Capítulo 22: III

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Hay mesas repartidas por toda la sala, hay espacio suficiente entre ellas para que todo el mundo esté de pie cómodamente. La decoración es elegante, aunque hay detalles que me dejan mal cuerpo, como por ejemplo las marionetas que cuelgan del techo.

― Escalofriante. ― Murmuro mirando esos muñecos colgando de cuerdas. Cupido mira al techo y arruga el rostro en desagrado.

― Toda la razón. ― Suspira, baja la mirada a mi rostro. ― Pero es el anfitrión, tiene derecho a decorar como quiera.

Doy un último vistazo y decido que es mejor hacer como si no existieran. No me he separado del ojiverde ni un segundo, llevamos un tiempo aquí de pie. Varios espíritus se acercaron a hablar con él, sin embargo, conmigo no cruzaron palabra.

― Vamos a sentarnos. ― Asiento y dejo que me guie entre la multitud.

Mueve la silla para que me siente, se comporta como todo un caballero con una sonrisa en sus labios. Le agradezco y procede a sentarse a mi lado, observo las sillas vacías de la mesa.

― ¿Quién más se sentará con nosotros? ― Pregunto con curiosidad, todo el mundo está tomando asiento y nadie se acerca a nuestra mesa.

― Alex y Axel seguramente. ― Se acomoda quitándose la chaqueta del traje, la camisa marca las siluetas de sus músculos.

Las voces aumentan, desvío la atención buscando el lugar del que procede el alboroto. Hay un mogollón de espíritus en la entrada de la sala, parece que están rodeando algo. Intento visualizar algo entre sus cuerpos, pero desde aquí es imposible.

― No te vas a creer quienes han venido. ― Dice una chica pasando por delante de nuestra mesa, centro mi atención en ella, pero no consigo escuchar lo que dice porque se ha alejado demasiado.

― ¿Qué está pasando? ― Cupido se levanta de la silla intentando ver sobre las cabezas.

― Eso me pregunto yo. ― Le imito, aunque es imposible que vea nada.

― ¡Por favor, siéntense! ― Una voz fuerte y seca suena por todo el lugar, me tenso al ver aparecer varias de las armaduras.

El ojiverde vuelve a su sitio y agarra mi mano para que haga lo mismo. Los dos chicos vienen de entre la multitud, cuando nos ven sonríen y proceden a sentarse.

― Perdón por el retraso. ― Se disculpa el de ojos amarillos. Cupido mueve la mano con desdén, restándole importancia.

― No te perdiste nada interesante.

― Como si hubiera algo interesante en estas fiestas. ― Habla su hermano, los tres ríen ante su comentario.

Desconecto de su conversación, observo a los espíritus moverse de un lado a otro para sentarse. Las armaduras siguen en el mismo sitio donde aparecieron, nadie parece tenerles miedo. Las mesas a nuestro alrededor se llenan, todos parecen estar muy animados.

Se escucha un carraspeo que retumba por todo el lugar. Centro la atención en el pequeño escenario, no es demasiado alto, lo suficiente para que todos podamos ver. Varias armaduras se encuentran paradas detrás de un hombre con traje y gorro, lleva un anteojo y un bastón. Cuando levanta la mano para quitarse el gorro, consigo vislumbrar unos hilos rodeando sus dedos. Baja el gorro hasta su pecho y levanta la cabeza mirándonos a todos. Un bigote adorna su rostro, junto a sus pobladas cejas. Su apariencia es aproximadamente de treinta años, sin embargo, el aura que transmite me hace pensar que podría tener más años que Cupido.

― Bienvenidos a todos. ― Su voz es fuerte y confiada. ― Me alegra ser el anfitrión este año, es un gran honor para mí. ― Hace una ligera reverencia con la cabeza, las armaduras le imitan. ― Espíritus, amigos míos, permitidme daros las gracias por venir. Me siento halagado de que hayan aceptado mi invitación, espero no decepcionarles. ― Clava su vista en un punto fijo entre el público, sonríe. ― Nuevos espíritus está fiesta es para vosotros. ¡Disfrutad!

Esto No Es Normal | Jack FrostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora