Contemplo el lugar donde estamos y no puedo ocultar mi sorpresa. Me quito el cinturón y bajo del auto. No lo puedo creer. Me trajo al jardín botánico de Brooklyn. Siempre he querido venir, pero no había sacado el tiempo. Amo la naturaleza y este lugar es perfecto para relajarse y aprender. Escucho que se baja del auto y lo observo fascinada.
-¿Cómo te interesaste que siempre he querido venir?- le pregunto emocionada.
-No lo sabía, solo pensé que te gustaría estar en un lugar lleno de paz y tranquilidad.- me explica mientras se acerca a mí. No puedo evitar sonreír enormemente- ¿sorprendida?
-Mucho, de verdad- le digo mientras sonrio.
-Vamos- me ofrece su mano y la tomo sin dudarlo.
Ingresamos y pagamos las entradas. Raphael me explica mientras caminamos que el jardín está compuesto por varios ecosistemas, me trasmite que siempre le gusta venir cuando es otoño, ya que las hojas de los arboles comienzan a caer y cambiar de color. Yo lo escucho fascinada, sobre todo de ver que está compartiendo algo especial para él. Recorremos el jardín Japonés, donde observamos un precioso lago y las famosas flores de cerezo. Hago el recorrido emocionada, observando todo con interés. Sé que parezco una niña pero así me siento. Me lleva de la mano por todo el lugar, vamos al jardín Shakespeare, a los invernaderos y caminamos por la senda de las celebridades.
Estamos caminando por un sendero y hay un espacio enorme rodeado de árboles y sombras. Raphael me lleva hacia un árbol que arroja una imponente y cómoda sombra en el césped. Saca una manta de la cesta y la acomoda en el suelo. Me siento y él hace lo mismo acomodándose junto a mí.
-¿Qué te pareció?- me pregunta mientras se gira hacia mí.
-Hermoso, de verdad me ha encantado estar aquí- le digo mientras observo todo lo que está a mi alrededor. – Gracias por este maravilloso día.
Me observa con esa mirada intensa y apasionada. Acaricia mi mejilla con los nudillos de su mano derecha.
-Ha sido todo un placer.- Dios amo su voz ronca, hace cosas en mí. – ven aquí.
Me señala el espacio entre sus piernas. Dudo un momento pero me acerco, me ayuda a acomodarme de tal forma que mi espalda queda apoyada en su pecho. Se recuesta en el tronco del árbol y me rodea con sus brazos. Suspiro de satisfacción y me recuesto en él. Son con estas pequeñas acciones que uno se va acostumbrado y confiando en la otra persona. Nos quedamos en silencio, disfrutando de la brisa, el sonido de los arboles al moverse y de las aves.
Me siento tan segura en sus brazos. Me encanta y a la vez me asusta. Pero he decidido no pensar mucho las cosas, solo disfrutar día a día, minuto a minuto. Siento que suspira y luego escucho su voz.
-Mi madre solía arreglar el jardín de nuestra casa, todo los fines de semana plantaba flores...- acaricio su brazo para hacerle saber que estoy escuchando. Sé que no se refiere a Fiorella. – Recuerdo que eran flores aster...
-¿Tú la ayudabas?- le pregunto intentado mantener la conversación normal, sin presionarlo con preguntas muy profundas.
-Sí. Solía limpiar el jardín quitando las ramas sobrantes y hojas- se por su tono de voz que le cuesta estar diciendo esto.
Así que valoro enormemente que quiera compartir conmigo su pasado. Para que no se sienta incomodo hago lo mismo.
-Yo también hacia eso. Plantaba flores en el jardín con mi madre. A los demás nunca les gusto- exclamo exasperada- solía usar un short de jean y un pañoleta en la cabeza, parecía toda una granjera.
Siento una vibración en su pecho y sé que está riendo. Eso era lo que quería.
-Siempre terminaba con las rodillas sucias por la tierra, son los buenos recuerdos que tengo de ella.
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Detrás de las cicatrices.🔥
ChickLitAurora no ha tenido una vida fácil. Desde pequeña, cuando tuvo que presenciar el fatídico accidente que le arrebató a su madre; se ha cerrado al mundo. A no amar, confiar, sentir y sufrir. Sin embargo ha aprendido que la vida está llena de eso, es...