35. Una cita inesperada.
BRIDGET
Al final me quedé.
Susana me dijo que si tenía la oportunidad de asistir a una gala benéfica que aprovechara para conocer a gente rica e importante. Aunque la verdad es que a mí eso me daba bastante igual. Si lo que Brooke me dijo era verdad, nadie se acercaría a mí porque no era alguien influyente. Y yo tampoco quería a gente a mi alrededor solo por interés. Así que digamos que tan solo asistía por los Wallace.
Pasé los días con Aaron, que me llevó a Times Square y una tarde a la empresa para que no estuviera sola en la casa, pues al final no conocía a nadie en Nueva York. Jugué un montón con Ron, y descubrí que le encantaba frotar su carita en mi cuello cuando le abrazaba. Era muy mono, pero también un pequeño demonio. Afortunadamente, todavía no había hecho ninguna travesura en presencia de Aaron, solo se portaba mal cuando estaba conmigo porque sabía, de alguna extraña manera, que no podía enfadarme con él.
Esperaba que fuera un angelito cuando regresase a España porque sino no tendría ningún gatito al que venir a buscar.
—¿Estás lista?
Me giré hacia Aaron, quien llevaba un traje precioso —y caro— que le quedaba como anillo al dedo. Se había puesto una corbata verde que resaltaba de una manera impresionante sus ojos esmeralda. No tenía palabras, malditos fueran los genes de esa familia eran todos hermosos. Estaba convencida de que en cuanto llegásemos, todas las miradas se posarían en él hasta el final de la noche.
—¿Bri? —insistió.
—Eh, sí. Podemos marcharnos —respondí una vez regresé a la Tierra.
Él sonrió porque me había pillado embobada, y yo salí al pasillo para ocultar mi vergüenza. Ron salió a nuestro encuentro, probablemente pensando que jugaríamos con él.
—Lo siento cariño, tenemos que irnos —le dije, cogiéndole en brazos para apartarlo de en medio y lo dejé sobre su camita—. No le pasará nada, ¿verdad?
—Ya hemos hablado de esto —suspiró Aaron, agarrándome de la mano para sacarme de casa—, no es un bebé humano, sobrevivirá unas horas solo.
Mi preocupación venía más bien por las trastadas que hacía a veces. Esperaba que no se subiera a ningún lugar donde algún objeto le pudiera caer encima, ni que tampoco destrozase las cortinas. O los muebles.
—Tienes razón. Los gatos son muy independientes —comenté, para convencerme a mí misma, principalmente.
—El zanahorio es listo —concedió.
Al parecer, mi pobre bebé se iba a quedar con ese horrible mote para siempre. Debería comprobar que en la cartilla realmente ponía Ron cuando regresásemos.
Fuera nos esperaba un coche, lo que me sorprendió un poco pues Aaron solía ser quien había conducido estos días. Que no me extrañaba, teniendo en cuenta los cochazos que tenía yo también querría conducirlos en vez de que me llevasen de paseo. Me subí con cuidado de no estropear el vestido que Brooke me dejó, y una enorme sonrisa tiró de mis labios cuando vi al conductor.
—¡Timothée! ¿Cómo estás? Cristal me dijo que te habías ido de vacaciones con tu familia, ¿qué tal lo pasastéis?
Timothée se rió, supongo que por mi entusiasmo, y se dio la vuelta en el asiento para poder hablar conmigo cara a cara.
—Wow, estás súper moreno —exclamé.
—Muchas gracias señ... Bridget. Está muy elegante.
—Tonterías —respondí, quitándole importancia a su coemtario— . ¿Y a dónde fuisteis? Si no es indiscreción, claro —añadí al darme cuenta de que a lo mejor le incomodaba que fuese tan entusiasta y preguntona.
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AARON ©
RomansaBridget es alegría, entusiasmo y corazón. Aaron, egocentrismo y chulería. Tan sólo basta una mirada a través de la barra para que dos mundos completamente distintos se unan. ¿Pero cómo reacciona un hombre acostumbrado a tenerlo todo al rechazo? ¿...