60. Elle.

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El alba ha llegado y yo sigo a la orilla del río. Las lagrimas se han secado en mis mejillas y el aire que respiro parece hacer que mi cuerpo vaya recobrando la vida lentamente.

Empapo una vez más el trozo de tela que arranqué de mi vestido y termino de limpiar mis pies. La sangre de la rata ya estaba seca y tenía un montón de hojas y tierra pegadas entre mis dedos.

En el momento no pude pensar en el duque Thompson por el miedo que me causaban las ratas. Vincent me hizo creer que se había ido a su propiedad fuera de la corte. El cuerpo no puede tener mucho tiempo ahí, las ratas lo abrían devorado entero si ya hubieran pasado tantos meses desde que se fue. Alguna razón tuvo que traerlo de regreso a la corte y decidieron asesinarlo antes de que hablara. O tal vez nunca dejó la corte, ¿y si estuvo encerrado en el aislamiento del calabozo?

Un sonido en el agua me hace levantar el rostro asustada.

Una doncella que se ve un poco mayor que yo está tomando agua del río con una cubeta. Ambas hacemos contacto visual hasta que ella dice:

-Buenos días.

Quiero responder, pero las palabras no salen de mi boca.

-¿Estas bien?- repite dejando la cubeta en el suelo. Su mirada parece ir directo a mi cabello.

Trago saliva y aprieto mis manos en puños para intentar hacerme despertar.

Asiento-Sí.

-¿Vives cerca? nunca te había visto por aquí.

La doncella leva su largo cabello castaño recogido en una trenza. Sus ojos grandes parecen irradiar calma, al igual que su sonrisa.

-Del sur- miento- Huí de mi casa...

-¿Necesitas ayuda?- dice tomando la cubeta de agua y acercándose un poco a mi-No te ves muy bien.

Tengo la boca seca, me siento débil y creo que no es buena idea confiar en quien sea, pero es que ahora mismo sería capaz de lo que sea por un trozo de pan.

-Quiero ayudarte, no me tengas miedo- dice la doncella dejando la cubeta de agua en el suelo y extendiendo su mano hacia mi- ¿Por que no vienes conmigo y me cuentas que te tiene tan preocupada?- me sonríe- Mi casa es pequeña, pero eres bienvenida.

Dudo en tomar su mano, la miro de arriba a abajo una vez más y termino haciéndolo de una vez por todas. Una vez estando de pie veo mejor sus ojos. Son muy oscuros y no logro ver ningún presagio en ellos; en cambio, entre más me concentro en sus ojos las luces a su alrededor son más brillantes.

-¿Cómo te llamas?

-El...

No debería decir mi nombre, ¿cierto? Si llega el rumor de que buscan a la reina Elissa como fugitiva, podrían delatarme sabiendo que de pronto llegó una completa extraña llamada Elissa y que parecía estar huyendo de algo o alguien.

-¿Elle?- pregunta confundida.

-Sí- asiento- Lo siento, creo que sigo algo agitada con el viaje.

-Mi nombre es Eva- dice volviéndome a ofrecer su cálida sonrisa- Vamos, creo que necesitas dormir.

Toma la cubeta de agua y comienza a guiarme hasta llegar a su casa.

•••

Eva fue muy amable al dejarme pasar aquí el día. Por un instante antes de entrar no quería arriesgarme a que la noticia de mi búsqueda llegara y decidiera traicionarme, pero al momento en que vi ese trozo de pan que me ofreció todo eso quedó en el olvido. Le pedí asilo solo hasta el anochecer, no quise decir mucho sobre mi antigua vida y Eva pareció comprender que no confiara en ella. Creí que me echaría en cuanto no diera ningún tipo de información sobre quien soy, pero me equivoqué en sacar conclusiones apresuradamente. Me aseguró que yo era quien parecía asustada y que esperaría a que le contara las cosas, solo en caso de que quisiera hacerlo. También me ofreció su cama para dormir un poco mientras ella hacía sus deberes afuera en la granja.

Perfecta creaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora