La vida es tan simple pero todos insistimos en complicarla, ¿No es verdad? Hay quienes desean tener todo y al mismo tiempo no se dan cuenta de lo muy afortunados que son: Tienen un techo, una cama abrigada, ropa distinta para vestir los distintos días de la semana, si abren su canilla tienen agua potable, si quieren ducharse ni deben calentar el agua, no tienen el miedo de no saber si el día de mañana podrán comer al menos un pedazo de pan viejo, hay zapatos en sus pies, hay privilegio en cada una de estas cosas, y te lo afirmo porque yo, se lo que es vivir sin todo esto.
A pesar de esto, tenía muchas cosas: Podía dormir cada noche bajo el techo de mi abuela, y la tenía viva que no es algo menor, mi pequeño hermano Patrick estaba sano, mi madre también se encontraba bien, tenía agua aunque fuese de un aljibe, podía bañarme aunque no fuese con agua caliente, tenía ropa para vestir a pesar de que solo fuesen 5 juegos, no teníamos mucho por comer pero al menos me aseguraba de que Patrick y mi abuela no se quedaran con hambre, mi madre y yo a veces dejábamos nuestro bienestar de lado.
Mi cabello era negro y rizado, mis ojos verdes y mi piel vestía un tono café claro inclinándose hacia el blanco, no como el de mi madre que era bien oscuro, al igual que el tono de piel de Patrick. Me llamo Katrina, como aquel huracán tan destructivo del dos mil cinco, me apellido Domínguez, como mi padre, ya que compartían el apellido por su matrimonio, del que nos dieron como fruto. Mi cuerpo era normal, ni tan pechugona ni tan sin nada, tenía un hermoso lunar en mi mejilla izquierda que me volvía única.
Mi madre, Sam Domínguez, siempre me recordaba lo hermosa que era, pero la verdad era que ella lo era: Era perfecta, sus ojos verdes, su piel oscura, su pelo rizado como el mío, tenía un poco de sobrepeso, pero eso no le quitaba nada. Mi abuela, Denisse Santos, era el calco exacto de mi madre, pero con un par de arrugas más.
Fui a sacar la ropa que ya se había secado para doblarla y guardarla. Una vez que ya había preparado todo comencé a dirigirme a la habitación de mi abuela, pero escucharlas hablar me detuvo y sentí curiosidad en escuchar, pues lo poco que hablaban siempre lo hacían a escondidas.
-No puede ser que ya no haya ni pan -Manifestó Denisse.
-Lo lamento madre -Contestó apenada Sam.
- ¡No merecemos esta vida! Podríamos tener todo -Insistió Denisse.
-No sigas por favor -Pidió Sam.
- ¿Acaso es mentira Sam? -Preguntó Denisse.
-Sabes que no hay más remedio, ya no tengo nada -Murmuró apenada Sam.
En ese momento decidí entrar, quería averiguar más, no quería que me ocultaran más esto, después de todo ya tenía veinte años y estaba apta para saber todo. Un poco molesta dejé la pila de ropa sobre la cómoda.
- ¿De qué hablan? -Pregunté molesta- Siempre cuchichean y nunca me dicen nada, ¿Cuál es ese secreto que por tantos años me están ocultando? Porque no es la primera vez que escucho una conversación referida a esto.
-No es nada, mi sol -Respondió Sam.
- ¿Y por qué no le dices? -Planteó Denisse.
- ¡Porque no! ¡Ella no tiene porqué saberlo! -Exclamó Sam.
-Mi querida nieta -Dijo Denisse- A tu madre le robaron su fortuna.
Y esa noticia fue como si me cayera un balde de agua fría, realmente no me esperaba que me dijeran semejante cosa.
- Pero ¿qué? ¿Cómo es eso? -Pregunté confundida.
-No sigas madre -Exigió Sam.
- ¡Voy a seguir! -Contestó Denisse- ¿Cuánto tiempo más planeas seguir ocultándole esto?
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Lamento Haberme Enamorado de tí
RandomCuenta la historia de Katrina, un alma rebelde que nunca sigue las reglas, viaja en busca de trabajo a la ciudad, aunque dentro de sus razones también se encuentra la venganza, luego de un par de días de búsqueda y sobreviviendo con lo poco que tení...