CAPÍTULO XIX

9.9K 454 78
                                    

19. Un pecado andante muy creído.

BRIDGET

Miré a nuestro alrededor, ¿aquí tenía Aaron una casa? Era una urbanización de casas de lujo donde gente con muchísimo dinero vivía. Cantantes, otros famosos, y al parecer grandes empresarios como él.

Metió el coche en la finca y lo dejó enfrente de la puerta del garaje, no se molestó en aparcarlo dentro. Nos apeamos y le seguí hasta la puerta principal.

Había un bonito jardín en la parte delantera. La casa era un chalet de dos pisos, o por lo menos eso parecía desde fuera. Todo gritaba dinero y ni siquiera había entrado al interior.

Dentro todo era sumamente amplio, con altos techos y grandes ventanales por los que día debía entrar mucha luz. El salón y la cocina parecían estar unidos en una única estancia, aunque esta última quedaba algo más alejada de la entrada.

—Wow, es precioso —murmuré impresionada admirando los altos techos—. Mi casa debió darte claustrofobia.

—No te creas. Ven, las habitaciones están arriba —indicó.

Oculté las ganas que tenía de hacer un tour por toda la casa pues Aaron seguramente querría irse a dormir, y no hacer de guía por su casa. No podía quejarme, al fin y al cabo era normal que no quisiera perder el tiempo conmigo de esa forma.

Subimos las escaleras hasta el segundo piso. Tenía varios cuadros colgados en la pared del pasillo bastante bonitos. Seguro que había sido Kiara la que decoró la casa, todo era precioso y elegante.

Aaron se detuvo frente a una puerta de la que me comentó que era una de las habitaciones para invitados. Esa noche sería mía.

—A menos que prefieras quedarte conmigo —dejó caer en un tono seductor.

—Creo que será mejor que duerma aquí —respondí. Sí, era la decisión más inteligente—. Gracias por acogerme.

Aaron separó el hombro de la pared y se preparó para irse. Era una lástima que la noche hubiera traído consigo esa discusión con Dani, me había dejado tocada y en esos momentos me hubiera gustado no estarlo.

—No es nada, avísame si necesitas cualquier cosa.

Asentí y cerré la puerta una vez él se fue. Giré sobre mí misma y admiré la habitación. Las paredes eran de un tono arena que hacían resaltar las sábanas blancas impolutas y los cojines beige.

Me acerqué a la ventana para cotillear un poco. Los ojos casi se me salen de las órbitas cuando vi el enorme jardín que había en la parte trasera de la casa. Tenía de todo, un cenador con una barbacoa de piedra, una piscina con unas tumbonas y mucho mucho jardín totalmente verde.

Madre mía, quería vivir en esta casa.

Dejé de lado todos los pensamientos sobre las millones de cosas que podría hacer en ese jardín y volví a la cama, debía descansar. Me senté en el borde del colchón, era comodísima. ¿Por qué yo no era rica? Qué injusto...

Llevé las manos a la cremallera del vestido para ponerme el pijama, pero entonces recaí en que no tenía nada que ponerme. ¿A lo mejor en el armario había algo? Abrí las puertas corredizas, pero estaba vacío a la espera de que alguien lo llenase con todas sus prendas.

Bueno, pues dormiría con el vestido a pesar de lo incómodo que era. Podría quitármelo perfectamente, sin embargo me encantaba dormir con al menos una camiseta. Me tumbé boca arriba y permanecí en esa postura unos minutos, mirando el techo.

Vale, no podía. Era demasiado molesto. Pero preguntarle a Aaron si me podía dejar algo era demasiado. No, me aguantaría, no era para tanto. Giré para ponerme de lado y me arrepentí al momento porque me clavé la cremallera.

AARON ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora