Capítulo #5

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El viernes, cuando llego al gimnasio lo primero que hago es acercarme a comer algo ya que no logré almorzar antes de salir. La primera persona que me encuentro a la entrada de la cafetería es Raphael. Noto que levanta la vista y me mira. Le sonrió y sigo de largo.

Ahora que sé más sobre él no quiero estar demasiado familiarizada. La forma en la que golpeó a ese oponente aquel día. Todavía siento escalofríos. Fue como ver algo completamente diferente. Sé que él es intenso, lo supe desde el primer momento en que lo vi. Pero verlo hacer algo así, me asusto mucho. Se le veía una determinación y fiereza al atacar. Si antes me intimidaba, ahora lo hace mucho más. Y creo que él lo sabe.

Los siguientes días fueron más de lo mismo. Solo me dirigía a él cuando tenía que ser estrictamente necesario, cuando trabajamos lo hacíamos normal sin tanta conversación. En varias ocasiones me invitó a salir, o a cenar. Yo decentemente me negaba o decía que estaba ocupada. Podía notar que se molestaba y antes de que dijera algo más salía huyendo como una cobarde. Así pasaron varias semanas, llenas de la misma rutina. Cuando más tratas de alejarte de alguien, más se te parece. Y él ya está arraigado en mis pensamientos. En este tiempo mi padre logró terminar la ampliación del negocio. He estado hasta arriba de trabajo, utilizandolo como excusa para mantener mi mente ocupada.

En eso inicia el mes de abril, lleno de calor como es de costumbre. El 15 de este mes finalicé el curso de repostería que estaba haciendo. Mi mejor amiga, Esmeralda es repostera, siempre me ha llamado la atención así que me motivé a aprender. Recibí mi graduación, ahora sí tengo algo que lo certifique. Me siento feliz ya que siempre había querido especializarme en ello. Me encanta la cocina, la amo, disfruto cocinar. Así que obtener más experiencia para mí en este campo es una gran satisfacción. 

Al llegar a la oficina ese día me sorprende encontrar un ramo hermoso de flores, no cualquier flor, son tulipanes y claveles. Son algunas de mis flores favoritas. Me pregunto quién habrá sido y cuando veo la tarjeta siento tanto emoción como nerviosismo. ¿Por qué me hace esto? Más bien ¿Qué es lo que quiere de mí? no lo comprendo. Leo la tarjeta.

Felicidades por este logro, Te lo mereces.

Raphael

No es lo que dice, porque es un mensaje simple y directo. Es la intención, el detalle que tuvo al acordarse y enviar una felicitación. Son gestos que me desarman completamente.

El viernes todo es un poco caótico en la oficina, por un lado, están terminando algunos proyectos y por el otro está la organización del baile de beneficencia. Se acostumbra a hacer este evento cada año para recoger fondos y donaciones para la fundación de la familia Vítale. Básicamente se realiza una charla sobre la importancia de tener un centro de ayuda para personas sin hogar, sobre todo niños y adolescentes. El dinero recaudado va destinado a la vivienda, educación y emprendimiento de estas personas que lo necesitan, ya que no tienen un hogar o recursos para ello. 

Este mes me he encargado de la organización y todo lo que conlleva. Mi jefe me deja salir temprano para poder arreglarme. Al llegar a mi casa me doy un baño relajante y me dispongo a cambiarme.

Es un vestido hermoso, lo vi y no pude evitar comprarlo. No lo he usado, lo he guardado para una ocasión especial y esta lo merece. Es de encaje bordado con unas piedras brillantes color dorado que le dan un toque elegante, con un escote pronunciado, se sostiene en los hombros con unas mangas, marca la cintura y luego cae hasta las rodillas. Al tenerlo puesto me observo en el espejo. Siento que me veo bien, el vestido acentúa mis curvas que no son muchas, pero sí las necesarias. Realza mi pecho de una forma sutil. 

Combino el vestido con unos zapatos dorados y accesorios de igual color. Me maquillo ligeramente para acentuar mis rasgos faciales. Mis labios los pinto con un labial mate de color canela. 

Detrás de las cicatrices.🔥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora