CAPÍTULO X

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10. La vida es eso que te sucede mientras estás ocupado haciendo otros planes.

BRIDGET

Después de desayunar fui a mi habitación tras encontrar las tarjetas en mi bolso. Al parecer las había guardado en una pequeña y muy discreta cremallera que ayer borracha se me olvidó comprobar. Me di una ducha y me lavé los dientes antes de vestirme para ir a la empresa. Antes de empezar a peinarme llamé a Susana y dejé el móvil en manos libres sobre el lavabo.

—¡¿Se puede saber que te pasa, mujerzuela?! —chilló desquiciada—. ¡Ni un mensaje de que sigues viva nos pusiste a tu padre o a mí! ¡¡Te parecerá bonito!!

Cerré los ojos un momento mientras esperaba a que terminase de soltarlo todo. Estaba a quinientos kilómetros de mí pero parecía que en cualquier momento saldría del auricular del móvil como el mismísimo diablo.

—Se me pasó —me excusé—. Llegué tarde y estaba muy cansada.

Odiaba mentir y odiaba a los mentirosos, pero en ese momento hacerlo era lo mejor si quería seguir viviendo. Si Susana estaba así de enfadada por no haberla avisado, no quería saber cómo se pondría se le contaba lo que ocurrió en realidad. No gracias, aún era muy joven para morir.

—Pero oye, lo estoy haciendo ahora ¿no?

—Bridget... —advirtió.

—¡Perdón mamá! Se me olvidó que eres una controladora, por Dios... —protesté mientras trataba de amarrar mi cabello en una trenza.

—Gracias a Dios no soy tu madre, que ya sabemos cómo es, pero sí, soy una controladora porque estás en otra maldita ciudad y me preocupo por ti. Desagradecida.

Se instauró un silencio en la línea porque ninguna de las dos volvió a abrir la boca. Respiré profundamente, había tocado un tema especialmente desagradable para mí...

—Vale perdón, no debí haber dicho eso de tu madre —se disculpó aún mosqueada.

—Aún así, no era ninguna mentira. Pero sabes que no me gusta que saques el tema, sólo es mi madre biológicamente hablando —repuse cogiendo el móvil y quitando el manos libres porque ya había terminado con mi pelo.

—Lo sé, perdona. Es que encima Mateo te echa de menos y está más revoltoso de lo normal.

A pesar de que no podía verla, ponía la mano en el fuego a que se había pasado una mano por el pelo antes de morderse la uña del dedo pulgar. Era una manía horrible que tenía cuando se ponía muy nerviosa o enfadada.

—No te preocupes. Siento no haberos avisado, no volverá a pasar.

—Dejemos el tema ¿quieres? ¿Qué tal te va? —preguntó y me di cuenta de que sonaba algo cansada ahora no estaba gritando como una loca.

Seguro que tenía un montón de trabajo ahora que estaba ella sola. De pronto me sentí mal conmigo misma. Mi amiga se estaría desviviendo para llevar a Mateo al colegio, cuidar de él y además trabajar. ¿Y yo mientras que hacía? Irme de fiesta y comportarme como una adolescente. Tenía responsabilidades en Málaga, no podía distraerme y flaquear ahora.

—Bien, estoy terminando de preparar las cosas para ir a la empresa. Tengo una compañera que es aficionada a lanzar bolígrafos, da gracias si no llego con ninguno incrustado en la frente.

AARON ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora