Aun no podía creer que eso hubiera pasado, recordaba cada instante y cada palabra como si las estuviera viviendo nuevamente y sinceramente me agradaba mucho. Seguí repitiendo esta película en mi memoria. Mi jornada fue muy buena aunque creía que si me hacían hacer lo que más odiaba aun así lo haría con gusto.
-Te ves muy feliz Katrina -Comentó Juan.
Tomando un vaso de agua que se sirvió mientras yo lavaba los platos.
-Estoy muy feliz, gracias -Contesté.
-Hace mucho no veía a mi hijo tan feliz tampoco, creo que traes una luz especial a nuestra vida -Aseguró Juan- Está casi tan radiante como tú pero sinceramente creo que nadie podría ganarte. Espero eso no se le quite a ninguno nunca.
-Muchas gracias -Agradecí sonriendo.
Juan dejó el vaso en la mesada.
-Me tengo que ir con Samanta, ¿Podrías preparar el almuerzo? -Dijo Juan.
-Claro -Afirmé.
No me molestaba nada, comencé a preparar una comida deliciosa y muy elaborada, me sentía realmente inspirada. Me puse a cantar fuerte, de todos modos los patrones no estaban aquí y los demás no estaban cerca: Estaba disfrutando mi momento ese que necesitaba desde hace tanto, ese que no pude vivir con el malnacido de Esteban.
¿Quién me iba a entender? Mi madre y abuela se pusieron de acuerdo en darme un matrimonio por conveniencia con alguien que no conocía ni mucho menos quería, pidieron mi mano y mi madre dijo que si, pensando que era lo mejor que podía llegar a conseguir, él era alto, apuesto y tenía una gran fortuna pero al mismo tiempo era tan pobre: No tenía muchos conocimientos y poco le interesaba aprender más, odiaba que cantara, odiaba que riera, decía que si lo hacía atraería a otros hombres y él no quería eso, aunque según él no era de su agrado personal.
No teníamos dinero, mi padre había fallecido hace un año y Esteban había prometido el dinero que necesitábamos en verdad, estaba dispuesta a sacrificar mi vida por el bien de mi familia y yo contraería matrimonio dos años después, una vez que alcanzara la mayoría de edad.
Al cabo de un tiempo de estar comprometida me estaba transformando en un maldito robot, yo ya no podía sonreír ni cantar como a mi abuela tanto le gustaba, no podía vivir, no podía leer porque según aquel enfermo me daba ideas que no debería tener, eran afirmaciones de libertad. Tenía tan en claro que no sería feliz con él pero mientras mi familia lo fuera yo intentaría soportar.
Un día usé un vestido salmón nuevo que mi madre me había regalado por mi cumpleaños número diecisiete, era realmente precioso, Esteban me invitó a pasar un día de campo a un bosque alejado del mundo y muy lindo al mismo tiempo que para mí se volvió horrible, no era habitual de él hacer paseos en la naturaleza pero él había insistido mucho, solía llevarme a bares o lugares muy concurridos y a pesar de lo romántico que fuese no lograba cautivarme en lo absoluto, ¿Cómo puedes enamorarte de quien te intenta cortar las alas?
En ese lugar aquel monstruo me golpeó, desgarró mi vestido nuevo e intentó violarme, no lo logró porque simplemente logré agredirlo lo suficientemente bien como para poder escapar. Llegué llorando a mi casa, no sabía qué hacer, Sam me había preguntado ¿Qué me había pasado? Y yo se lo había explicado con lujo de detalle: Cada segundo, cada intento de escapar, cada lágrima, cada uno de los moretones. Ella me intentó hacer entender que era mi prometido y que tal vez había mal interpretado las cosas, que una mujer, irónicamente, debía aprender a aguantar esos comportamientos machistas. Yo le contesté que ya no aguantaba más, que prefería morir antes que pasar la vida junto a él, siempre aferrándome bien a mis alas.
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Lamento Haberme Enamorado de tí
RandomCuenta la historia de Katrina, un alma rebelde que nunca sigue las reglas, viaja en busca de trabajo a la ciudad, aunque dentro de sus razones también se encuentra la venganza, luego de un par de días de búsqueda y sobreviviendo con lo poco que tení...