72. Hasta que esta vida termine.

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México, 1912

-¡Bueno, comenzamos!- dice el doctor entrando con los dos enfermeros que hacen de guardaespaldas siempre- Veo que la preparaste-mira a mi enfermera.

-Dice que tiene nauseas- contesta Marina intentando acercarse a la maquina-Mejor seguir mañana.

-Ve a atender a alguien más Marina- dice el doctor alejándola- Aquí estaremos bien, si te necesito te lo hago saber.

La toma por los hombros y veo como mi enfermera intenta verme. Por un momento los ojos de Marina se convierten en los de mi hermano hace muchos años.

Comienza a empujarla hasta que la saca por completo de la habitación y cierra la puerta.

La puerta tiene una pequeña ventanilla, Marina me mira una ultima vez, pero termina retirándose.

-Bien, ¿en qué estábamos?- dice el doctor sentándose en la silla que está junto a la maquina- ¿Quieres contarme algo?

-¿Quiere saber algo?

Asiente-Quiero saber si tus alucinaciones están desapareciendo.

-No son alucinaciones, son recuerdos de mi vida pasada.

El doctor suspira. Quita sus lentes y los deja sobre la mesa para comenzar a masajear el punte de su nariz.

-¿Cómo es que llegaste aquí entonces, Sara?- pregunta molesto-¿Moriste dando a luz? ¿Ahogada? ¿Por vejez?

Francia, 1477

Un sonido comienza a molestarme, pero no lo suficiente para despertar. Estos rápidamente se detienen haciéndome caer en un profundo sueño.

Aunque no tardo mucho en volver a despertar esta vez sobresaltada por los fuertes e insistentes golpes que ahora me doy cuenta de que provienen de la puerta.

Miro a Bash quien parece igual de confundido y asustado que yo. Antes de que pueda levantarme, él lo hace y se acerca a la puerta para abrirla.

-¿Sucede algo?

Noto que de inmediato Bash intenta cerrar la puerta no dejándome ver hacia afuera.

-¿Usted es el joven Sebastian?

-Soy yo- responde serio.

¿Quién podría buscar a Bash en este momento?

-¿Se encuentra una joven doncella con usted?

-¿Quién es, Bash?- pregunto poniéndome de pie.

Al mismo tiempo que pregunto esto, Bash responde que no.

No entiendo que sucede, pero al parecer quien estaba afuera ahora empuja la puerta abriéndola por completo.

Lo primero que veo es un hombre de la guardia, con su uniforme y el escudo de la corte. Al hacer contacto visual frunce el ceño.

Lo conozco. Es uno de los guardias que me custodió el día que me despedí de Mirari y mi madre.

-Reina Elissa- murmura.

Intenta adentrarse a la habitación, pero Bash lo empuja contra la pared del otro lado del pasillo.

-¡Vete!- me grita.

El guardia golpea a Bash, sin embargo este no lo suelta, y se avalanza contra el guardia arrojándolo al suelo.

-¡Ahora!

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