Capítulo 26: I

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La claridad provoca que apriete los párpados, para segundos después abrirlos lentamente. Doy la vuelta y tapo mi cara al sentir un ligero dolor de cabeza.

¿Qué hora es?

Suspiro. No me apetece moverme ni un centímetro, así que permanezco tumbada intentando dormir de nuevo.

La imagen de un niño pequeño aparece en mis pensamientos e, inmediatamente, recuerdo a la voz. Levanto la cabeza con los ojos entrecerrados en busca del peliblanco. No se encuentra en la habitación.

Me siento al borde de la cama y estiro la espalda, sintiendo por un segundo un ardor en la herida. Camino hasta el baño y lavo mi cara, consiguiendo despejarme un poco.

Observo mi reflejo visualizando el parecido entre ambas. Es innegable que somos la misma persona, pero lo que ella irradia es totalmente diferente, casi haciéndonos parecer personas distintas. Como dos gemelas que lo único que tienen en común son los rasgos, pero absolutamente nada más.

Recuerdo los rasgos atemorizados del niño, también aquellas escenas donde el niño era más mayor. Su rostro siempre me parece extremadamente familiar. Juraría que es el peliblanco, incluso sus nombres se parecen:

Jack Frost y Jackson Overland.

Pero, si pienso con lógica, no pueden ser la misma persona. Básicamente porque el peliblanco es un espíritu y el niño parecía humano. Además, en el caso de que fueran el mismo, Jack me recordaría y nunca ha dicho que me conociera de hace mucho tiempo. Aunque viendo todo lo que ha pasado últimamente, no estoy segura sobre qué pensar.

Salgo del baño después de asearme, justo en ese momento tocan a la puerta del dormitorio.

―¿Estás despierta? ―la voz de Cupido se escucha al otro lado.

―Pasa.

La puerta se abre, pero permanece fuera.

―Vamos a entrenar ―informa cruzándose con mi mirada. Asiento en respuesta―. ¿Qué tal dormiste?

Me detengo de camino a cambiarme de ropa. Pensar en lo que pasó con el peliblanco antes de dormir acelera mi corazón, intento relajar mi pulso para que no se entere.

―Bien ―respondo en un pequeño carraspeo.

Continúo hacía el probador y cierro la puerta detrás de mí, permitiéndome soltar el aire que no sabía que estaba conteniendo.

Salgo una vez vestida con ropa cómoda, aunque no sé lo que vamos a hacer. El ojiverde está apoyado en el marco de la puerta, esperando pacientemente.

―¿Y Jack? ―pregunto al llegar a su lado. Se encoge de hombros sin darme una respuesta.

―Entonces, ¿dormiste bien? ―insiste mientras andamos por el pasillo.

―Sí, ¿por qué lo preguntas?

Se queda en silencio unos segundos, me mira de reojo y vuelve la vista al frente.

―Noté algo raro en ti por la noche ―comenta de forma despreocupada, aunque la tensión en sus hombros no dice lo mismo.

―No pasó nada.

Las palabras de la voz se pasean por mi mente: Confía en Zed, por favor.

Muerdo mi labio inferior, dudando si contar lo que sucedió o mantenerme en silencio. Hay muchas cosas de Cupido que todavía no entiendo, que es lo que me hace dudar sobre que tan confiable es. Sin embargo, es cierto que lo único que ha hecho es ayudarme hasta ahora, menos algún detalle que me ha molestado.

Esto No Es Normal | Jack FrostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora