28. El "no" no es una respuesta.
AARON
No podía dormir. No porque la presencia de Bridget me molestara, sino porque todavía seguía con el horario un poco cambiado por los viajes y no tenía sueño. Había logrado descansar unas horas, pero ya llevaba media hora despierto y sin muchas ganas de permanecer en la cama. De manera que opté por levantarme, con cuidado claro, para no despertarla. Agarré el portátil y me senté en una silla de cara a Bridget, verla dormir era sumamente relajante. Encendí la pantalla y comencé a revisar los cientos de correos que me solían llegar diariamente.
Un aburrimiento, vaya.
Me sorprendió encontrar uno del secretario de mi padre. Pinché en él por curiosidad, ¿qué querría? ¿Hacerme más preguntas sobre la chica del vestido rojo? Después de leer el correo, me quedé más confundido de lo que ya estaba. ¿Por qué me mandaba un correo para que mirase el móvil? Esta gente era muy rara, seguro que era una broma. Aún así, y solo porque no tenía otra cosa que hacer, me levanté a cogerlo.
Tenía tres llamadas perdidas de mi padre, cosa que siempre era una mala noticia, y diez mensajes suyos. La mayoría se resumían en pedirme que le cogiera el teléfono, nada importante, pero había otros que sí lo eran. Me pedía —más bien exigía— que le entregase la respuesta de la chica que redactó el informe. Es decir, de Bridget. Quería una respuesta de manera inmediata, y teníamos un problema porque ni siquiera ella la sabía.
Le dije que me pondría a ello cuando fueran horas decentes y apoyé los codos en las rodillas, sujetándome la barbilla con la mano mientras observaba a la chica a quien mi padre quería contratar. Se estaba tomando muchas molestias con ella, aunque bien es verdad que cuando se le metía algo en la cabeza no había quien le convenciera de lo contrario.
Últimamente trabajaba más duro, seguro que la sinceridad de Bridget le pareció una pequeña ayuda al no tener que mandar a varias personas redactar lo mismo para tratar de llegar a algo realmente útil. Puede que por eso tuviera tanto interés en ella.
El móvil vibró sobre el teclado del portátil y lo cogí al momento, debía ser mi padre.
Papá: Mejor olvídalo. Compra un billete a Nueva York y tráela contigo, quiero hablar con ella en persona.
Aquello no parecía que estuviera sometido a votación. Le eché una ojeada de nuevo a Bridget, estaba murmurando algo casi imperceptiblemente. Si no supiera que a veces hablaba en sueños ni siquiera me habría dado cuenta de que en ese momento lo estaba haciendo.
Solté un suspiro, si Bridget iba a Nueva York conmigo no podía permitir que mi padre se enterase de que la chica a la que buscaba era la misma que la de la foto. No la contrataría y lo más probable era que tratara de separarla de mí, porque no le aportaría ningún beneficio económico a la empresa, como solía decir. Y seamos sinceros, a Bridget le venía de perlas el trabajo, tenía que ver con lo que había estudiado. Y yo... yo me sentía bien con ella. Era un poco rara a veces, pero me hacía reír más que ninguna otra chica con la que alguna vez hubiera salido.
Si iba a venir a casa conmigo, entonces necesitaría ayuda. Dejé el portátil en el escritorio y marqué el número de Dylan mientras bajaba las escaleras y caminaba hasta el jardín. Por las noches refrescaba, pero se estaba perfectamente bien sin necesidad de abrigarse.
—Ya iba siendo hora de saber algo de ti, te fuiste para evitar la conversación que tenemos pendiente y...
—Mi padre quiere que Bridget viaje a Nueva York para tener una reunión con ella —expliqué.
Se hizo el silencio en la línea durante un instante, hasta que mi amigo al final se recompuso.
—Oh, eh... eso está muy bien. ¿Pero no trabaja ya en el hotel de Marbella?
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AARON ©
Roman d'amourBridget es alegría, entusiasmo y corazón. Aaron, egocentrismo y chulería. Tan sólo basta una mirada a través de la barra para que dos mundos completamente distintos se unan. ¿Pero cómo reacciona un hombre acostumbrado a tenerlo todo al rechazo? ¿...