2. Si lo supiera todo, yo sería Dios.

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México, 1912.

La hora de cenar ha llegado.

Ya me encuentro en mi habitación, mi cabello está húmedo por la ducha que acabo de tomar. Mi cuerpo todavía se siente adormecido y mis extremidades hormiguean por las descargas eléctricas.

Todos aquí me creen loca desde el momento en que llegué. Sé que Marina también lo hace, pero no lo demuestra. Ella es mi enfermera, viene todas las noches a asegurarse de que coma y de que tome mi medicamento.

Sé que piensa que soy un paciente más, que todo lo que digo es falso y que de alguna forma mi mente está mal para creerme todo lo que invento. Pero al menos, es la única aquí que me trata cómo una persona, no como un experimento.

-¿Tomaste tu pastilla?- pregunta a lo que yo asiento- Abre la boca.

Hago lo que pide y levanto la lengua para que pueda ver que en verdad la tragué.

-Muy bien, Sara.

-Es raro responder a ese nombre ahora que sé cual es el verdadero.

Marina me mira con compasión, como si supiera que no tengo cura.

Su cabello negro va atado en un perfecto moño en su nuca, lleva el gorro y uniforme de enfermera. Tiene treinta años pero estoy segura de que aparenta menos. Siempre está ofreciéndome su mejor sonrisa pero detrás de ella sé que siempre hay un "vas a morir en alguna de las terapias"

-Elissa, ¿cierto?- pregunta.

Creí que lo que querían era sacarme esa historia de la cabeza. Qué no querían repetirla ni darme la razón.

-¿Por qué no me cuentas?- me ofrece una sonrisa de lado- ¿Quién dices ser en realidad?

-Ya se los dije y terminé aquí encerrada.

Hay un silencio incomodo, pero solo dije la verdad. No es un secreto que nadie me cree y nadie quiere compartir mis conocimientos, ¿por qué soy la unica que recuerda todo?

Marina al no tener una respuesta que darme; comienza a mover la charola de comida hacía mi para invitarme a comer.

No quiero comer, tengo un nudo en la garganta que a duras penas me deja respirar.

-Estas enferma.

-Enferma- pronuncio la palabra y por alguna razón me deja un sabor amargo-Antes me decían loca, pero supongo que enferma solo es otra forma de decirlo.

-¿Tu familia te decía eso?

Levanto mi cabeza para poder verla y me doy cuenta de que se nota interesada en lo que cuento.

-La familia que solía tener, creían que estaba loca, incluso que era una hereje- confieso.

Si es que alguna vez les pude llamar familia.

-Creo que no comprendo... ¿Hiciste algo para que lo pensaran?

Hice muchas cosas mal. Pero sigo preguntándome que tanto castigo merezco por ellas.

Perfecta creaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora