CAPITULO 72

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VERDADERO ALFA

Narrador Omnisciente

—La manada Magna, una manada que todos añoran conocer, incluso el mismo Rey Alfa desea el poder de aquella manada que se suponía extinta desde hace siglos ¿curioso no crees? –
Menciona un chico no mayor de veinticinco años mientras sigue recargado en la pared viendo a otro hombre barrer.

El hombre que aproximadamente tenía entre treinta y cinco y cuarenta años que es a quien le hablaba volteo a verlo y negó cansado.

—Mencionar que a nuestro señor el Rey Alfa de esa manera va en contra de las leyes y normas establecidas. Ten más cuidado o ambos terminaremos cazados o con una espada de plata en el pecho, no quiero que alguien más muera. –
Le responde regresando su vista a sus labores con la escoba.

—Pero mientras nadie nos escuche esta bien ¿verdad? –
Le responde acercándose aquel chico al hombre frente a él.

—Mateo, no tienes ni dos meses trabajando aquí y ya quieres ser ejecutado. Los otros eran igual a ti, por eso terminaron como terminaron. –
Le responde el hombre alejándose del toque de aquel chico curioso.

—Los otros no tenían magia como yo ¿cierto? por eso puedo crear un hechizo de silencio a nuestro alrededor y así nadie escuchara nada de lo que hablemos, no tienes porque preocuparte tanto Rick. –
Comenta Mateo sonriendo.

Rick voltea a verlo deteniendo su trabajo y solo suspira negando ante lo dicho.

—No, ellos no tenían magia pero eso no significa que se salvaran ante los guardias de la manada así que no te arriesgues más y deja de hablar de eso. Sigue con tu trabajo, iré a terminar el mío en otra parte. –
Le contestó Rick llendose e ignorando los gritos de Mateo.

—Trabajar es aburrido, quiero acción ¡pronto! –
Se dice a si mismo y sigue con su labor de barrer las banquetas.

Rick camina hacia el gran jardín del lugar y comienza a barrer las hojas que se comienzan a caer por el cambio de estación, mira el cielo algo nublado y suspira comenzando de nuevo su trabajo.

Las horas pasan y pasan entre trabajo y trabajo, sin oportunidad de descanso hasta que la noche llega y la hora de dormir con ella. Todos los huéspedes de aquel lugar comienzan a dormirse uno por uno, dejando solo a los trabajadores de aquellas tierras en la oscuridad de la noche seguir con sus labores.

Cuando Mateo termina y entra a las habitaciones de los trabajadores se encuentra con que Rick aún no regresa, se preocupa pero no hace nada más ya que su cuerpo se rinde ante el cansancio del día y termina cayendo en la cama de Rick ya que ambos comparten habitación.

Mientras tanto Rick camina por las desoladas calles de la ciudad a altas horas de la noche, las personas respetan el toque de queda que las leyes dicen así que después de las diez de la noche ya nadie se encuentra fuera de casa más que los guardias de la manada. Rick es ágil, veloz y astuto, así que no es visto ni presenciado por los guardias ya que usa un objeto mágico para eliminar su aroma y presencia.

Los minutos pasan y entre callejón y callejón llega al lugar más escondido en aquella ciudad poblada por sobrenaturales y liderada por uno, es la única ciudad que puede abarcar casi la mitad del país y que es en realidad territorio de una manada. Rick luego de casi una hora corriendo, escabulléndose de la vista de los guardias y saltando de techo en techo llega a aquella pequeña cabaña en ruinas que se encuentra en la zona baja de aquel lugar y entra con tranquilidad.

—Cinco minutos tarde, te has vuelto lento. –
Dice un hombre de mediana edad con vendas en sus ojos.

Rick solo respira con algo de dificultad y aunque sea un hombre lobo delta los años le pesan ya que tiene más años de los que aparenta, se sienta en un trozo de tronco que pertenecía a la pared y suspira.

¿Dejarán de rechazarme?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora