17. Arrogante, inestable y maleducada.

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México, 1912

-Debió ser duro- dice Marina- Te enamoraste de él y al día siguiente de tu boda te rompió el corazón haciéndote sentir insuficiente.

Niego- Como te dije, si me enamoré y también estuve casada. Pero no fue del mismo hombre si eso es lo que piensas.

-Si no fue de él entonces...- parece pensárselo un poco y entender todo-¿Tu hermano?

Keith tenía razón cuando dijo que era mi alma gemela, y sé que ya lo he encontrado en esta vida. Tal y como él lo dijo en la anterior.

No respondo, simplemente miro al suelo evitando la mirada de mi enfermera.

-¿Te enamoraste de tu hermano?- pregunta Marina.

Francia, 1477

Al apenas lograr entrar al bosque detengo el caballo y bajo apoyándome en uno de los árboles para tomar aire.

Parece que nada de lo que hago está bien. No comprendo, toda mi vida fui entrenada para ser reina, pero el consejo no me cree capaz de tomar el control de mi propio país el cual me corresponde por derecho y linaje. Fui entrenada para conseguir un esposo y al hacerlo lo decepciono en la noche de bodas.

No sabía que fuera amigo de Lady Edith. Pero el que estuviera hablando así con ella solo me da a entender que era un tipo de queja hacia mi.

-Elissa.

-¡Soy una tonta! Creí que no era problema para él, pero ya me di cuenta de que si y ahora me siento tan insuficiente.

Me dejo caer en mis rodillas en el suelo y siento como mi hermano se coloca detrás de mi abrazándome con fuerza.

-Vas a estar bien, tú eres la reina y ni él ni nadie va a quitarte la corona por esto- quita el cabello de mi rostro y luego acaricia mis brazos intentando que me calme- Te ayudaré, tú tranquila.

•••

Ver las nubes me trae calma, el viento haciéndolas alejarse cada vez más.

Respirar fuera de la corte es de lo mejor que hay. El ambiente se torna denso apenas cruzas sus puertas.

Después de atravesar el bosque hay un lugar grande lleno de césped y que tiene vista a un trigal. Sin personas diciéndote que hacer, sin molestas voces preguntando por ti todo el tiempo, y una pequeña casa hecha de piedra la cual nunca fue terminada.

Veníamos seguido con papá cuando éramos niños, pero cuando cumplí catorce y mi hermano diecisiete, él dejó de acompañarnos. Sabía que ya podíamos cuidarnos solos y al no ser unos niños ya no salíamos a jugar tan seguido.

Ahora estamos de nuevo aquí después de tantos años, después de esa ultima vez que pensamos que venir sin papá no era lo mismo. Y con diecinueve años, sigo pensando que ciertamente no lo es, pero estar con Keith lo compensa.

-¿Crees que algún día alguien me ame?- le pregunto a mi hermano.

Ríe-Yo te amo.

-¡No!- niego- Me refiero a que me ame en verdad.

Keith se incorpora, y queda sentado frente a mi.

Perfecta creaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora