Epílogo

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Tres años después

La emoción nubla el ambiente. Hoy es 23 de diciembre, llegó mi época favorita del año. Aun mas especial, porque hoy es el cumpleaños de Raphael. Tenemos cuatro años de estar juntos, han sido los mejores de mi vida. Siempre hay momentos buenos y malos, pero hacen parte de la vida.

Acordé con la familia, a petición de Raphael, hacer la celebración el día de mañana aprovechando que es navidad, y así pasar juntos el día de hoy. Le tengo preparada una sorpresa que espero le guste.

He estado ansiosa preparando todo para este día. Ahora mismo me encuentro en la cocina, ultimando detalles de la cena que preparé por su cumpleaños. Termino de sellar el Salmon con mantequilla, apago el fuego y lo llevo al horno apagado para que preserve el calor. Si mis cálculos no fallan, Raphael debe estar llegando.

Limpio mis manos con el trapo de la cocina, y camino hacia la sala. Todo está decorado a nuestro estilo. Hemos adquirido como tradición, decorar juntos nuestra casa para estas fechas, por lo general lo hacemos un fin de semana. Siempre intento ayudar a colocar las luces, pero Raphael nunca me deja subirme a la escalera, ni a cosas que requieran subirse a una.

Siempre controlador.

Reviso que todo este en orden. La chimenea esta encendida, las luces, el árbol de navidad. El comedor esta decorado para la ocasión, todo generando un ambiente cálido y acogedor. Entonces escucho el auto aparcar en la entrada, ya está aquí. Aliso mi vestido sobre mi cuerpo, es color marfil satinado, con un escote sutil pero provocativo.

Estoy de pie en medio de la sala, cuando la puerta de entrada se abre dejando ver al amor de mi vida. Los años solo lo hacen verse mejor. Esta vestido con pantalones clásicos color negro y una camisa blanca que se ajusta a su cálido y musculoso cuerpo. Cierra la puerta de entrada colocando el código de la alarma, da media vuelta y se detiene cuando me observa.

Su mirada gris me recorre de los pies hasta la cabeza, con paciencia, sin prisa. Aun sigue generando las mismas reacciones en mí. Camino hacia donde se encuentra disfrutando de como me devora con su mirada.

Cuando llego a donde esta, apoyo mis manos en su pecho, subiendo de forma lenta hacia su cuello, donde entrelazo mis brazos mientras observo fijamente sus ojos. Sus manos fuertes rodean mi cintura, atrayéndome contra su cuerpo.

-Feliz cumpleaños mi amor, Bienvenido a casa – murmuro contra sus labios. Suspira acariciando su nariz con la mia, un gesto tan tierno, que es extraño verlo a él hacerlo. Sus labios plasman esa sonrisa provocativa que disfruto tanto ver.

-Gracias Cara mia, soy un bastardo afortunado. He sido premiado con el mejor regalo- su voz ronca recorre todos mis sentidos. Una de sus manos se acerca a mi rostro, sus dedos recorren mis labios con anhelo – Tú.

La calidez recorre mi alma al escuchar sus palabras.

-Ambos somos afortunados entonces – admito contra sus dedos, sus ojos me observan con tanta intensidad, con sus dedos sujeta mi rostro y sin perder mas tiempo choca sus labios con los míos.

Es un beso cargado de anhelo, deseo, desesperación pura y cálida. Esa que nunca se va, que nunca nos deja del todo saciados. Muerdo su labio inferior ocasionando ese gruñido que brotas desde el fondo de su pecho. Sumerge su mano en mi cabello moviéndome a su antojo, mientras devora mi boca.

Duramos minutos, no sé cuántos, besándonos como si el fin del mundo estuviera aquí. Quisiera solo saltarme directamente a una de las sorpresas de cumpleaños que le tengo, pero no lo haré. Necesito de toda mi fuerza de voluntad para sepárame de sus labios. Ambos respiramos de forma agitada, mientras nos observamos.

Detrás de las cicatrices.🔥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora