Capítulo 10.

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  Sentí esa empatía, la vi con mis propios ojos frente a mí, su labio temblando anunciando más llanto y angustia, tomé su rostro de la misma manera dándole en bandeja esa confianza que creía que él necesitaba recibir para poder desahogarse. Sabía que era necesaria, me hubiese gustado abrazar a tantos extraños cuando a mí me había pasado solamente para desahogarme, pero nadie entendía ese dolor. Pablo dirigió sus manos hacia mi cintura para abrazarme sin dudarlo un segundo más, escondió su nariz en mi cuello, sentí sus lágrimas en mi cuello, ya nada sería igual entre los dos.

-Era mi padre -Confesé.

- ¿No hubieron donantes? -Preguntó Pablo.

-Perdí la cuenta de los que se ofrecieron, pero lamentablemente ninguno era compatible -Conté e hice una pausa- Además, había que pagar para que buscaran un poco más y aun así, la gente pedía mucho dinero a cambio, hubiera vendido hasta mi riñón con tal de salvarlo.

-Tienes razón, la vida es injusta -Comentó Pablo e hizo una pausa- Sé que Samanta se salvará, yo soy compatible pero ese miedo nunca se va.

-Me alegro por Samanta, por el gran hermano que tiene -Afirmé.

Seguimos abrazados por unos pocos segundos más, luego cada uno limpió sus lágrimas. Yo sonreí y él me imitó.

-Necesitamos que su fiesta sea perfecta -Argumenté.

Y tomé un par de cosas en la bandeja, me lavé la cara en la canilla de la cocina y él también lo hizo. Todo ya estaba bien, el llanto aliviaba todo, eso era lo bueno. Me sentía muy triste por Samanta y ahora entendía al fin sus razones, el por qué hacían por ella lo que hacían, los consentimientos, los lujos. Pero esto sería pasajero y todo estaría bien en uno o dos meses, cuando se aseguraran todos de que el trasplante había funcionado y ella estaría en realidad sana. Comenzamos a caminar hacia el jardín de nuevo.

- ¿Samanta sabe que le donarán médula? -Pregunté.

-No queremos que le afecte, no dejaremos que sepa -Contestó Pablo

- ¿Cómo lograrás eso? -Insistí sorprendida.

-No lo sé, supongo que le daremos un calmante, además se impresiona mucho con las agujas -Comentó Pablo.

No estaba de acuerdo con ocultárselo, pero yo no era quien para decir si eso estaba bien o mal pero si estuviera en esa situación con Patrick, creo que lo pensaría un poco y terminaría mintiendo, aunque supiera que no sobreviviría.

-Hay diez por ciento de probabilidades de que se salve -Sentenció Pablo- Y este método es un noventa y cinco por ciento seguro.

No podía evitar conmoverme, mi padre tenía cincuenta por ciento de probabilidades de salvarse y aun así no lo había conseguido, algunos compañeros con quince por ciento se salvaban y otros con ochenta tampoco lograban conseguirlo, aunque la mayoría si lo conseguía, sabían celebrar haciendo sonar fuerte una campana y eso hasta era motivo de alegría para mi padre.

Lamento Haberme Enamorado de tíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora