Al amanecer abro mis ojos, mí vista cae hacia las ventanas por donde está atravesando la luz del sol. Inmediatamente soy consciente del brazo que rodea mi cintura. Raphael me tiene abrazada a su cuerpo. Siento su respiración en mi cabello, su otro brazo está apoyado entre mi cuello sosteniendo nuestras manos entrelazadas. Puedo sentir toda su longitud apoyada en mi parte trasera. La forma en la que me sostiene, con tanta posesión me hace sentir emociones muy intensas.
Puedo sentir los latidos pausados de su corazón y su constante respiración. Cierro los ojos por un momento recordando la noche anterior. Fue mágico. Luego de nuestro primer encuentro, caímos dormidos abrazados. A mitad de la noche desperté con Raphael abrazándome por la espalda, besando mi hombro y cuello, sus manos fuertes tocaron los lugares exactos para activar mi deseo. Me hizo suya en esa posición. Sentir su calor, su necesidad, sus gemidos en mi oído pronunciando mi nombre como un mantra. Nunca había sentido tanta conexión con otro ser.
Fue...mágico.
Quiero prepararle el desayuno. Así que intento soltar su agarre sin que se despierte, lo cual es toda una odisea. Al lograrlo me bajo con cuidado de la cama. Raphael suspira y sigue durmiendo. Debe estar agotado. El cansancio de su entrenamiento, más la noche de pasión que compartimos lo dejaron exhausto.
Camino de puntitas hasta el baño, donde hago mis necesidades y tomo la camisa que Raphael tenia puesta ayer. Salgo de la habitación sin hacer ruido y bajo las escaleras hasta que llego a la cocina. Me freno en seco al ver a Emilia junto a la nevera. Nota mi presencia y sonríe abiertamente. Me sonrojo a más no poder. Sé que mi aspecto lo dice todo. Labios hinchados, cabello despeinado y ojos brillantes.
-Buenos días - saludo con voz vacilante.
-Buenos días querida- su voz entusiasta me devuelve el saludo.
-Me gustaría prepararle el desayuno a Raphael - explico mientras entro en la cocina- aún está dormido.
-Claro que sí. Déjame ayudarte- pide mientras termina de limpiar los estantes.
No discutiré esta vez. Cuando se trata de la comida de Raphael ella es mi mayor aliada. Sabe todo lo que le gusta y a que termino. Asiento en señal de aprobación. Mientras ella termina decido sacar los ingredientes de la nevera.
Sé que le gustan los panqueques japonés como a mí, así que me decido por eso, más huevos revueltos, algo de fruta fresca y jugo de naranja. Algo que tenemos en común, Raphael odia el café. Mientras preparo los panqueques, Emilia me ayuda con los huevos y a picar la fruta. Cuando todo está listo lo acomodo en una bandeja plegable. Emilia lleva los vasos a parte para no hacer desastres mientras subo las escaleras. Al entrar a la habitación deja los vasos en la mesa del recibidor y se van, no sin ates guillarme un ojo. Esta mujer es increíble, pienso divertida. Apoyo la bandeja en la mesa y me acerco a la cama para despertarlo.
Sigue en la misma posición que lo deje. Me siento en la orilla de la cama y comino a repartir besos por su frente, mejillas, al llegar a sus labios no sé cómo termino acostada de espalda con Raphael encima de mí. Suelto una risa mientras lo siento abrazarme. Su rostro está sumergido en mi cuello, estoy comenzado a pensar que es su parte favorita de mi cuerpo. Su cabello me hace cosquillas. Esta despeinado, algo raro ya que Raphael siempre se ve pulcro. Saber que tiene la confianza para mostrase así conmigo me hace feliz.
-¿Por qué no estas durmiendo?- amo su voz de recién levantado.
Su aliento en mi cuello ocasiona que la piel se me erize.
-Me desperté hace un rato- respondo mientras le acaricio el cabello- bajé a prepararte el desayuno, se va a enfriar.
Saca su cabeza de mi cuello y me observa fijamente. Sonara loco pero siento que algo ha cambiado entre los dos, de forma positiva. Sus ojos tienen un brillo que no estaba ahí. Lo que compartimos anoche fue maravilloso y sé que es.
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Detrás de las cicatrices.🔥
ChickLitAurora no ha tenido una vida fácil. Desde pequeña, cuando tuvo que presenciar el fatídico accidente que le arrebató a su madre; se ha cerrado al mundo. A no amar, confiar, sentir y sufrir. Sin embargo ha aprendido que la vida está llena de eso, es...