La simplicidad y la inocencia eran algo que caracterizaban muy bien a la pequeña Samanta, pensaba que simplemente era una niña caprichosa y sin embargo me enseñó a disfrutar un poco más de la niñez que no pude vivir, como confirmándome que nunca era tarde para vivirla. Me hacía extrañar menos a Patrick, besarlo se volvió en besarla, lo mismo para los saludos, lo mismo para los abrazos.
Ella sería a la única a quien extrañaría, además de Samuel, si decidía no volver porque por más buena relación que había entablado con Juan, conocer su identidad oculta me hacía querer alejarme y al mismo tiempo sabía que debía tenerlo cerca, mejor no voy a aclarar mi situación con Pablo de nuevo. A veces me ponía a pensar que si tal vez mi madre no se hubiera ido de la ciudad indignada por lo sucedido no hubiera conocido a Richard, yo no existiría porque no se hubieran casado, tampoco existiría Patrick, tampoco hubiese tenido al mejor padre del mundo ni tampoco a la mejor madre, ¿Y si el destino es esa cosa que tiene que pasar y que no se puede cambiar? ¿Y si todo a nuestro al rededor se destruye, en el momento menos esperado, para no destruirnos a nosotros mismos? Como una explosión de un segundo que nos cambia por completo.
Conseguí el dinero, y la penicilina suficiente con un par de dosis de más por si surgían inconvenientes de cualquier naturaleza. Doné la médula a través de mi sangre, Samanta podría salvarse después de terminar su quimioterapia y yo ya no debía nada, absolutamente nada. Volví por mi pequeño bolso donde ahora llevaba muchos abrigos para que nadie pasara frio. Comenzaba a caminar hacia la entrada, mientras observaba con detalle la mansión por si decidía no volver, por alguna razón. Apenas toqué el picaporte y Pablo me detuvo.
-Kat -Nombró Pablo.
Yo no respondí, aún seguía muy molesta y eso no se me iría de la noche a la mañana.
-Katrina respóndeme -Pidió Pablo.
-No estoy en servicio señor Campos -Afirmé fría.
-Ya no sé qué hacer contigo -Comentó Pablo.
-Ni yo contigo -Mascullé.
-Espero que tengas un excelente viaje -Deseó Pablo.
Podría comportarse de la misma manera infantil que la mía pero sin embargo se estaba comportando como un caballero. Cerré mis ojos por unos segundos y él simplemente besó levemente mi mejilla pero yo no respondí a eso, ni agresivamente ni cariñosamente, ¿Y si decidía quedarme y no volvía a disfrutar de esto?
-Gracias -Dije sinceramente y él se desconcertó.
- ¿Por qué? -Preguntó confundido Pablo.
-Porque después de todo, me brindaste la mejor semana de mi vida -Comenté sonriendo- ¡Pero no respondas nada! Que tengo tanta inestabilidad que puedo contestarte de una manera que no te agradaría. Me voy, no sé si voy a volver.
-Buen viaje -Volvió a desear Pablo.
- ¿No vas a pedirme que vuelva? -Pregunté sorprendida.
-No vuelvas por favor -Pidió Pablo.
Él se dio media vuelta y dejó que me fuera, sin atarme a nada, sin reclamarme ni la más mínima falla, ni ningún reproche, pero al mismo tiempo dejándome vacío y tristeza. Dejándome sin entender nada y sin las más mínimas ganas de volver para que me explique todo, ¿Para qué va a darme un beso si me iba a pedir que no vuelva en forma de un favor? Lo único que le había pedido fue lo único que no logró: No romperme.
Viajé por primera vez en un colectivo de larga distancia, era muy cómodo viajar en ese lugar, sin tener que esforzar las piernas, donde unos empleados te servían de tomar y de comer sin pedírselo. Todo se sentía bien porque sabía a donde me estaba dirigiendo, a quienes iba a abrazar. Pasé tarareando canciones en mi cabeza, esas que canté sola en la mansión y también las que Pablo me acompaño con su canto, debía olvidarme de esas canciones y también debía olvidarme de él.
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Lamento Haberme Enamorado de tí
RandomCuenta la historia de Katrina, un alma rebelde que nunca sigue las reglas, viaja en busca de trabajo a la ciudad, aunque dentro de sus razones también se encuentra la venganza, luego de un par de días de búsqueda y sobreviviendo con lo poco que tení...