35. Cedió ante la tentación

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Al despertar después de un par de horas; quien irrumpe en mi habitación es Vincent.

No llegó a dormir en toda la noche, estoy seguro de que estuvo con Edith, siempre que está molesto conmigo se va a dormir con ella.

-¡Levántate!

-¿Qué sucede?- pregunto alterada.

Vincet toma mis brazos y me obliga a ponerme de rodillas sobre la cama.

-¡¿Donde está Daly?!

-No sé.

-¡TE HICE UNA PREGUNTA!- me grita.

-¡TE DIJE QUE NO LO SÉ!- grito de vuelta- ¡Suéltame!

Frunce el ceño, analiza mi rostro como si estuviera buscando un signo de mentira pero no lo encuentra. Al tener las manos a la altura de mi rostro parece darse cuenta que falta algo.

Mi anillo.

-¿Donde está?

-Lo perdí- miento.

Jala de mis brazos hacia el frente y se mueve a un lado. Al caer al suelo caigo de lado golpeando mi brazo.

No fue una gran caída, pero de todos modos a dolido.

Vincent ha comenzado a buscar por toda la habitación algo, pero no tengo idea de lo que es. ¿El anillo? ¿Una prueba de que yo liberé a Keith?

-¿Y esto?

Levanto mi rostro y al ver que lleva en sus manos el cristal rosa, mi corazón parece detenerse por un segundo.

-Lo encontré en el jardín y lo tomé.

Rueda los ojos y lo arroja de nuevo al tocador-Deja de romantizar todo lo que ves.

No digo nada, me limito a quedarme viendo como busca entre los cajones. Pero no es hasta que derriba todas mis joyas, que me decido a hablar.

-¡¿Qué demonios buscas?!

-¡El anillo!

-¡¡Te dije que lo perdí!!-le grito-¿Para que lo quieres? ¿Quieres que nos separemos? Créeme que vengo esperando eso desde la noche de bodas.

-¿Y porqué no lo haz dicho al consejo?

-¡¡Por cobarde!!

Ríe con sorna-¿Entonces admites ser una burla para esta corte?

Me rehuso a contestar, sé que hacerlo es solo desperdiciar mi tiempo y energía. Vincent jamás admitiría que todo lo que llevo guardado en el pecho contra él ha sido por sus malos tratos.

Me pongo de pie y recojo el cristal rosa. Ni siquiera es mío, pero al menos no se rompió.

No puedo decir lo mismo de algunas de mis joyas.

-¿Para que quieres el anillo?

-Se lo daré a Edith.

-¿Tu amante?

Me mira como si fuera claro- La única que puede darme lo que tú no- relame sus labios- De nada te sirve ser bonita si tienes una boca muy grande que no para de decir estupideces.

El coraje invade mi cuerpo, estoy harta de que me digan que debo mantenerme con la boca cerrada. Soy la reina, soy quien ordena aquí, soy la reina de mi propio país y ningún rey va a venir a mi país, a mi corte y mi vida a decirme como actuar.

Perfecta creaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora