Capítulo 25: III

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[Recomiendo volver a leer la parte de Jack del Capítulo 25:II para ponerte en situación]

―Yo tampoco, pero vamos a dejarnos llevar.

Antes de que pueda procesar sus palabras, siento sus labios presionarse contra los míos. Me quedo paralizada y en blanco por unos segundos. Entonces, los siento moverse incitándome a que haga lo mismo. Todo desaparece, solo queda la sensación de sus labios acariciando los míos. Son más suaves de lo que nunca podría haberme imaginado, al igual que tienen un tacto carnoso a pesar de que no son muy grandes.

Correspondo empezando a mover los míos, inmediatamente me aprieta más contra su cuerpo, como si eso fuera posible. Mis piernas tiemblan y juro que me hubiera caído si no me estuviera sujetando. Subo las manos hasta rodear su cuello con mis brazos, ni siquiera he pensado en hacerlo, mi cuerpo se ha movido por instinto.

El beso es tranquilo, probando como saben los labios del otro. Aunque rápidamente, se vuelve más intento. Su mano se ha movido hasta mi espalda maja, donde aprieta ligeramente para que le siga sin separarme mientras camina hacía atrás. Rozo los dientes con su labio inferior, provocando un pequeño gruñido de su parte que me toma por sorpresa. Un escalofrío me recorre ante el sonido.

Nos separamos unos segundos para tomar aire. Apoya su frente sobre la mía y abro los ojos encontrándome con los suyos azules observando fijamente mis labios. Levanta la mano hasta mi mejilla y vuelve a besarme, pero está vez con más intensidad. Su lengua pide permiso y dejo que entre, comenzando así una lucha que voy a perder. Mi estomago se retuerce ante la sensación, un cosquilleo que nunca había sentido aparece.

No puedo pensar en nada más que en él, en sus labios, en sus manos y en su cuerpo.

Se separa y abro los ojos confundida. Baja la mano y agarra mi muñeca.

―Ven ―susurra sentándose en el borde de la cama. Tira de mí obligándome a que me siente a horcajadas sobre sus piernas.

Inmediatamente, une de nuevo sus labios con los míos. Coloca ambas manos en mi espalda baja y hace que me acerque más hasta que nuestros pechos quedan totalmente pegados. Mis músculos se mantienen tenso, tengo miedo de moverme por la cercanía, sobre todo porque mi entrepierna está contra la suya en esta posición. Pongo las manos en sus hombros para sujetarme.

El calor que inunda mi cuerpo contrasta completamente con el frío que desprende, haciéndome temblar, no sé si por el frío o por las mil sensaciones que me está provocando. Poco a poco me dejo llevar ante las caricias de sus labios y su lengua, mis músculos se relajan lentamente.

Deja mis labios y comienza un camino de besos por mi mentón hasta bajar a mi cuello, aparta mi pelo con delicadeza dejando la piel expuesta. Roza los labios contra ella haciéndome temblar de nuevo, mi respiración se agita un poco más. Deja húmedos besos por distintos sitios y a veces pasa ligeramente la lengua. Se centra en un punto volviéndolo extremadamente sensible. Subo las manos hasta el pelo de su nuca y lo acaricia entre mis dedos. Aprieto los labios con los ojos cerrados, los escalofríos placenteros que envía por todo mi cuerpo hacen que termine de relajarme.

Levanta la cabeza volviendo a mi boca. Muevo los labios siendo yo quien sube el ritmo y la intensidad, él corresponde en seguida.

Nunca imaginé que besar pudiera sentirse de este modo. Mi mente flota entre las nubes, mi cuerpo arde pidiendo más contacto y mis labios no pueden separarse de los suyos.

Un golpe proveniente del balcón hace que nos separaremos inmediatamente. Sin querer doy un pequeño bote por el susto, haciendo que suelte un gruñido ahogado.

―Cuidado ―murmura todavía cerca de mis labios. Abro los ojos avergonzada al sentir aquella parte dura que prefiero no mencionar.

Me quito torpemente de encima suya, tropiezo debido a la debilidad que tienen mis piernas ahora, pero consigo mantenerme de pie por los pelos. El peliblanco me observa con una sonrisa.

Esto No Es Normal | Jack FrostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora