Capítulo 29.

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  Abrí los ojos cuando aún era temprano pero algunos rayos de sol comenzaban a salir, lo vi dormir y fue la imagen más linda que vi, fue el momento más perfecto que viví. Me encontraba acurrucada entre sus brazos con mi cabeza en su pecho, roncaba un poco y solía decir palabras sueltas mientras dormía. Besé su mejilla nuevamente, la hora se había cumplido y la magia ya no debía estar, me levanté con el cuidado suficiente como para no despertarlo y me vestí.

Con cautela me dirigí a mi cuarto, rogando que nadie me viera vestida de esta manera porque imaginaba que llegarían miles de preguntas que no sabría cómo contestar. Me di una ducha caliente por más de que hubiera preferido no hacerlo, pues estaba borrando el aroma y la esencia de mi amado de mi cuerpo pero así terminaba sellando nuestra despedida. Me dolía, pero era lo mejor, yo no podría ofrecerle más de lo que Oriana podía, yo apenas tenía un techo viejo que ni siquiera llevaba mi nombre, si un día desaparecía nadie se daría cuenta, o pocos lo harían. Oriana tenía un par de propiedades, una empresa y una aparente belleza externa gracias a productos comprados donde las personas gastan fortunas para simular una juventud eterna, sin entender que cada arruga, cada cicatriz, demuestran una buena vida, pues mi abuela decía que mientras más se sonría más arrugas se formaban, ¿Cómo no querer tenerlas?

Salí de bañarme, mi pelo estaba ondulado por estar mojado, poco a poco se rizaría acortando su largo a simple vista. Una carta había debajo de la puerta asomando la mitad del sobre, ¿Quién la había dejado? La tomé con algo de miedo, de nuevo tenía un gran sello que denotaba que era urgente, que lo leyera o que llegara, mi madre lo enviaba, se parecía a aquella que decía que debía ser donante para Samanta ¿Acaso no había funcionado? ¿Acaso la médula que doné no servía? Era muy pronto para el trasplante, sabía que faltaba más tiempo con quimioterapia.

"Katrina, mi sol:

Te fuiste por más de que te pedí que no lo hicieras, seguramente corriste a los brazos de tu amor Pablo, pero hay algo muy importante que sé sobre él que hará que no quieras volver a verlo, por favor Kat, esto es importante y no quiero que hagas algo de lo que puedas arrepentirte después. Necesito que vuelvas lo antes posible para yo poder aclararte con lujo de detalles de lo que estoy hablando.

Por favor hija, no estoy bromeando, no es una excusa para mantenerte a la fuerza, si luego de esto decides irte no me voy a oponer pero te conozco más que a mi propia vida y sé que después de esto no querrás verlo, no querrás sentir lo que sientes, vuelve, te lo suplico. Te pido perdón por no tener el valor de decírtelo una vez que estuviste aquí, sentí mucho miedo pero tú no sentías mis miedos, y no hiciste lo que te pedí, esto es más urgente de lo que crees.

Por favor vuelve, te ama, mamá."

Tiré ese papel sobre la cama, podría ser rebelde, podía no continuar ni respetar todas las reglas que me imponían, pero si mi madre me decía que no bromeaba debía de creerle, y si me decía que me dejaría sin ganas de querer intentarlo todo con él, me daba certeza de que había muchas probabilidades de que así fuera, que así me sintiera, ¿Cuál era el secreto? ¿Qué era lo que sabía de Pablo? ¿Qué era lo que me estaban ocultando? ¿Y si yo no venía, algún día iría a enterarme de todo esto? ¿Y por qué no me lo habían comentado cuando les dije su nombre? ¿O tenía que ver con su apellido? Eran muchas las dudas que tenía, que cargaba, que tenían una sola persona la capacidad de responderlas con la pura verdad, y no con versiones que una persona podía distorsionar a su favor.

Me cambié con mi uniforme de trabajo, no sé para qué me lo ponía si de todos dos iba a irme a causa de mi madre y por el matrimonio de Pablo y Oriana, donde ni Denisse ni Damián podrían existir ya. Me vi al espejo por última vez con esa ropa y casi inmediatamente volví a ponerme ropa corriente, guardé el vestido de nuestra gran noche en mi bolso junto con las rosas cuidando de que no le pasaran nada. También le agregué mi ropa, guardé el poco dinero que me quedaba, también guardé la poca dignidad que me quedaba pero eso nadie podía verlo, volví a sonreír aunque todo esto me dolía.

Lamento Haberme Enamorado de tíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora