15. Conferencias obligatorias llenas de sorpresas.
BRIDGET
Regresar a Málaga fue un soplo de aire fresco. Vivía enamorada de la ciudad, de sus calles y playas. El ritmo de vida en Madrid era diferente, aquí la gente iba más relajada, sin tantas prisas.
Desafortunadamente, esa tranquilidad fue sustituida por el estrés con mucha rapidez.
La semana antes del examen fue horrible. Tan solo salía de la habitación para comer pues de lo contrario no me daría tiempo a repasar todo lo que necesitaba. Por culpa de Iván y los tontos que le siguieron el juego, ahora todos tendríamos un examen dificilísimo que afrontar.
El apoyo de Susana me ayudó a no perder la cabeza. Además ella y Mateo fueron a visitar a mi padre por mí, que insistió en que estudiara y fuera a verle después de hacer el examen. Decía que estaba muy orgulloso de mí siempre que hablábamos por teléfono, así que al colgar me ponía a estudiar con más ganas para no decepcionarle. Todo lo que tenía se lo debía a él.
El último día antes del examen quedé con Patri para hacer un repaso juntas. Nos hacíamos preguntas la una a la otra sobre el temario e intercambiamos algunos trucos para memorizar que se nos habían ocurrido estudiando.
El examen fue complicado, por supuesto, pero yo creo que me había salido bien. De todas formas, me obligué a no pensar en ello. Lo hice lo mejor que pude y ya está. Aunque por supuesto quería obtener una buena nota, pero teniendo en cuenta las circunstancias la verdad es que me conformaba con aprobar.
Lo importante era que, por fin, me lo había quitado de encima y podría dedicarme por completo a mi trabajo de fin de grado que aún debía terminar.
Dos días después fui a un seminario obligatorio que teníamos en la facultad. Esa tarde había quedado para comer fuera con algunos amigos de clase y distraernos un poco. Llegué a la universidad algo justa de tiempo porque esa mañana me había quedado dormida. Me arreglé el pelo como pude mientras caminaba a paso rápido hasta el aula donde tendríamos la charla. Como no conseguía acomodarlo a mi gusto, acabé haciéndome un moño en lo alto de la cabeza.
Que le dieran por saco a mi pelo.
Por suerte, aún no había llegado el profesor así que subí las escaleras hacia la sexta fila, donde estaba Patri escribiendo en su móvil. Me dejé caer en el banco a su lado con un suspiro. Había venido corriendo para nada. Mi amiga levantó la vista de la pantalla y me sonrió.
—¿Y ese look? —preguntó divertida a la vez que señalaba mi camiseta. Era una de una banda de música que dejaba ver un poco mi ombligo, fue la primera que cogí.
—Me quedé dormida ¿vale? —protesté. Dejé el portátil sobre la mesa y me apresuré a encenderlo.
—Raro es el día que eso no te pase —se burló—. ¿Te has enterado de sobre qué va esto?
Fruncí el ceño, ¿acaso era una pregunta trampa?
—Claro, es la clase que tenemos con el señor Rodríguez sobre...
—Ah, ah —negó—. ¿No has mirado el correo?
¿El correo? Pues justo esa mañana no había tenido tiempo para hacerlo, pero normalmente sí que solía estar pendiente. Confusa, saqué el móvil del bolsillo de mis vaqueros y entré en la aplicación de Gmail.
—No, el de la universidad —me detuvo al ver que revisaba el mío personal.
Puse los ojos en blanco. ¿Quién miraba el correo de la universidad constantemente?
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AARON ©
RomanceBridget es alegría, entusiasmo y corazón. Aaron, egocentrismo y chulería. Tan sólo basta una mirada a través de la barra para que dos mundos completamente distintos se unan. ¿Pero cómo reacciona un hombre acostumbrado a tenerlo todo al rechazo? ¿...