Capítulo 20: I

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Veo todo borroso, no soy capaz de distinguir correctamente nada cuando abro los ojos. Mi cabeza da vueltas y duele.

― ¿Estás bien? ― Pregunta Cupido con un ligero tono de diversión.

― Perfectamente. ― Respondo. Me suelto de su agarre.

Después de recoger la manta y el muñeco, los cuales llevo en mis brazos, Cupido nos ha llevado hasta su casa con una especie de teletransporte. Aunque él no lo llamó así, no recuerdo exactamente la palabra que usó.

Me quedo quieta, manteniendo el equilibrio. Me avisó de que seguramente me afectaría un poco el viaje, pero no imaginé que tanto.

― No te veo muy bien. ― Se burla apareciendo en mi campo de visión, poco a poco se aclara.

― ¿No me digas? ― Suelto un quejido cuando el dolor de cabeza aumenta. Cupido suelta una carcajada.

¿Le hace gracia mi sufrimiento? A mí no me parece gracioso.

― Te volviste muy débil. ― Susurra volviendo a envolverme con sus brazos. Me sostiene por la cintura a pesar de que me resisto.

Decido aceptar su ayuda, aunque mi orgullo protesta. Me relajo quedando mi cuerpo pegado al suyo y mi mejilla en su pecho. Poco a poco el mareo y el dolor empiezan a disminuir.

― ¿Crees que puedes andar sin caerte?

― No soy tan inútil. ― Respondo separándome. Me tambaleo, pero rápidamente recupero el equilibrio.

Menea la cabeza junto a una sonrisa divertida. Me hace una seña para que le siga a través del bosque. Todavía no hay rastro de su casa.

― ¿Cuánto falta?

― Tenemos que dejar que la niebla nos rodee. ― Explica caminando relajadamente entre los árboles.

Me mantengo en silencio. Sigo sus pasos mientras observo su espalda y su pelo. Según vamos avanzando, poco a poco aparece una ligera niebla en el suelo, haciéndose cada vez más espesa y alta.

Se detiene, haciendo que me pare bruscamente por ir distraída mirando el suelo. Casi me choco con su espalda.

― Aquí. ― Murmura girándose hacía mí. Examino alrededor, pero no hay ninguna señal de una casa, sólo bosque y más niebla.

Le miro confundida. Antes de poder preguntar se lleva el dedo a los labios, mandándome callar. Un brillo extraño aparece en sus ojos. Doy un paso atrás.

La niebla empieza a moverse hacía nosotros. Cuando llega a nuestro lugar, antes de tocarnos, comienza a girar a nuestro alrededor. Cada vez más rápido, hasta que no se puede distinguir nada. Ni siquiera puedo ver a Cupido.

― ¿Cupido? ― Levanto la voz. Espero su respuesta, pero no llega.

Antes de que pueda empezar a preocuparme la niebla se desvanece poco a poco, desapareciendo completamente.

― Bienvenida. ― Me sonríe con orgullo, extiende un brazo hacía su casa.

Un puente de piedra con pequeñas estatuas en cada extremo es lo primero que veo. El río parece rodear la casa. La fachada es blanca e imponente, las ventanas y las puertas negras contrastan. Por las paredes suben enredaderas dándole un toque de color en algunas partes. Hay plantas por todos lados, al igual que flores de diferentes colores. Dos sauces llorones esperan a cada lado del final del puente.

― Vamos, no seas tímida.

Se acerca y coloca una mano en mi espalda baja, empujándome ligeramente.

Jack Frost.

― ¿Dónde estabas?

Aterrizo junto a Norte y todos me observan esperando una respuesta. He llegado más tarde de lo que pensaba.

― Haciendo nevar por ahí. ― Muevo la mano restándole importancia.

Norte suspira, me da una última mirada antes de cruzarse de brazos e ignorarme.

― Sigo sin entender como puedes ser un guardián. ― Gruñe Conejo por lo bajo. Estoy a punto de contestarle cuando Hada me interrumpe.

― No tenemos tiempo para peleas. ― Su tono de voz suena firme, haciéndonos callar a los dos.

Nos quedamos en silencio. Norte tiene la mirada pérdida, parece que está pensando. Acomodo el cayado en mi hombro.

― Jack.

― ¿Sí? ― Centro mi atención en Hada.

― Iremos a la fiesta de espíritus. ― Frunzo el ceño en confusión. Lee la pregunta en mi rostro antes de poder pronunciarla. ― Todos.

― ¿Por qué?

― El Hombre de la Luna me ha dicho que irán algunos aliados de Pitch. No sabe quiénes son y debemos averiguarlos. ― Explica Norte, su rostro está más serio de lo normal.

― ¿Y cómo haremos eso? ― Pregunta Conejo. ― Aún sigo sin entenderlo.

― Tenemos que estar atentos, pero no será fácil.

― Nada es imposible. ― Intenta animar Hada. Meme asiente.

― ¿Cuándo es? ― Pregunto y todas las miradas se posan en mí.

― En unos días, mientras seguiremos investigando por el mundo.

― Los ataques han aumentado. ― Comenta Conejo aparentemente preocupado.

― Han empezado a desaparecer niños, eso es lo que más me preocupa. ¿Qué hará con ellos? ― Hada revolotea nerviosa en su sitio.

― Deberíamos protegerlos en vez de investigar. ― Doy un golpe con el cayado en el suelo.

La idea de que este haciendo daño a los niños provoca que la ira crezca en mí. Creo que eso es mucho más importante que encontrar a los aliados.

― Si no los encontramos no podremos protegerlos. ― Norte interviene. ― No podemos estar pendientes de todos los niños al mismo tiempo.

Nos volvemos a quedar ensilencio. La situación está bastante complicada, se puede ver en los rostros delos guardianes. Pitch nunca había tenido aliados, lo peor es que sospechamosque son más de dos y más de tres. ¿Por qué los espíritus querrían hacer daño alos niños?

Esto No Es Normal | Jack FrostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora