-Elige lo que quieras usar –Comentó Gabriela.
- ¿Lo dices enserio? –Pregunté.
-Claro, elige lo que creas que sea acorde, he hecho una selección –Respondió Gabriela.
Miré todas las prendas de la misma manera en que miraba los chocolates cuando era pequeña, sabiendo que no los podía tener y al mismo tiempo con muchas ganas de saborearlos, entendía que no se podía pero eso no me prohibía querer tenerlos conmigo, estaba sumamente encantada y no sabía que elegir, sólo había tres vestidos y opté por uno de esos, ya que si bien no me incomodaban los pantalones, sino todo lo contrario, como mi familia iría prefería que no se llevaran un disgusto por algo tan absurdo, que seguramente me traería discusiones cuando volviera a casa.
En fin, tomé un vestido largo color verde petróleo, sin mangas, con apenas unos detalles brillantes, tenía esa leve sensación de que estaba exagerando mucho pero también sabía que era lo que las artistas usaban, ¡Ahora estaba volviéndome una!
-Te haré un maquillaje natural, lo terminaremos en el camarín del bar –Comentó Gabriela.
Parecía un sueño, ese con el que tantas noches imaginaba hasta terminar durmiéndome, sólo para continuarlo mientras mi cuerpo descansaba, con imágenes un poco más realistas. Y así pasó, tenía un hermoso vestido, mejor que todos aquellos que me había imaginado, un maquillaje que me hacía ver totalmente distinta e irresistible, una sonrisa que no se me borraba con nada, ¿Estaba en el paraíso? ¿Estaba muerta? ¿Estaba soñando? Ya no sabía si esas preguntas tenían respuesta.
Fuimos una hora antes de que todo empezara, me encontraba sola en mi propio camarín, que en realidad no era de mi propiedad, pero lo que sí era verdad era que los privilegios los tenía al menos esta noche: El espejo tenía varios focos a su alrededor, las paredes eran color lila, había un par de cuadros con personas famosas, era el lugar más importante de mi pueblo, solían venir bastantes personas, de hecho ya era considerado una ciudad por la cantidad de habitantes y edificios, pero para mí nunca dejaría de ser mi querido pueblo.
Abrieron la puerta y pasó Naomi, me quedé viéndola por tres segundos hasta que reaccioné, ¡Era ella! ¡Al fin había vuelto! Ya se hacía un mes que no la veía y esto era una grata sorpresa. La abracé casi sin mediar palabras.
-Naomi –Nombré contenta- ¿Cuándo volviste?
-Ayer, te eché de menos –Respondió Naomi.
- ¡Ni te imaginas cuanto te he extrañado yo! –Exclamé.
-Te necesitaba tanto, escuchar tu voz, contarte las cosas, pero la señorita no tiene teléfono móvil –Dijo Naomi.
-Ya sabes, aun no puedo comprarlo –Respondí.
Ella me soltó y me miró mientras me sujetaba por los hombros.
-Pero te he dicho mil veces que yo te puedo dar uno –Aseguró Naomi.
Sí, eso es cierto, pero era algo muy costoso como para dármelo, no tenía ella por qué hacerse cargo aunque no le costara en lo absoluto, tenía su trabajo y un puesto importante, no tenía a quién darle dinero, vivía la vida que quería y al mismo tiempo era raro ver que ahorrara algo de dinero, habíamos pasado por cosas parecidas durante nuestra niñez pero ahora era todo completamente distinto.
-En fin, te ves preciosa –Comentó Naomi.
-Gracias Nao –Dije- Tú también, el viaje te sentó bien.
-Pareció una eternidad, espero no me manden de nuevo a trabajar tan lejos, ¡Me la he pasado sola! –Afirmó Naomi.
Al menos puedes viajar y conocer nuevos lugares, donde te pagan la estadía y las comidas, ¿Tan malo podía ser eso? En fin, nada se comparaba con los sentimientos, valen más que todo el oro del mundo.
-Debemos ponernos al día –Admití.
-Sin duda, pero luego de tu gran noche –Planteó Naomi e hizo una pausa- Terminaré de arreglarte.
Y así fue, mi mejor amiga o mejor dicho, la única amiga que tenía, se encargó de mi aspecto, el maquillaje era su pasatiempo favorito y Gabriela se lo había permitido, ¡Parecía un complot! Que me encantaría que sucediera muchas veces más.
- ¿Viste a Lucas en estos días? –Preguntó Naomi.
-Lo vi unos días después de que te fuiste y ya no más, ya sabes, el problema es Olivia –Respondí.
- ¿Quién diría que la felicidad de nuestro amigo nos traería problemas de los celos absurdos de su mujer? –Planteó Naomi.
Lucas era mi gran amigo de la infancia, quizás no nos habíamos visto mucho pero era de ese tipo de amistades en el que puedes pasar varias semanas sin verse ni hablarse y al mismo tiempo continuar sin que nada cambie, como si nos hubiéramos visto un día antes a pesar de que pudiera haber pasado un mes, apenas se había enterado de que me fui a la ciudad y se alegraba por mí, me ayudó en los llantos de los primeros días al igual que Naomi, quien conocí dos años después de haber conocido a Lucas, la verdad no sabía cómo hubiera hecho para sobrepasar todo eso si no los tenía cerca, era muy afortunada.
Lucas se había ido a vivir con su novia cuando alcanzó la mayoría de edad, luego de firmar los papeles de matrimonio, eran felices y se amaban mucho, pero Olivia simplemente nos veía como su mayor amenaza, cuando ninguna de las dos tenía intenciones de romance con nuestro amigo, se lo hemos explicado los tres pero aun así no le podemos quitar ese pensamiento de su cabeza, igualmente logramos vernos cuando ella salía o en algunas ocasiones nos acompañaba, es una buena mujer.
Me terminó de peinar y salí al escenario, allí estaban en primera fila las únicas personas que quería ver en este momento: Mi madre, mi abuela y Naomi, era una lástima que el horario no fuera el adecuado como para que Patrick pudiera presenciarlo luego de fomentarme tanto, mi amiga se lo grabaría para que lo pudiera ver luego, también a lo lejos noté a Lucas, seguramente por casualidad.
Mis sueños se habían quedado cortos, mi imaginación se volvió apenas un grano de arena. Vibré con cada nota que sostuve, las piernas me temblaban y el corazón se me aceleraba en cuanto más seguía cantando, me sentía sobre una nube de la cual no me quería bajar por ningún motivo y eso era magia de verdad: Tenía el cielo a mis pies, me deleité con cada palabra de la que era de alguna manera mi canción, ya que hasta ahora nadie más la había cantado, tenía el honor de ser la primera persona que la entonara, que la sintiera, que la transmitiera.
Ver a mis seres queridos sonriendo al punto de partir en llanto por la emoción fue la mejor recompensa de todo, que me vieran cumplir el sueño que mi padre me había inculcado. Sólo una canción fue suficiente para que me pidieran más, pero no tenía más que ofrecer, de cierta forma apenas esto era una prueba que había concluido de la manera en que todos esperábamos: ¡Fue un éxito! Que valía la pena repetir mil veces más, con cada detalle y con cada percance, a pesar de los nervios, ya que las endorfinas hacían que todo valiera la pena.
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Lamento Haberme Enamorado de tí
RandomCuenta la historia de Katrina, un alma rebelde que nunca sigue las reglas, viaja en busca de trabajo a la ciudad, aunque dentro de sus razones también se encuentra la venganza, luego de un par de días de búsqueda y sobreviviendo con lo poco que tení...