Capítulo 36.

5 1 0
                                    

  Gabriela comenzó a manejar su móvil y yo lo veía desde la pantalla, había muchos comentarios positivos, eran muy pocas las personas a las que no les había gustado mi voz, era algo que me llenaba el alma en verdad, saber que alguien más aprecia algo que haces con el corazón, en ese momento la vergüenza había quedado en un segundo plano a pesar de que había quienes se reían de eso, pero también decían que amaban que lo hiciera, después de todo si daba bastante gracia.

- ¿Aceptas? –Planteó Gabriela.

- ¿Aceptar qué? –Pregunté.

-Trabajar conmigo –Propuso Gabriela- Con mi estudio, con mis equipos. Eres la oportunidad que vengo buscando desde hace mucho.

Y lo dijo como si yo fuera un bebé que lo hubiera deseado tanto tener, luego de tener problemas de fertilidad, como si me anhelara desde hace mucho, cuando yo era una completa desconocida para ella, ¿Qué se le estaba pasando por la cabeza?

- ¿Qué gano si acepto? –Planteé.

-Podrás cantar en tantos lugares como te imagines, serás famosa, una gran cantante –Aseguró Gabriela.

- ¿Y por qué estás tan segura de que no voy a fracasar en el intento? –Propuse.

-Porque veo tu potencial, noto tu carácter con siquiera verte, y me doy cuenta de que no vas a parar hasta conseguir lo que quieres –Dijo Gabriela e hizo una pausa- ¿Acaso sabes lo que quieres?

Las pocas cosas que quería en mi vida ya no estaban, al menos algunas de ellas ya no lo estaban, ¿Y si por intentarlo esta oportunidad se me iba también de las manos? ¿Y si por arriesgarme tanto terminaba ganando? Eran de ese tipo de dilemas, ese tipo de aventuras que necesitábamos vivir, ¿Podría ser como mis artistas favoritos? ¿Podría llegar a conocerlos?

-He escrito un par de temas, solamente serías tú quien los cante –Comentó Gabriela.

- ¿Por qué yo y no alguien más? –Consulté.

-Una voz angelical no se encuentra todos los días –Respondió Gabriela.

En ese momento me detuve a pensar, la mente se me puso en blanco y mi consciencia no estaba presente en esta sala, vi a mi padre, recordé que quería con muchas ganas que triunfara en la música como él al final no pudo ya que terminó decidiendo dejar todo en busca de algo estable para poder encargarse de mi madre y de mí, recién nacida. Le debía mucho a mi padre, era momento de devolverle algo, después de todo quizá, sólo si muchos parlantes amplifican mi voz, aquel ser de luz tan precioso al que tuve el honor de llamar padre, pueda escucharme.

- ¿Katrina? –Llamó Gabriela.

-Disculpa, estaba pensando –Afirmé.

-No te preocupes, piénsalo con calma –Contestó Gabriela.

Buscó unas hojas en su escritorio y me dio una de ellas en las manos, al verla me di cuenta de que estaba escrito en verso por lo que podía llegar a ser una canción.

- ¿Qué es esto? –Pregunté confundida.

-Es una canción que podrías cantar –Aseguró Gabriela e hizo una pausa- No quiero presionarte, aquí estoy para cuando quieras contestarme.

Comencé a caminar lentamente hacia la puerta delante de ella y al llegar a la puerta principal me volteé.

-Si voy a trabajar contigo –Aseguré.

- ¿Acaso lo dices enserio? –Preguntó entusiasmada Gabriela.

Incluso parecía que lo estaba más de lo que yo lo demostraba y eso me hacía sentir algo extraño, estaba muy entusiasmada con la idea pero era tan nuevo y reciente que no sabía cómo manejarlo, no sabía que pasaría mañana o en una semana, no sabía si podría siquiera entender el sentimiento de la canción que ella me había dado y eso en parte me asustaba. Tenía tantas ganas como miedo, más del que había sentido en otros momentos de mi vida, el estómago tenía muchas mariposas revoloteando y no sabía cómo controlarlas.

-Sí –Afirmé- Debo irme.

Me fui con una sonrisa en el rostro, volví a casa ya que faltaban unas horas para buscar a Patrick aún, me senté en la cocina una vez que me terminé de preparar un té con miel, me quedé como embobada mirando tras la ventana donde se veía ese gran árbol donde mis fallecidos tíos jugaban, según palabras de mi abuela. Sabía que este momento de mi vida, exactamente ahora, era un punto de partida que podía llevarme por tantos caminos que no me alcanzaría la vida para poder contarlos: Desde el fracaso al éxito, con muchas variables intermedias, ¿Era momento de volver a abrir mis alas aunque parezca que este golpe podía ser más fuerte que el anterior?

Todo el mundo decía que la vida era difícil, que no era tan fácil saber afrontarse a la vida cuando en realidad nadie nace sabiendo, tenemos un boleto de ida y tenemos que saber aprovecharlo de la mejor manera, teniendo todo el cuidado de no perderlo. A mi padre le gustaba decir eso, decía también que había tomado el mejor de los viajes, con más de una escala, con más de un transporte, el día que murió sabía que había hecho todo bien, que su función en la vida había sido concretada, ¿Pero eso era verdad? Me hacía falta más de lo que todos creían, pues se había ido cuando tenía tan poca edad de vida y a mí me faltaba que me ayudara en mi viaje.

Se hizo la hora indicada para buscar a Patrick, me dirigí al colegio a buscarlo, todas las personas estaban amontonadas prácticamente en la puerta y eso me desesperaba bastante. No veía a Patrick por ningún lado y eso empezaba a asustarme, estaba más alerta y sensible a estas cosas después de lo ocurrido con Emily. La mayoría de los niños habían salido pero mi hermano no lo hacía, antes de que se despejara todo entré a buscarlo por más de que tuve que empujar a cierto número de personas.

- ¡Patrick! ¡Patrick! –Grité.

Pero no contestaba, repetí la acción un par de veces más pero continuaba sin la respuesta que esperaba, los ojos se me llenaron de lágrimas casi sin aviso, me estaba desesperando.

- ¡Patrick! –Grité nuevamente.

- ¡Aquí! –Gritó Patrick.

A lo lejos, de inmediato corrí hacia él y lo abracé bastante asustada.

- ¿Podrías no darme este tipo de sustos? –Pregunté un poco molesta.

-Lo lamento, se me pasó el tiempo hablando con Iván –Contestó Patrick.

- ¿Acaso no ves que todos ya salieron? ¡Casi me da un infarto! –Dije.

-Así que aquí estás Iván –Comentaron.

Volteé de reojo a ver y cuando centré la vista en Patrick tuve que volver la vista para corroborar lo que estaba viendo.

- ¿Qué haces aquí? –Pregunté.

- ¿Acaso no puedo venir a un lugar público sin su autorización? –Planteó Julián.

- ¿Perdón? –Contesté más confundida- ¿Y por qué debería darle mi autorización?

- ¿Se conocen? –Preguntó Patrick.

-Sí –Dijo Julián.

-No –Dije sobre sus palabras e hice una pausa- Bueno, técnicamente no, no sé ni su nombre.

-Soy Julián, un gusto –Se presentó.

-Katrina, aunque ya lo sabes –Contesté.

- ¿Fuiste a ver a Gabriela? –Preguntó Patrick.

-Sí –Contesté.

- ¿Vas a cantar? –Consultó Patrick.

-Creo que sí, vámonos –Respondí.

Tomé la mochila de él y me la colgué al hombro, nos fuimos caminando a nuestra casa, me lleno de preguntas, algunas no las sabía responder porque ni siquiera yo tenía las respuestas suficientes, era un pároma al que debía afrontarme y debía ver si podía superarlo, era como tirar una moneda el aire con una cierta certeza de saber qué lado tocaría, o al menos era lo que yo elegía creer en este momento, si era positiva quizá podría llegar a conseguir todos mis sueños, ¿O no? Tan sólo era confiar un poco en el talento que mi padre desde pequeña me inculcó.

Lamento Haberme Enamorado de tíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora