Capítulo 28: I

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Me muevo incómoda cuando un peso aparece sobre mi estómago, de repente pequeños pinchazos provocan que abra los ojos encontrándome al gato mirándome fijamente.

Parpadeo somnolienta e intento quitarlo de encima, pero no se mueve.

―¿Qué pasa? ―susurro incorporándome sobre los codos.

Inclina la cabeza y mueve una de sus orejas.

Entonces, recuerdo que lleva todo el día desaparecido. Dejo escapar un suspiro de alivio, pues llegué a pensar que le había pasado algo malo.

Hago el amago de acariciar su pequeña cabeza, pero antes de que pueda tocarlo sale corriendo, saliendo por el balcón. Rápidamente me levanto con miedo de que vuelva a desaparecer.

Salgo al balcón examinando los alrededores en su búsqueda. Mis pies se quedan anclados al suelo cuando encuentro una figura oscura en mitad del jardín, parece un hombre, pero no puedo distinguir nada de él. Cuando parpadeo esa figura desaparece, como si nunca hubiera estado ahí.

Un mal presentimiento me invade, haciendo el ambiente mucho más frío y siniestro.

Con cautela me acerco hasta la barandilla y contemplo cada rincón del patio, sin saber exactamente lo que quiero encontrar. Podría bajar y examinar el lugar, quizás encuentre al gato de paso.

Doy unos pasos en dirección a la escalera, pero antes de bajar me detengo cuando un escalofrío recorre mi cuerpo. El mal presentimiento sigue presente.

Giro para volver al interior de la habitación en busca del peliblanco, quien sigue dormido en la cama. Camino hasta su lado y llevo la mano a su hombro, donde lo zarandeo con suavidad para despertarle.

―Jack ―llamo en un susurro, sin querer asustarle.

Suelta un pequeño gruñido alejándose de mí.

Podría dejar que siguiera durmiendo, se ve demasiado tranquilo como para despertarle. Los espíritus no suelen dormir, quizás debería dejar que descansara.

―¿Jack? ―pruebo de nuevo.

No hay respuesta.

Contemplo su rostro sumido en paz y tranquilidad, sus facciones están totalmente relajadas. Suspiro y me alejo en dirección al balcón.

Salgo dando un vistazo panorámico al patio, sin encontrar nada raro.

Bajo por las escaleras con cuidado de no caer, la única iluminación es la tenue luz de la luna. Camino forzando mi vista para no tropezar o chocar con cualquier cosa.

El silencio invade todo el lugar, poniéndome los pelos de punta. Examino cada rincón por el que paso, cuanto más rápido acabe antes podré volver a la cama.

Llego hasta la fuente donde la luz de la luna se refleja en el agua. Me asomo mirando mi reflejo, quedándome hipnotizada por los pequeños destellos que desprende el agua al moverse. El aire mueve mi pelo por unos segundos, levanto la mirada extrañada porque no hacía nada de viento.

Cuando vuelvo a bajarla, al lado de mi reflejo se encuentra la figura de un hombre. Mis pulmones se atascan dejándome sin respiración y mi pulso se paraliza por lo que parece una eternidad.

Suelto un grito desde lo más profundo de mi garganta tropezando hacía atrás. A pesar del golpe al caer no siento dolor, así que sigo arrastrándome lejos.

Solamente escucho mi respiración agitada y los fuertes latidos de mi corazón. Observo los alrededores de la fuente buscando aquel hombre para escapar en dirección contraria, pero de nuevo todo está vacío.

Esto No Es Normal | Jack FrostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora