susurro:
—Le dije que no.

Gira la cabeza y me mira profundamente a los ojos, pero no dice nada por un momento.
Draco cierra los ojos y cuando los abre una vez más, lucen doloridos.
—No deberías haber tenido que hacer eso.

Tentativamente me acerco y apoyo mi mano en su hombro, sintiendo el calor de él a través de su chaqueta. Mordiéndome el labio de nuevo, pregunto en voz baja:
—¿Va a decirle a Ya—Sabes—Quién?

Draco suspira y se inclina hacia atrás contra el sofá, estirando la mano para tomar mi mano una vez más. —No lo sé. ¿Parecía que te creía?

—No estoy segura. —Valbuceo, tratando de recordar los eventos del viernes por la noche, pero todo se ha vuelto borroso en el transcurso del fin de semana.

—Pensé que sí, pero era muy difícil de decir. Lo siento.

—Cassie. —espeta Draco, agarrándome por los hombros de repente para obligarme a enfrentarlo. —No te disculpes. Nada de esto es culpa tuya.

Su repentino cambio de humor me asusta, pero automáticamente asiento en respuesta.

Draco suspira de alivio y me acerca a él, y yo apoyo la mejilla contra su pecho. Nos quedamos ahí por un momento, sintiéndome segura en sus brazos, cuando él dice en voz baja:
—Cassie, lo siento mucho, pero no podemos dejar que nadie más sepa de nosotros.

hateful love. ᵗᵉʳᵐⁱⁿᵃᵈᵃDonde viven las historias. Descúbrelo ahora