43. Ocultar también es mentir.
BRIDGET
Ese día empezaba, por fin, la universidad. De nuevo. Si es que al final era masoquista. Me levanté con más tiempo de lo que necesitaba, por si acaso. No quería llegar tarde el primer día. Además, podía perderme o me podría ocurrir cualquier otra desgracia similar como que una paloma me cagase encima.
—Vuelve a la cama —se quejó Aaron con un gemido, extendiendo la mano para tratar de alcanzarme.
Sí, había llegado a ese nivel de antelación. Mi alarma sonó esa mañana antes que la de Aaron, y eso que él adelantó la suya treinta minutos para poder pasar un rato conmigo antes de irse a trabajar.
En esta ocasión fue al revés.
Fui hasta la cocina y saqué lo necesario para hacer panqueques. Había estado ayudando bastante a Susana a cocinar durante mis últimas semanas en casa, no quería que Aaron se encargara siempre de alimentarme, de modo que aprendí nuevas recetas más elaboradas que mis talentos culinarios básicos.
Me comí mi parte mientras hacía las siguientes tortitas en la sartén porque tenía demasiado hambre, no me sentía demasiado orgullosa así que llevé el desayuno a la cama para compensar. Aaron me miró confundido cuando me vio llegar con una bandeja, los panqueques y un café.
—¿Qué es esto? —preguntó señalando la comida.
—Tu desayuno.
Dejé que lo cogiera y abrí la parte del armario que me correspondía para buscar algo que ponerme. Moví las perchas varias veces en busca de algo decente, pero no tenía nada. Solté una protesta, llamando la atención de Aaron.
—Adivino, no encuentras nada —repuso llevándose el tenedor a la boca.
Giré el cuello para observarle por completo sobre mi hombro. Era el primer día, un momento clave, había que causar una buena impresión. Y no me parecía tener nada a la altura.
—Pues no. ¿Crees que esta camiseta va bien con esta chaqueta? —inquirí tomando cada prenda en una mano y poniéndolas por encima para que viera como quedaban.
Frunció el ceño, sumamente atento a la elección de ropa.
—¿Qué pantalón piensas usar con eso?
—Eh... ¿El negro?
No estaba muy segura, me había acostumbrado a ir a la universidad con lo primero que veía en el armario aquella mañana, pero repito: era el primer día. Aquello no me servía, aún.
—Sí, ese te hace buen culo —aseguró y continuó comiendo.
Sin embargo, yo no lo podía dejar pasar.
—¿Ah, que acaso no lo tengo de normal? —contraataqué posando las manos en mi cintura, tratando de lucir seria.
Aaron levantó la cabeza de inmediato y por la sonrisa pícara que mostró supe que iba a soltar uno de sus sinceros comentarios.
—De normal lo tienes aún mejor. Ya sabes, cuando no llevas nada.
—Deberías atragantarte con las tortitas —amenacé antes de coger la ropa y caminar con ella hasta el baño para una ducha rápida, escuchando su risa de fondo.
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AARON ©
RomanceBridget es alegría, entusiasmo y corazón. Aaron, egocentrismo y chulería. Tan sólo basta una mirada a través de la barra para que dos mundos completamente distintos se unan. ¿Pero cómo reacciona un hombre acostumbrado a tenerlo todo al rechazo? ¿...