Capítulo #31

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Luego del increíble fin de semana lleno de adrenalina que tuvimos, hemos sido premiados con unos días llenos de tranquilidad. Respecto a la discusión que tuve con Raphael, ambos logramos hablar respecto al tema. Acordando ser más comunicativos y en confiar más.

Estoy sentada en una mesa en la repostería de Esme, está ubicada en Manhattan. Es un local elegante, sencillo y lleno de energía igual a Esme. Me da paz estar aquí. Desde donde estoy sentada la observo detrás del mostrador atendiendo a sus clientes. Ella es tan fuerte, alguien que no le ha dado miedo sentir y aceptar lo que ha vivido. Ojalá yo tuviera esa fuerza, valor para sentir el dolor que habita dentro de mí.

Haciendo un análisis, estos últimos días me he sentido muy melancólica. No entiendo por qué. He pensado mucho en mamá últimamente. Es como ese continuo recordatorio, de que ya no debo represar lo que siento.

Pero me duele.

Duele mucho.

Y ya no quiero sentir más dolor.

- ¿En qué tanto piensas? – cuestiona la voz de Esme, interrumpiendo mis pensamientos. Levanto la mirada y está junto a la mesa. Trae en sus manos un trozo de pastel de chocolate, el favorito de ambas. Uno para cada una. Sen sienta en el punto de enfrente y colocando un plato para cada una.

-En todo y en nada- le respondo con voz serena. Aun cuando dentro de mi todo es menos que tranquilo.

-No te creo nada, hay algo que te preocupa, aparte de lo de Raphael – trasmite mientras me observa fijamente. Esme es muy buena analizando. Demasiado buena.

A ella no la puedo engañar.

-Nada solo que... he estado pensando mucho en mi madre últimamente. Me siento melancólica a veces...- comparto con ella con mucha dificultad. Cuando se trata de este tema, las palabras siempre cuestan. Pensarlas y trasmitirlas.

-Aurora, creo que sería bueno que hablaras con alguien sobre ese día- sugiere mientras estira su mano y la apoya sobre la mia. Su mirada luce preocupada – Te conozco, se lo que eso te está haciendo. No puedes reprimirlo por siempre, además no has llorado desde ese día, y...

-Esme por favor, basta- le murmuro con voz firme. Retiro mi mano de la suya, entrelazándolas en mi regazo – Solo...detente. Estoy bien, de verdad – le trasmito mirándola fijamente.

Como siempre su mirada es preocupada.

-No Aurora, no lo estas. Y nunca lo estarás, no del todo si no hablas sobre eso, necesitas sacarlo, de otro modo esa herida nunca sanará- Me trasmite con tranquilidad y firmeza. Asiento ante sus palabras, dándole la razón, pero no puedo.

Aun no puedo.

Luego de la conversación tan pesada ella se encarga de cambiar de tema. Hablamos de todo un poco, le comento que Raphael se va de viaje este viernes y estará fuera todo el fin de semana, hasta el Domingo en la noche que regresa a la ciudad. Organizamos para esos días nuestra anhelada pijamada.

-Quedé con Raphael en pasar esta noche con él, ya que se va mañana a primera hora- Le trasmito mientras termino mi delicioso postre.

-Es lógico, estarán separados algunos días – responde tomando un poco de su café. Hablando de eso observo en la calle como el auto de Raphael dobla la esquina, para estacionarse en frente de la tienda. Baja del auto, hoy maneja él.

Se ve tan bueno con esos trajes.

Mmmm.

-Cierra la boca, vas a babear toda la mesa- exclama Esme. Lo que ocasiona que aparte la mirada de Raphael y la observe. Sonrojándome a mas no poder. Le tiro mi servilleta justo en el rostro ocasionando las risas de ambas.

Detrás de las cicatrices.🔥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora