Capítulo 12: I

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Mis piernas están adormecidas de todo el tiempo que llevo aquí sentada. El pequeño muñeco de nieve ha sido mi única compañía en estas horas, Jack no ha vuelto todavía y ya se hizo de noche. ¿Cuándo piensa volver?

Muevo las piernas para que se despierten. Estoy aburrida de estar aquí sola. En ningún momento me avisó de que iba a tardar tanto tiempo. ¿Y si ha decidido quedarse allí?

No, no lo haría. Él me prometió que estábamos juntos en esto, en lo que sea esta situación. Acaricio el collar con la yema de mis dedos para asegurarme que es real, el tacto frío del hielo me reconforta por un instante. Es real, me lo prometió. 

Para distraerme de mis traidores pensamientos decido dar un paseo, pero no sé a donde puedo ir, tampoco quiero perderme o alejarme demasiado. Examino la oscuridad de la cueva, por mi cabeza cruza la idea de explorarla en profundidad pero, cuando miro a la salida y veo la nieve caer, descarto el pensamiento de inmediato. ¿Jack habrá vuelto?

Salgo en su busca, la nieve golpea suavemente mi rostro y se queda sobre mi cabello, me siento protegida y abrazada por raro que suene. Me detengo al borde del comienzo de la espesura de árboles.

-¿Jack?- Exclamo y espero atentamente a su respuesta. Nada.

Decidida me adentro entre los árboles, después de un rato andando consigo distinguir que, en ciertas zonas, cae mayor cantidad de nieve. Sigo el rastro hasta que el bosque verde se convierte en uno nevado, la nieve cae con fuerza y de forma espesa. Según mi intuición, cuanta más nieve haya significa que más cerca debe de encontrarse el peliblanco.

Grito su nombre varias veces, en ninguna consigo respuesta. Avanzo escuchando la nieve crujir bajo mis pies.

-No tiene gracia.- Digo al aire, parece ser que nadie me escucha. Pero la nieve no deja de caer, el peliblando es el único que puede provocar esto.

Mi ropa comienza a mojarse por los copos de nieve en ella, la incómoda sensación de la tela mojada pegándose a mi cuerpo me da la bienvenida. Empiezo a cansarme de buscar y no encontrar nada. 

Entonces aparece, no es el peliblando, pero una casa de madera me saluda. La nieve la cubre casi por completo, incluso en la puerta de entrada hay una pequeña montaña, más o menos hasta la mitad, que impide usarla. Los cristales de las ventanas están totalmente blancos, seguramente congelados. Sin embargo, no parece abandonada. La madera se encuentra en buen estado y no se observa ningún desperfecto. ¿Quién vive en mitad de un bosque? ¿Un leñador? ¿Un psicópata huyendo de la ley?

Me mantengo estática en mi lugar mientras debato en mi mente, ¿debería acercarme o irme?

Una luz se enciende en el interior llamando mi atención, instintivamente me escondo detrás de un tronco. Llevo la mano a mi corazón y siento los latidos desbocados, me he asustado. Escucho un golpe proveniente de la casa y el miedo aumenta, es peligroso que esté aquí sola, pueden violarme o matarme y nadie se enteraría. No me atrevo a dar un último vistazo a la casa, así que salgo corriendo sin mirar atrás, por si he llamado demasiado la atención no suavizo el ritmo hasta llegar a la cueva. Una vez allí me detengo jadeando, examino los al rededores con desconfianza, un escalofrío me recorre la columna vertebral. He dado varias vueltas por si alguien me estaba persiguiendo, suena irresponsable, justo lo que no hay que hacer si te persigue un asesino, pero no podía arriesgarme a que descubriera el lugar donde me quedo.

¿Quién cojones vive ahí? Aislado de absolutamente todo.

***

Jack Frost

-Tenemos que ir. Es verdad que nunca hemos querido relacionarnos con los demás espíritus pero, a pesar de ello, nos han invitado. Es una gran oportunidad, chicos. ¿Queréis seguir siendo unos marginados sociales?- Hace una pausa mientras vuela rápidamente hacía el globo.- ¿Os imagináis todos los espíritus que existen y no conocemos?

-Siempre hemos sido invitados y siempre lo hemos rechazado.- Recalca Norte con aburrimiento. Desde que Hada se ha presentado en el taller no ha dejado de hablar del tema.

-Exacto, quizás deberíamos cambiar. Estoy cansada de siempre estar sola.- En cuanto las palabras salen de su boca sus pequeñas hadas se alejan, aparentemente ofendidas.- No, no. No quería decir eso.- Vuela detrás de ellas, dejándonos a Norte y a mí solos.

Suspira y se pasa la mano por la barba, por la expresión de su rostro puedo ver que lo está debatiendo en su mente.- ¿Tú que crees, Jack?

-Sabía que había más como nosotros pero no que hacían fiestas.- Me encojo de hombros con desinterés. 

-No es una fiesta, es más bien como una reunión. El objetivo es que los espíritus más jóvenes conozcan a los demás, para que así no estén solos.- Explica caminando de un lado a otro. Una pregunta pasa por mi mente y parece verla en mi rostro.- Somos los guardianes, no vimos necesario mantener relaciones con los demás. El hombre de la luna se encarga de darnos lo que necesitamos.

-No te voy a mentir, tengo curiosidad.- Admito y no puedo evitar que una sonrisa escape de mis labios.- Se me ocurren muchas ideas para divertirme.

-Ni lo intentes, Jack. Hay espíritus que te perdonaran tus bromas pero, la mayoría, tienen muy mal carácter.

-¿Peor que el Canguro?- La pregunta sale de mi boca antes de que me de cuenta, Norte suspira con cansancio y se cruza de brazos.

-Sí, Conejo no es nada comparado con los demás.

Hada aparece de nuevo y, junto a ella, vuelve la discusión de si deberíamos ir. Me produce curiosidad, bastante en verdad, nunca he visto otro espíritu y, si soy sincero, estoy cansado de ver siempre a los guardianes. Sin embargo, ahora tengo otros asuntos que atender, específicamente uno llamado _____. 

-¿Cuándo es?- Pregunto levantando la voz sobre las suyas para que me escuchen. Hada me observa ilusionada, mientras que Norte la observa a ella con molestia. 

-Todavía no es seguro, deben confirmar los que estén dispuestos, después decidirán una fecha y lugar. ¿Vendrás conmigo, Jack?

-Aún no lo tengo claro.- Confieso y me levanto, estoy por salir de allí cuando Hada me atrapa. No para de suplicarme mientras agarra con fuerza mi brazo. Observo a Norte en busca de ayuda pero, para mi desgracia, solo se ríe ante la escena y se da la vuelta alejándose. 

-Haré cualquier cosa, por favor, Jack. No seas malo.- Lloriquea tirando de mi brazo. 

Debo volver a la cueva. Hada es genial pero, en estos casos, odio sus comportamientos. Si pudiera me arrancaría el brazo y, si lo quiere, que se lo quede ella. Nadie me avisó de que ser guardián supondría soportar estas cosas, solo quiero irme de aquí. Tira de mi brazo moviéndome de mi lugar, comienza a llevarme por los pasillos y se que no me dejará ir tan fácilmente.





Esto No Es Normal | Jack FrostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora