CAPÍTULO XLVII

8.8K 411 94
                                    

47. Los secretos siempre encuentran la manera de salir a la luz.

AARON

Un ruido estridente comenzó a sonar. Me giré en la cama dispuesto a ignorarlo, hasta que recordé que Bridget estaba conmigo y que aún seguía durmiendo. Más importante aún, que me pegaría con la almohada si osaba interrumpir su preciado sueño. Malhumorado, al final me levanté. Seguro que mandar a la mierda a quien fuera que me llamaba a las cinco de la mañana me hacía sentir mucho mejor. Agarré el móvil y fruncí el ceño al ver que era Dylan.

—¿Eres consciente de la hora que es? —gruñí nada más descolgar, saliendo de la habitación.

—Lo saben —dijo agitado.

¿Se suponía que eso debía significar algo? Me senté en el sofá del salón, frotándome los ojos para tratar de espabilarme un poco y poder entender lo que fuera que mi amigo pensaba decirme.

—¿Quién sabe qué, Dylan? —suspiré sin ganas de mantener una conversación en aquel momento.

—Lo tuyo con Bridget. Está en la portada de People y tiene un lugar muy destacado en Majesty, USA Today y Vanity Fair.

¿Qué?

—Como me estés tomando el pelo, te juro que...

—Prefería que fuera así, te lo prometo —me cortó—. Te he mandado todos los links a los artículos.

El sueño se me pasó de golpe. Fue como si Dylan me diera una bofetada a través del teléfono. Lo desbloqueé para ver yo mismo las fotos, y vislumbré los mensajes de cabreo de mi padre y los histéricos de Peyton, que fueron quienes más me escribieron.

—¿Y cómo narices ha pasado esto? Les pagamos precisamente para que no publiquen nada sobre nosotros a menos que se lo pidamos —espeté molesto.

¿Acaso ya nadie sabía hacer su maldito trabajo de una manera competente?

—Pues al parecer a alguien se le ha olvidado. En cuanto todo el mundo cotillee las redes de camino al trabajo lo verá, por no hablar de Twitter. En esa mierda todo se hace viral en un momento.

Joder, joder, joder. No podía comprar todas las revistas del país, ni tirar abajo la maldita aplicación esa. Siempre supe que las redes sociales no traerían nada bueno.

—¿Habéis llamado ya para que lo retiren? —pregunté tras pinchar en el primer link.

Pocas veces en mi vida había sentido semejante opresión en el pecho, tan solo cuando murió Ava, pero en ese momento me costaba respirar mientras esperaba a que se cargase la página.

—Es demasiado pronto, la mayoría de oficinas aún no han abierto —negó.

—No me jodas, Dylan. Llama a los directores de las revistas y que lo hagan ellos mismos. Y si interrumpes su sueño me importa una mierda, no quiero que la gente se entere de esta manera de lo que tengo con Bri.

—En realidad las fotos no están mal, podrían ser mucho peores, ya lo sabes.

Cuando por fin se cargó la página, pasé olímpicamente del texto y deslicé mi dedos por la pantalla hasta que encontré las fotos. Eran de la tarde de ayer, cuando salimos de la empresa para comprar algunas cosas del zanahorio. Me sacaban apoyado a un lado del coche, mirando a una Bri que revisaba la bolsa comprobando que teníamos todo lo necesario. Se negaba a subir al coche sin revisar tres veces que no nos habíamos olvidado de nada. La cita del veterinario era en menos de dos semanas y no pensaba dejar nada para el último momento cuando se trataba de su bebé, como ella lo llamaba. Esa era la primera fotografía.

AARON ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora