Capítulo 14.

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  Juan dudó durante unos segundos, yo toqué su hombro al mismo momento en el que anunciaron que la pequeña ya había despertado, lo miré a los ojos.

-Si usted no quiere que le diga yo no tengo por qué hacerlo -Argumenté.

-Está bien Katrina, confío en ti -Afirmó Juan y volví a sonreír.

-Esto de todos modos va a ser un gran golpe, iremos de a poco. Entremos -Pedí.

Ambos me siguieron hacia la habitación improvisada de Samanta, que no era la suya, habitación que esperaba que nunca hubiera conocido antes ni después. Sin embargo, cuando entramos allí estaba sonriendo como si nada malo pasara y no pude evitar sonreír también. Pablo y Juan besaron su frente mientras que yo me senté en su cama y tomé su mano derecha entre mis dos manos.

-Samanta, necesito pedirte un muy pequeño favor -Pedí.

- ¿Qué necesitas? -Consultó Samanta.

- ¿Cuánto quieres a tu hermano? -Pregunté e hice una pausa- ¿Mucho o poco?

- ¡Muchísimo! -Exclamó Samanta- ¿Cómo no lo voy a querer? Si con esa cara que tiene ¿Quién lo llegará a querer?

Todos nos reímos en ese momento, hasta el doctor presente, Pablo hizo cosquillas en sus pies como si fuera una pequeña venganza por lo que dijo.

-De acuerdo -Agregue riendo e hice una pausa- Sabes, así como él tiene esa cara y con ese rostro nadie lo podría querer, él también tiene miedo.

- ¿Tienes miedo? -Preguntó confundida Samanta- Pero si tú eres muy valiente.

En ese momento miré a Pablo y él me miró, hice los gestos necesarios para que entendiera que debía seguirme la corriente.

- ¡Mucho miedo! -Exclamó Pablo y miré a Samanta.

-Sí, es verdad. En realidad ninguno de nosotros lo podía creer, siempre se había mostrado tan valiente -Insistí e hice una pausa- ¡Le tiene miedo a las agujas!

- ¿A las agujas? ¡Pero yo también le tengo! -Respondió Samanta.

Y en ese momento observaba como todo mi plan se desmoronaba, ella le tenía miedo a algo que necesitaba ocupar.

-Lo sé, pero Pablo está muy enfermo -Mentí- Y yo pensaba que tal vez, si le demuestras que no duelen tanto como cree, él también lo pueda hacer y sanar.

-Sí, ¡Me aterran tanto! -Exclamó Pablo.

Samanta pensó durante unos segundos en silencio, Juan tocó mi hombro y lo vi sonriéndome de nuevo, aceptando mi comportamiento. Tal vez no era la mejor forma, ¿Cómo le explicaríamos que su pelo se caería? ¿Cómo le explicaríamos los vómitos? Esto se transformaría en un caos pero al menos no sería tan fuerte si debían decirle la verdad.

- ¡Está bien! -Aceptó Samanta- Todo por el rey cara de sapo.

Todos nos volvimos a reír por las ocurrencias de ella.

- ¿Ya podemos irnos? -Preguntó Samanta.

-Claro que sí -Afirmó Sáez.

Samanta se levantó de inmediato y se puso sus zapatos con un poco de dificultad, comenzó a caminar tomada de la mano de Pablo y cuando ellos no nos veían Juan me abrazó tan fuerte como nunca antes nadie me había abrazado.

-Muchas gracias Kat, perdón por no confiar en ti -Murmuró Juan.

- ¡Esperaba más de ti! ¿Cómo le vas a temer a algo tan pequeño? -Planteó burlándose Samanta.

Lamento Haberme Enamorado de tíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora