Música clásica rodea el ambiente de la cocina, mientras observo a Raphael finalizar nuestra cena. Raviolis rellenos de espinaca, champiñones y queso. Su camisa esta remangada hasta sus codos mientras lo veo sacar lo raviolis del agua y pasarlos al sartén que tiene la salsa de queso mas exquisita que he podido probar.
Ya los Raviolis estaban listos, solo hubo que descongelarlos. No puedo creer que estemos aquí, juntos de nuevo. Por un momento, días atrás, pensé que lo habíamos perdidos todo. Pero siempre hay luz entre la oscuridad. Siempre.
Nosotros supimos verla.
Raphael no me dejó hacer nada, solo acomodar la mesa. Lo veo probar la salsa y agregar pimienta a esta. La forma en que sus brazos de tensan al hacer los movimientos me tiene por completo concentrada en él.
-Esto ya está listo – exclama mientras apaga el fuego. Sujeta con trapos de cocina el sartén con los raviolis y me indica la mesa del comedor. Camino detrás de él, admirando su espalda ancha. Apoya el sartén en el centro de la mesa, ambos tomamos asiento. Él en la punta y yo a su lado izquierdo, como siempre.
-Se ve y huele delicioso – exclamo mientras admiro la cena. Raphael sonríe, mientras toma mi plato y sirve; para luego hacer lo mismo con el suyo. Tomo un poco de queso parmesano y lo dejo caer sobre los raviolis. Tomo con el tenedor uno, llevándolo a mi boca. La explosión de sabor me hace gemir de gusto de forma inconsciente – Amor, esta exquisito.
Al levantar la vista noto que me observa, esa mirada gris que tanto amo, me trasmite paz, alivio y amor. No puedo evitar sonrojarme ante su escrutinio.
-Me alegra que te guste – trasmite con su voz ronca. Sonríe al verme sonrojada. Aparta la mirada y comienza a comer. Ambos disfrutamos de la compañía del otro, degustando cada minuto. Cenamos en paz, hablando de todo un poco, de su trabajo, la familia, nuestros proyectos.
Tiempo después, estamos en la cocina limpiando. Como es costumbre, yo lavo, mientras el seca los platos. Por mi mente ha estado rondando la idea de preguntar sobre su madre biológica, pero me da miedo, no sé que reacción tendrá. Raphael prepara postre, una mousse de chocolate, lo sirve en copas y me lleva a la azotea.
La brisa de la noche nos recibe, Raphael nos lleva hacia los sofás que están ubicados debajo de las pérgolas. Nos sentamos, cada uno con su copa de postre y lo disfrutamos en silencio. Es fascínate la forma en que podemos estar sin hablar, y no es incómodo. Es algo que hasta el momento no deja de sorprenderme.
Aprovechando el momento, decido preguntarle lo que me ha mantenido inquieta todo este tiempo.
-Raphael...- Pronuncio su nombre llamando su atención, aparta su mirada del cielo oscuro y me observa. Separo los labios para hablar, pero nada sale de ellos. La paz que veo en sus ojos me detiene, no quiero llenar su mente de malos pensamientos – Hay algo que quiero preguntarte, pero no se...
Estira su mano, apoyada por el sofá y coloca parte de mi cabello detrás de mi oreja. Acaricia mi mejilla con sus dedos.
-Pregúntame sin miedo Cara mia – trasmite con tranquilidad, mientras continúa acariciando mi mejilla. Suspiro antes de volver a hablar.
-Esa mujer ¿Se ha acercado a ti de nuevo? Desde aquella vez...- murmuro con la mirada fija en sus ojos, los que noto se endurecen un poco al escuchar sobre ella, pero luego regresan a la normalidad.
-No, no he vuelto a saber de ella, aun así, reforcé la seguridad y coloqué una orden de restricción, si se acerca a mi de nuevo, las autoridades se harán cargo de ella – trasmite mientras me observa. Asiento ante sus palabras. Me tranquiliza saber que no se ha vuelto a acercar a él.
-Me alegra saber eso, es algo que me tenía preocupada, no quiero que se acerque a ti nuevamente – le transmito mientras entrelazo mi mano libre con la suya. Observa con atención nuestras manos entrelazadas.
-Aunque, he de admitir que me alegra que apareciera como lo hizo – admite aun con la mirada en nuestras manos. Hago un sonido de extrañeza, lo que ocasiona que levante la mirada para observarme - Gracias a eso, me dí cuenta de muchas cosas que tenía reprimidas y que debo solucionar. Todo en la vida sucede por algo.
-Sí, en eso tienes razón – confirmo sus palabras. Todo el dolor, el miedo, la ansiedad nos hicieron a todos los involucrados darnos cuenta de muchas cosas. Todo eso hace parte de la vida.
Raphael me atrae hacia su cuerpo, apoyo mi cabeza en su pecho, mientras sus brazos me rodean. Nos quedamos así, en silencio observando las estrellas en el cielo. Disfrutando del calor de nuestros cuerpos y de los mucho que nos hacía falta estar así.
Juntos.
***
Horas después, Raphael me trae a casa como prometió. Acaba de estacionar justo enfrente. Se baja del auto, y justo cuando me dispongo a hacer lo mismo, noto la sombra del cuerpo de papá asomado por la ventana, al ver que lo miro fijamente, corre la cortina y se pierde dentro de la casa. Suspiro mientras niego con la cabeza.
Bajo del auto, encontrándome con Raphael quien me espera cerca. Me ofrece su mano, el simple gesto me confirma que piensa entrar a saludar, entrelazo mi mano con la suya y ambos caminamos hacia la casa. Estira su mano para tocar el timbre, pero antes de que logre hacerlo la puerta es abierta por papá, quien nos observa con su ahora conocida expresión taciturna.
-Buenas noches, papá- lo saludo con tranquilidad. Raphael aprieta mi mano en señal de apoyo.
-Buenas noches, señor Francisco- pronuncia Raphael a mi lado. Papá lo observa con gesto serio antes de responder.
-Buenas noches, ¿Qué tal estuvo todo? – cuestiona con intriga mientras nos observa. Mi ceño se frunce ante lo descortés que esta siendo. Parece notarlo, porque su expresión se relaja un poco- Adelante, pasen.
Suspiro mientras entramos a la casa, cruzo mirada con Raphael quien sonríe y me quiña un ojo. No puedo creer la actitud de papá. Cierro la puerta de la entrada, y lo seguimos hacia la cocina, donde se concentra en revolver algo que esta en el fuego.
-Estuvo muy bien, hablamos mucho y cenamos juntos – trasmite Raphael mientras nos acercamos al mesón de la cocina.
-Eso me alegra – responde papá mientras sigue concentrado en lo que cocina – Raphael, mi cumpleaños es el viernes, haremos una reunión ese día, estas invitado.
Me toma por sorpresa las palabras de papá, no esperaba que fuera a invitarlo. No después de ver la actitud que ha tenido con él.
-Aquí estaré señor Francisco, agradezco que me tenga en cuenta – responde Raphael ante las palabras de papá. Este asiente y continúa concentrado en cocinar -Bueno, yo me retiro, mañana debo trabajar. Un placer saludarlo.
Papá asiente y se despide brevemente de él. Lo acompaño hasta la salida, donde rodea mi rostro con sus manos y besa con suavidad mis labios. El contacto dura poco para mi gusto, sonríe de forma picara y camina hasta su auto. Cierro la puerta de entrada cuando ya no puedo seguir su auto con la mirada.
Doy la vuelta y veo a papá asomado en el pasillo. Cruzo los brazos y levanto una ceja en su dirección. Arruga el entrecejo y me señala con un dedo.
-Ya lo sé...no me presiones – exclama mientras gira los ojos y regresa a la cocina, refunfuñando como un viejo tirano. No puedo evitar reír ante su actitud. No lo puedo culpar.
Es un padre protector.
¡Hola a todos mis queridos lectores! Lo sé, sé que me he demorado en actualizar, pero el trabajo me tiene por completo consumida. Aun así, aquí esta. Capitulo corto, pero interesante.
¡Espero les guste! no se olviden de votar y comentar. Nos leemos pronto.
Con amor, Acrux.
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Detrás de las cicatrices.🔥
ChickLitAurora no ha tenido una vida fácil. Desde pequeña, cuando tuvo que presenciar el fatídico accidente que le arrebató a su madre; se ha cerrado al mundo. A no amar, confiar, sentir y sufrir. Sin embargo ha aprendido que la vida está llena de eso, es...