Capítulo 8.

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  Me dirigí a la sala de estar, comencé a limpiar los muebles mientras cantaba en un tono muy bajo, no podía evitarlo, la música era parte de mis hobbies favoritos, era parte de mi vida. Terminé rápido, terminé también mis tareas del día. Tomé un libro de mi cuarto y me fui bajo ese gran árbol que tenía el jardín, me senté cómodamente y me dejé llevar por esas líneas con historias maravillosas. Mientras tanto dos de los perros de la mansión se sentaron a mi lado y se quedaron descansando junto conmigo.

Más tarde tomé un baño muy relajante y luego me fui a dormir, había sido un día lleno de risas y eso sin duda hicieron que valieran la pena. Poco a poco me acostumbraba a este ritmo de vida, en el que debía atender a otros en el tiempo que quisieran y no cuando yo estaba disponible. Los siguientes dos días fueron bastante normales y casi que no hablé con los miembros de esta familia.

Eran las seis de la mañana, no había dormido mucho por la noche por falta de sueño, decidí preparar crepé para el desayuno, además deseaba comerlos hace mucho, puse los ingredientes y preparé un poco, solo esperaba que no se enojaran por prepararlos. Estaba cantando en un tono lo demasiado bajo como para no despertar a nadie.

-Kat -Nombró Juan- No esperaba verte despierta.

Me sorprendí, nuevamente estaba bastante concentrada, creo que debía acostumbrarme a qué era normal que en esta casa me asustaran o sorprendieran.

-Perdone, no podía dormir y me puse a cocinar -Manifesté.

- ¿Estás haciendo crepé? -Preguntó Juan emocionado.

Yo afirmé con mi cabeza y le ofrecí los que estaban sobre un plato ya hechos.

- ¿Acaso te das una idea de cuánto deseaba comer esto? Hace meses, nadie sabe prepararlos bien -Comentó Juan.

Sonreí en ese momento, tenía bastante miedo de que me regañara por usar ingredientes para comida que no me pidieron. Los señores Campos eran gente muy buena que no les importaba tanto el dinero. Había conocido a tanta gente adinerada y con tan poco corazón, me enteré de que ellos hasta colaboraban en una fundación anónimamente ya que había llegado una carta de una institución agradeciendo por su gentileza, el señor Juan la había leído en voz alta. Era gente que en verdad valía la pena.

-Mi difunta esposa Giuliana preparaba siempre, era una de las pocas cosas que no le dejaba hacer a las sirvientas -Contó Juan.

-Puede probarlas, quizá no son tan buenas como espera -Argumenté.

-Lo dudo -Contestó Juan.

Tomó una con su mano y la comenzó a comer, sus ojos se cerraron y podía notarse como le buscaba todos los diversos sabores que creía que podría encontrar.

- ¡Está delicioso! Y eso es un gran problema -Comentó Juan.

- ¿Y eso por qué? -Pregunté confundida.

-Por dos simples razones: Te pediré seguido y eso hará que suba de peso, y la segunda razón es que no querré que te vayas de esta casa, solo para que me prepares crepé -Argumentó Juan.

No pude evitar reírme un poco mientras continuaba cocinando.

-Te noté cantar -Comentó Juan.

La vergüenza volvió a apoderarse de mi por lo que intente no entablar demasiado contacto visual con él.

-Debe estar confundido -Dije.

-No, cantas precioso -Insistió Juan.

-Gracias entonces -Respondí.

-Mañana por la tarde daré una fiesta en la casa, necesito que todo esté perfecto, será en honor a Samanta por petición de ella, será algo sencillo -Contó Juan.

Lamento Haberme Enamorado de tíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora