AARON ©

CAPÍTULO XXII

22. Iron Fist y Sabretooth.

BRIDGET

El día definitivamente me había sorprendido. No me esperaba que Aaron se presentara en la graduación ni tampoco la conversación que mantuve con Dani. Se acercó a pedirme disculpas y me dio un tupper con tiramsú como ofrenda de paz porque sabía que era de mis postres favoritos. Sin embargo, lo que más me chocó fueron sin duda sus palabras «quiero intentarlo, quiero que te enamores de mí».

Aquello me parecía algo muy complicado, porque yo tan solo podía verle como un gran amigo. Además, había que sumarle el hecho de la extraña relación que mantenía con Aaron, pues a pesar de que no éramos nada, nos acostábamos y yo no podía hacer como que eso no existía. Menos aún cuando la otra persona era Daniel. Mi Dani.

En ese momento no supe decirle que no. Él me abrazó y me dijo que no necesitaba una respuesta, solo que estuviese a su lado y no me cerrase en banda. Pero yo solo podía pensar en unos ojos verdes que me perseguían allá donde fuera. Tenía que hablar con Dani y contárselo todo, lo sabía, pero me dije a mí misma que lo haría otro día. Después de cómo acabamos la última vez no quería que el día de nuestra graduación quedase manchado de la misma forma.

—¡Vamos, Bri, bebe un poco! —insistió Lucía tendiéndome su vaso.

—No gracias, estoy bien —negué.

No tenía ganas de beber ese día y ella no dejaría de insistir, de manera que decidí alejarme e ir a la pista de baile con el resto de los chicos. Me uní a Patri, Raúl y Dani, que bailaban entre ellos y hacían el tonto de vez en cuando.

Me hubiera gustado que Aaron estuviese aquí, no por nada, sino simplemente por repetir aquella noche en Madrid. Me divertí mucho con su compañía y bailando con él, por lo que me habría hecho ilusión repetir. Pero respetaba su decisión, tendría sus motivos para ello.

—¡Bri vamos hasta abajo! —me pidió Patri, agarrándome de las manos.

—¡No té diré que no!

Me remangué un poco el mono para que no se me fuera a manchar y moví mis caderas al ritmo de la música mientras descendía hasta el suelo acompañada de mi amiga. Era una broma que teníamos entre nosotras desde el primer año de carrera, nunca podría olvidar aquella fiesta. Mi primera como universitaria.

Raúl y Dani nos silbaron adrede para animarnos, y Patri por la risa casi se cayó de culo al suelo. La ayudé a ponerse en pie como pude a pesar de las carcajadas. Esa noche mucha gente iba a acabar bien borracha, mi amiga entre ellas.

—Necesito ir al baño a refrescarme —les dije antes de marcharme. Tenía mucho calor y ya no lo aguantaba más.

—¿Te acompaño? —me preguntó Patri.

—No, quédate —repuse. Cuanto más bebiera más ganas de ir al baño tendría y se deshidrataría poco a poco si no bebía agua, por lo que supuse que sería mejor que no se viera tentada a vaciar el depósito a menos que fuera necesario.

Me abrí paso entre todos los estudiantes que bailaban y salí al rellano de la escalera donde se encontraban los servicios. Un cuerpo me empujó contra la pared y me arrinconó. No puse resistencia pues ni siquiera me dio tiempo a reaccionar.

—¿Te gusta provocarme? —preguntó Iván a mucha menos distancia de mi cara de la que me gustaría. ¿Qué cojones?

—No sé de qué coño hablas, pero la respuesta es no.

Traté de marcharme, sin embargo, él colocó su mano en la pared para cortarme el paso.

—¿Te crees que no te he visto bailar con tus amiguitos? —inquirió.