46. Hay belleza en todo lo que me rodea.

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-No debería robarle cosas a su reina-tal vez no fue la mejor respuesta pero es lo primero que salió de mi boca.

-¿Qué será esto?- pregunta ignorándome.

Veo que intenta abrirlo y ahí es cuando intento acercarme para quitárselo, como él hizo conmigo.

-Va dirigido a sus reyes, no a un simple cocinero- intento arrebatárselo pero lo pone detrás de su espalda-Entréguelo, joven Sebastian.

Ríe y se da la vuelta para seguir caminando por el pasillo que da a las caballerías.

-¡Creo haberle dado una orden!- digo apresurando el paso para seguirlo.

Sebastian alza su mano al aire y me mira con una ceja levantada esperando que lo alcance, o más bien, todo lo contrario. Si fuera de la altura de Vincent tal vez lo hubiera alcanzado más fácil, pero a su lado parezco una niña pequeña. Fácilmente saca dos cabezas y alzando sus brazos por más que lo intente no lograré arrebatársela.

-No voy a seguir su juego- respondo mirándolo con mi ceño fruncido.

-¿El tutor de princesas le enseño a que estaba mal saltar?- me mira con una sonrisa burlona.

-Los tutores de princesas- imito la forma en que lo dijo-fueron mis reyes, los cuales también son mis padres. Así que sí, me enseñaron a no rebajarme a la altura de un simple sirviente.

-Bueno no puede rebajarse cuando evidentemente ni con su altura podría alcanzar la carta- me mira mal- Disculpe usted, la altura de este sirviente es más que la suya.

-No estoy jugando, joven Sergeant.

-Tampoco yo, si quiere la carta consígalas por si misma- la baja a la altura de mi rostro pero cuando intento tomarla vuelve a alzarla evitándolo- ¿Sabes lo que se siente estar fuera de la corte?

No respondo.

-Es igual que esto, por más que trates de saltar por esta carta no vas a conseguirla.

-¡No estoy de humor!- reclamo- Obedece a tu reina y entrégame la carta.

-Mi reina no tiene mucho poder aquí según tengo entendido.

La palma de mi mano termina impactando contra su mejilla provocando un fuerte sonido. No dice nada, solo me mira mal. Mi pecho sube y baja sintiendo como retengo toda mi rabia dentro de mi cuerpo pero me alegra que ahora su mejilla esté así de roja.

¿Por qué estoy tan molesta?

Desde hace días estoy irritada, pero ahora me siento furiosa, tal vez es el hecho de que me siento una tonta por no poder hacer nada para cerrarle la boca. Por más que desee lo contrario, es cierto lo que dice.

Sebastian comienza a reír, pero no en forma de burla como antes, no sé describir lo que hace o quiere decirme.

Baja su brazo e intento arrebatarle la carta pero me esquiva con facilidad. Me muevo hacia él y vuelve a lograr evitarme, todo sin borrar la sonrisa de su rostro.

Camino hacia él dispuesta a quitársela y él parece no costarle trabajo escapar de mi, incluso estando caminando de espaldas.

Perfecta creaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora