Capítulo 13.

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  Las cosas se habían calmado ya un poco, yo continué mi tratamiento a escondidas, los vi llorar a escondidas de todos, hasta Samuel quien le tenía mucho cariño. Todos volvían a tener esperanzas en una desconocida mientras que yo intentaba ocultar los pinchazos que se volvían evidentes por la cantidad y frecuencia.

Era de tarde, llevaba cuatro días de tratamiento, Samanta jugaba en el jardín con los perros mieras yo, como era mi horario de descanso, leía un libro. Pablo se acercó.

-He terminado el libro -Comentó Pablo.

Sentándose a mi lado, tal como sabíamos hacer generalmente una vez cada dos semanas. Yo cerré mi libro y me senté de forma en que lo pudiera ver de frente.

- ¿Imposible no amarte? -Pregunté confirmando.

-Exacto -Respondió Pablo- Me gustó mucho, ¿Cuál fue tu escena favorita?

Pensé durante unos segundos tratando de recordar la historia.

-Creo que mi favorita es cuando Nicanor descubre que Paz está con vida en su fiesta de cumpleaños y luego de eso por fin triunfa su amor -Comenté e hice una pausa- ¿Y la tuya?

-Tengo varias -Argumentó- Cuando sale del infierno que vive con Eric y Victoria, y ni hablar de esa boda inesperada.

-Esa boda inesperada es la mejor de todas -Alegué.

-Y ese amor, que a pesar de todo funciona, ese amor que muchos desean destruir y que nadie termina consiguiéndolo. Ese deseo de vivir por un ser que ni siquiera es de ella, ese corazón tan bueno a pesar de todo lo malo que había vivió -Contaba Pablo.

Era impresionante lo mucho que la historia le había llegado, era difícil encontrar personas con las que pudiera discutir sobre lectura ya que la mayoría lo considera una pérdida de tiempo, ¡Si tan solo intentaran! Descubrirían este fantástico mundo. Se hizo un silencio en el que simplemente sonreíamos mientras no apartábamos nuestras miradas de la mirada del otro, sus ojos cafés brillaban y sus marcas características de un músculo dañado en sus mejillas se volvían perfectas, una vez más eso me daba tanto miedo.

¡Sí! Tenía miedo, a nuestros mundos tan distintos, a que si quería avanzar me dejara como nada porque simplemente era extraño que alguien me recordase si de un día a otro desaparecía, al contrario de él. Sin embargo, no podía dejar de perderme en su mirada, y aunque sabía que iba a salir lastimada prefería disfrutar estos momentos un poco más.

- ¡Vengan a saltar! -Exclamó pidiendo Samanta.

- ¿Qué? No -Negué.

-Por favor -Insistió Samanta.

-Ayúdame -Masculló Pablo a Samanta.

Vi a Samanta confirmar con su cabeza, Pablo me subió a su hombro quedando mi cadera calzada y mi estómago en su espalda, me arrojó despacio a una colchoneta con los bordes cerrados, era muy grande. Ambos se subieron y comenzaron a brincar mientras yo continuaba sentada en el piso.

-Salta -Propuso Samanta.

-Pero no sé saltar en esto -Argumenté e hice una pausa- Jamás lo he hecho.

Y era verdad, jamás me había subido a una colchoneta para brincar, no sabía si era algo fácil o no, creía que se burlarán de mí por lo que escondí mi rostro. Pero para mi sorpresa Pablo extendió sus brazos para que me levantara. Nosotros terminamos tomados con ambas manos y no entendía nada.

-Mira, es algo sencillo -Explicó Pablo- Sigue mi ritmo.

Pablo comenzó a saltar y casi involuntariamente mi cuerpo comenzó a hacer lo mismo, brinco tras brinco sin dejar de reírme a carcajadas, acción que ellos también imitaron, era algo realmente divertido. Y de eso se trataba la vida, de disfrutarla en momentos, tan simples y tan únicos como saltar tres veces en una colchoneta, riendo como si fuera una niña, viviendo eso que nunca viví, nunca era tarde para intentarlo. Me mareé mucho de un momento a otro logrando que mi cara cambiara.

Lamento Haberme Enamorado de tíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora