71. Alguien que haga las cosas por ti.

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-En cuanto tenga la oportunidad de conseguir otro empleo dejaré la panadería- dice Sebastian caminando a mi lado.

No falta mucho para que oscurezca así que decidimos que era hora de volver a la taberna, pero Bash tiene que ir a la casa de su padre por su paga.

-Me pones nerviosa- digo acariciando mis brazos-No me has hablado nada bien de él y ahora estoy a punto de conocerlo.

-No tienes que conocerlo, solo entraré y pediré mi pago- se gira para mirarme-¿Estas bien con eso?

Asiento-¿Por qué no lo estaría?

-Porque no quiero que pienses que me avergüenzo de ti y no quiero que te conozca- dice como si fuera evidente-Si quieres acompañarme te lo agradezco, y si piensas que es mejor esperarme afuera te comprenderé.

-Puedo acompañarte- le ofrezco una sonrisa.

-Bien, solo disculpa si de pronto es grosero.

Después de caminar un poco más puedo darme cuenta de que nos comenzamos a dirigir a una casa en especifico. Es más bonita que las que la rodean y supongo que es porque la panadería es uno de los lugares más concurridos en el pueblo.

Bash toca la puerta y después de un momento alguien por fin abre.

Lo primero que veo en él son los mismos ojos de Sebastian, también es alto, pero fuera de ahí no se parecen mucho. El hombre lleva el pelo lleno de canas y algunas arrugas en su frente sumándole un poco de edad a su apariencia.

-Sebastian, creí que ya no vendrías.

-Tengo que comer, padre- dice Bash tomando mi mano para adentrarnos a la casa.

No es muy grande, pero lo es más que todas las casas del pueblo, y en mejores condiciones.

-¿Quién es ella?- dice entrecerrando los ojos al verme.

-Elle- decimos al mismo tiempo.

El hombre me mira y simplemente asiente como si no le causara gracia que esté aquí.

-Vamos, dejé el dinero por acá- dice haciéndole una seña para adentrarse a la casa.

Bash se gira a verme y me hace una seña para que lo espere aquí.

Veo como se van por el pasillo y dan vuelta detrás de una pared que ya no me dejan ver lo que hacen.

Me giro para ver el lugar y lo primero que me encuentro es una mesa con un rosario muy parecido al que siempre llevaba mi padre. Lo tomo para apreciarlo mejor y por alguna razón me da una mala sensación. A pesar del aire frío allá afuera con solo tomarlo siento calor, mucho calor, como si mis manos se estuvieran quemando.

Lo suelto y este termina cayendo en el lugar de donde lo tomé.

Miro mis manos y estás puedo verlas con quemaduras, y al rojo vivo.

¡¿Qué es esto?!

Preocupada las restriego contra mi vestido y vuelvo a mirarlas, estas ya no tienen nada de extraño, como si no hubiera sucedido nada.

Dirijo mi mirada de nuevo a la mesa y todo parece en orden, ¿fue un presagio? ¿Mi mente hizo esto?

De pronto comienzo a sentir miedo de no comprender lo que sucede. ¿Por qué pude sentirlo?

Camino en dirección a donde se fue Bash intentando sentirme protegida de que si vuelvo a pasar algo así pueda al menos tener a alguien más cerca que me escuche gritar.

-¿No crees que ya es momento de sentar cabeza?-escucho la voz del padre de Bash.

Son casi inaudibles, tal vez es la lejanía lo que no me permite escuchar bien.

Perfecta creaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora