Capítulo 2.

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  Metí las manos a mi bolsillo y le puse el dinero que había ganado en sus manos.

-He ganado esto -Admití- No podemos seguir así.

-Haremos lo que podamos, mi sol, si es necesario me buscaré un trabajo más -Sugirió Sam.

-No -Negué- Soy yo quien debe buscar un trabajo de verdad. Ya no puedes atarme, y agradecería profundamente que apoyes mi decisión para no tener que irme sin tu consentimiento.

-Ya hablamos de esto, Katrina -Contestó Sam.

-La abuela no tiene medicación, Patrick necesita lentes -Argumenté- Esta vez no es una amenaza, debo irme a la ciudad a buscar trabajo y poder mandarles el dinero suficiente.

Me di media vuelta y me dirigí a mi habitación, me cambié de ropa y luego fui a dejar los ingredientes para el pan de mañana. Volví a mi alcoba, observé esas telas tan lindas que el destino había puesto en mi cama, eran tan caras para mí que sentía que por solo mirarlas ya las estaba desvalorizando. Corté lo necesario, cocí a mano con dobles costuras dos vestidos de distinto color: Uno blanco con flores celestes y violetas, y otro color mostaza, mientras no dejaba de cantar al ritmo de la lluvia que caía por la ventana. Quedaba suficiente tela como para que mi madre cociera un par más.

-Kat -Llamó Denisse.

- ¡Abuela! No debes caminar sola -Dije- Es mi culpa y te pido mis más sinceras disculpas, te he estado descuidando el día de hoy.

-No te preocupe Kat, puedo caminar, estoy mejor -Contestó Denisse.

Me paré. Ayudé a Denisse a sentarse en mi cama y tomé sus manos, ella besó mi frente: Que afortunada era por tenerla con vida.

- ¿Por qué no cantas un poco más para tu anciana abuela? -Pidió Denisse- Tienes la voz tan angelical como tu abuelo.

- ¿De verdad? -Pregunté.

Denisse afirmó con su cabeza y con una gran sonrisa en tu rostro.

-Complace a esta anciana, por favor -Pidió Denisse.

Canté, canté como si fuese la última vez que mi querida abuela fuera a escucharme y a la vez como si tuviera un público de miles de personas escuchándome aunque siempre me importaría que me escucharan tres personas: Denisse, Sam y Patrick. Noté sus ojos llenarse de emoción, dejé de cantar en se momento, me arrodillé apoyando mi cabeza sobre sus piernas.

-No llores por favor -Pedí.

-Preocúpate cuando llore de tristeza y no de alegría -Argumentó Denisse.

De alguna forma mi abuela tenía razón, era diez mil veces mejor llorar de tanto reír que llorar de tanta tristeza acumulada, ella acarició mi pelo una y otra vez lográndome relajar mucho.

-Te escuché discutir hoy con tu madre -Comentó Denisse.

Me separé de ella y la vi.

-Tienes mi aprobación para abrir tus alas y volar -Afirmó Denisse- Tu madre no quiere que te pase lo mismo que a ella, a pesar de que no se arrepienta de haberte tenido en ese proceso, ella perdió muchísimas cosas. A veces hay que perder algunas cosas para poder encontrar muchas otras.

- ¿Sabes dónde vive quien nos quitó toda la fortuna? -Pregunté.

-Si prometes no involucrarte lo diré, no tienes que buscar nada, no tienes que reclamarle nada -Dijo Denisse.

-Está bien abuela, me mantendré al margen -Mentí- Sólo quiero saber.

-Escuché que volvió a la ciudad hace pocos años, tu madre continuó buscando pero a la distancia que tenemos imposibilitó mucho, no hay registros de que él lo haya hecho pero era la única persona de confianza de Sam -Contó Denisse.

-Necesito saber cómo hizo todo -Insistí.

-Bueno, era como una mano derecha, le permitía muchas cosas, entre eso se fueron desviando los fondos de a poco, el dinero desaparecía sin siquiera haberlo manipulado, sin que quedaran registros de eso. No hay nada que afirme que en realidad había sido él, pero el hecho de que desapareciera cuando el caos se hizo grande le hizo confirmarlo a Sam -Explicó Denisse.

-Está bien abuela, no lo buscaré -Mentí.

¿Cómo no buscarlo? ¿Cómo no vengar la traición hacia mi madre? Además, ¿Quién más podría ser? Si ella sólo confiaba en una persona para manejar sus finanzas, además que cualquier persona podía engañar una mujer enamorada. Esto a mi criterio no podía quedar impune, nunca había mentido pero esta vez lo haría.

-Mañana por la mañana me iré, antes de que todos despierten -Comenté.

-Lo imaginé -Admitió Denisse.

Metió la mano a su bolsillo derecho, sacó una cadena de oro que mi abuelo le había regalado y la dejó sobre la cama, también sacó de su otro bolsillo un poco de dinero y lo dejó en el mismo lugar.

-Esto es para ti, Kat -Afirmó Denisse.

- ¿Qué haces? -Pregunté confundida- Necesitas estas cosas más que yo.

-Cuando nuestra hija o alguno de nuestros nietos desee emprender vuelo, le brindaremos las alas -Dijo Denisse.

- ¿A qué te refieres? -Pregunté confundida- Ese es el regalo del abuelo, no puedes dármelo.

-Esas eran las palabras que tu abuelo me encomendó -Contó Denisse- Y es el momento de que cumpla con la promesa que le hice a tu abuelo, no quiero que te falte nada y lamentablemente no puedo ofrecerte más.

-Abuela, es el regalo más grande que puedes estar dándome -Afirmé- Pero el mayor privilegio es que me des esta oportunidad.

- Con el mayor de los gustos, Kat -Dijo Denisse.

Mi abuela se fue al poco tiempo, yo preparé un bolso viejo y gastado color marrón. Puse un vestido nuevo y dos de los que mejor estaban de antes, cargué mi par de zapatos extra, los cincuenta centímetros cúbicos que me quedaban de perfume, además de jabón y algunas cosas de higiene personal. Escondí ese bolso debajo de la cama para evitar que mi madre lo viera, al igual que el vestido. Ya era la hora de la cena y estaban llamándome para que me presente en la mesa.

Parecía un banquete a pesar de lo poco y sencillo que había: Arroz, perejil, zapallos hervidos; A decir verdad, cualquier comida se convertía en un manjar si tenía a quienes amabas al lado. La cena fue muy divertida, Patrick esta vez nos hizo reír como nunca, alegra nuestras vidas.

Una vez que terminé de juntar y limpiar la mesa me fui a dormir, ya estaba Patrick totalmente dormido en mi cama, yo tomé una hoja y un lápiz para dejarle una carta a mi madre.

"Mamá, voy a empezar esta carta pidiéndote perdón desde lo más profundo de mi alma, pero yo ya no soporto esto, no soporto verlos con hambre, con miedo, y quiero cambiar eso. Me voy en busca de trabajo a la ciudad, realmente me hubiera gusta tener tu bendición para esto pero no la he conseguido.

Te amo mucho no quiero que lo olvides, dale un beso cada día a Patrick de mi parte y cántale una canción a mi abuela por favor. Cuando encuentre el lugar indicado te informaré, trataré de mandar dinero lo antes posible. Y recuerda tus propias palabras: Lo imposible sólo está en tu mente; Es momento de abrir mis alas y volar aunque choque en este camino.

Con amor, Katrina Domínguez."

Todo estaba listo, dormí un poco ya que la noche anterior no lo había conseguido, me desperté cerca de las tres de la mañana, tomé un par de botellas con agua, tomé uno de esos panes que vendía y lo envolví en telas, partí hacia la ciudad, ese nuevo mundo que no conocía, era momento de afrontar los miedos y de también recuperar lo propio.

Lamento Haberme Enamorado de tíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora