Capítulo #9

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Nos subimos al auto y Raphael se pierde en el tan reconocido tráfico de New York, por suerte no esta tan lejos. Mientras vamos Raphael recibe algunas llamadas. En eso aprovecho y le escribió a mi padre para ver cómo está todo. Llegamos y Raphael estaciona en su lugar. Entramos al gimnasio y él nos dirige inmediatamente al ascensor. Al ingresar pulsa el botón para el sexto piso.

- ¿Vas retrasado? - le pregunto observando nuestro reflejo en las paredes del ascensor.

-Tengo 10 minutos todavía- me responde mientras apoya su mano en mi espalda- me gustaría que usaras el baño privado que está en mi oficina, ahí nadie te molestará.

-No es necesario, puedo usar los baños públicos- lo menos que quiero es generar molestias.

-No. No quiero que nadie te vea en una posición comprometedora- explica mientras me observa fijamente- en mi oficina tendrás privacidad.

Como discutir contra esa lógica. Y tiene razón, siempre es incomodó usar los baños públicos. El constante miedo de si alguien entra y te vea. Es tan considerado y si cree que pase por alto su actitud posesiva está equivocado. Tendré que hablar con él sobre eso, aunque dudo que lo cambie. Llegamos al piso y Raphael nos guía hacia su oficina. Al entrar me indica donde está el baño, las toallas y demás utensilios de aseo. Me da carta abierta de usar lo que quiera.

-Estaré bien. Ve, llegaras tarde- le apremio mientras dejo mi bolso en el sillón.

-Solo serán dos horas- me explica mientras se acerca a mí. Acaricia mi mejilla y me da un beso en la frente- avísame cuando estés lista, estaré pendiente del celular.

-Lo haré- le digo. Me suelta y abre la puerta y desaparece.

Suelto un suspiro. Me encamino al baño y le colocó el seguro a la puerta. Nunca se sabe quién pueda entrar. Me dispongo a bañarme y a quitarme todo este sudor. Me tomo mi tiempo cambiándome y arreglándome. Me coloco un jean de talla alto, que se aferra a mi cintura, una blusa básica blanca y una chaqueta de lana beige y mis tenis blancos. Peino mi cabello y decido dejarlo suelto, ya debo lavarlo. Me decido por un maquillaje sencillo. Nunca me ha gustado usar demasiado maquillaje. Cuando estoy lista guardo todo en el bolso, arreglo el baño y salgo. Miro el celular y solo han pasado 40 minutos.

Le envió un mensaje a Raphael diciendo que ya estoy lista, salgo y cierro la oficina con las llaves que dejo en la mesa. Prefiero bajar por las escaleras. Mientras lo hago me llega un mensaje y veo que es él.

Raphael

Ven a la sala de práctica. Está en el cuarto piso.

Lo hago. Al llegar a la sala y lo veo. Esta con Andrés y están haciendo una demostración de una postura que creo es para defensa personal. Es dedicado y me doy cuenta de que disfruta enseñar. Al ver que algunos de sus alumnos no logran hacer bien la postura, se acerca a ellos y les enseña cómo. Tiene esa expresión seria que me pone tanto. Levanta la mirada y me ve en la entrada. Sus ojos brillan y se acerca a mí. Lo espero afuera, no quiero interrumpir en su clase de esa forma ni desconcentrar a los alumnos.

-Ey, te esperaré en la cafetería, No quiero desconcentrarte – Le digo cuando sale de la sala.

-No lo haces. Pero estoy de acuerdo- se acerca y me toma de la mano. Acaricia mis nudillos con sus dedos.- en cuanto termine estaré contigo. Me molesta que tengas que esperar tanto.

-No hay problema. - lo tranquilizo- aprovecharé el tiempo y haré algunos bocetos en los que tengo que trabajar. Termina tu clase tranquilo.

-Te compensaré la espera- dice y suelta mi mano. Veo como entra a la sala de prácticas y decido bajar.

Detrás de las cicatrices.🔥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora